Un pájaro roto y triste.

Como les comenté en mi publicación anterior, puedo asegurarles que pocos artistas hispanoamericanos han logrado tanta repercusión a nivel internacional como el pintor y escultor colombiano Fernando Botero. Su personalísimo estilo, que muestra entre sus rasgos más fácilmente identificables el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la crítica como del gran público, que no puede sustraerse a la singular expresividad de sus estéticas.

A partir de 1983, Botero comenzó una serie de exposiciones a través de todo el mundo que aún hoy no acaba. Sus obras son expuestas y por supuesto conocidas en ciudades como Dubái, Londres, Roma, San Francisco, Chicago, Basilea, Buenos Aires, Tokio, Puerto Rico, Santo Domingo, Berlín, Múnich, Fráncfort, Milán, Nápoles, París, Montecarlo, Moscú, Ciudad de México, Monterrey, Caracas, y China. Botero es uno de los pocos artistas que se han dado el lujo de exponer sus obras en varias de las avenidas y plazas más famosas del mundo, como los Campos Elíseos en París, la Gran Avenida de Nueva York, la Rambla del Raval de Barcelona (como mencionó en su comentario nuestro amigo Ramón Romero), la Plaza del Comercio de Lisboa, la plaza de la Señoría en Florencia, frente al palacio de Bellas Artes en Ciudad de México y hasta en las Pirámides de Egipto.

Y qué decir de su querida y natal Colombia, a la cual el artista ha donado colecciones enteras de sus esculturas monumentales y reconocidos cuadros de su autoría y otros afamados artistas.

Pero el éxito y la fama, no siempre son del agrado de todos y donde los unos muestran su arte, otros llaman a la muerte.

En la noche del de 10 junio de 1995, se celebraba en la Plaza de San Antonio, de Medellín, el evento Cartagena Contigo, un concurrido espectáculo desbordado de folclor, y orquestas tradicionales, encaminado a estrechar lazos de amistad entre la colonial cuidad de Cartagena de Indias y la moderna ciudad de Medellín.

Todo era alegría y danzas tradicionales, cuando de repente una gran explosión enmudeció a la nutrida concurrencia, dando pasos a un dantesco espectáculo de ambulancias, socorristas y decenas de heridos destrozados que clamaban por ayuda. Una carga de 10 kilos de dinamita y metralla de había hecho estallar junto al “El Pájaro”, una de las muchas esculturas colosales donada a la ciudad por su autor Fernando Botero, en su noble empeño de fomentar cultura en una sociedad enlutada por la violencia.

La explosión mató a 23 personas e hirió a más de 200, además de destruir parcialmente el monumental »Pájaro». Hasta la fecha se desconoce el motivo y autores de tan artero crimen.

Años después de tan lamentable hecho, visité la plaza que ya había recuperados su habitual alegría y colorido, la escultura original del pájaro yacía desgarrada y triste. Botero decidió mantenerlo en ese estado »“Quiero que la escultura quede como recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia”, según sus palabras. En la actualidad, otra escultura gemela también donada por el autor, se encuentra situada a escasa metros de la original siniestrada.

Un hecho me llamó la atención, una tarja labrada en mármol, incrustada en el pedestal del pájaro herido, dice y reproduzco textualmente, “En este lugar el 10 de Junio de 1995, fruto de un atentado murieron los siguientes ciudadanos:  sigue de una larga lista de nombres y edad de las víctimas y firma Juan Gómez Martínez, Alcalde de Medellín, el 14 de Abril del Año 2000”

La cultura de la muerte invade hoy el planeta y no es excepción nuestro mágico universo latinoamericano. En la tarja de la alcaldía no hay una sola palabra de duelo, no existe lágrima u oración por los civiles asesinados, y no hay expresión alguna de condena a la violencia, porque para algunos, el atentado dinamitero es uno más entre otros muchos, y no vale la pena siquiera recordarlo.

Por suerte y orgullo de la cultura del bien, muchos boteros condicionan sus obras a la esperanza y mantienen su compromiso contra la “No violencia”, aunque con tristeza tenemos que reconocer, que muchos pájaros heridos aún buscan sus nidos.

#LoRealMaravilloso


11 respuestas a “Un pájaro roto y triste.

  1. Conmovedora historia. Reconozco no la conocía, asi que agradezco al autor de este blog el permitirme ganar en conocimiento y cultura. Muy interesante el hecho de mantener la escultura violentada.. En la actualidad aún nos sorprenden noticias de pájaros heridos…

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  2. Cuatro palabras tuyas, hermano, resumen el mensaje de tan desgarradora crónica: “ la cultura de la muerte” q se aplatanó en ese bellísimo país y se reproduce día a día y no se sabe hasta cuando. Ni Botero, ni su Pájaro herido han logrado detener las masacres q se producen diariamente, llevando luto a los hogares…

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  3. Gracias querido Volfredo, triste realidad que no parece tener fin cómo otros seguidores tuyos ya señalaron… Visité Colombia hace mucho y ha sido unos de los países donde más inseguro me he sentido..espero tu propuesta sobre Salgado al que he seguido minuciosamente desde hace mucho! Abrazos

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    1. Querido amigo, el mundo es en la actualidad amenazante y peligroso en todas partes, máxime en lugares que conviven de cerca con la producción y consumo de la droga. Tal es el caso de México y Colombia, los dos países más peligrosos en un hemisferio donde la palabra muerte, nada significa.
      Aquí le dejo los links prometido, estoy orgulloso que Salgado siga nuestro blog, aunque hace meses no nos visita, y temo por su salud, es ya muy anciano.
      Un fuerte abrazo y seguimos en línea

      Encuentro con Sebastião Salgado.

      “Serra Pelada”; la mina del diablo.

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