La vida de Akira Kurosawa imita a su cine. El detonante de sus películas siempre es un momento de crisis que demanda una respuesta radical por parte de sus protagonistas. Asumir el reto o sucumbir, apenas caben otras alternativas. Los personajes del director y, no lo olvidemos, guionista japonés son supervivientes, vocacionales algunos de ellos, héroes imprevistos, casi diríamos por accidente, la mayoría.
Resulta imposible imaginar a Kurosawa filmando una historia intrascendente, sólo para entretener y divertir; no, las suyas son fábulas morales, películas de tesis, que pretenden desentrañar las terribles o sublimes verdades de la existencia humana para mostrarlas aún palpitantes y calientes sobre la pantalla de un cine. Hasta las contadas escenas cómicas tienen, como en su adorado Shakespeare, una doble lectura, una reflexión ulterior, una enseñanza. Ningún fotograma gratuito, ningún diálogo inútil. Si algo se le puede reprochar, es su agotadora intensidad, su insobornable compromiso con lo que considera su deber como ser humano, intelectual y artista.
En las fotos a Kurosawa se le ve siempre concentrado. En las de su juventud, con una sonrisa tensa, enérgica; en las de su difícil madurez, con la pétrea inexpresividad de un tótem. Señalando directamente con el dedo, componiendo un gesto que no contempla más réplica que la de una siguiente toma mejor, más ajustada a la imagen que hay en su mente y que nunca acabará de conseguirse.

Escena de la película Vivir: En un cabaret, Watanabe le pide al frenético pianista que toque una vieja canción, Con los ojos llorosos y la expresión más triste del mundo, el músico rompe a cantar: «La vida es corta, enamórate, muchacha, antes de que el rojo de los labios desaparezca, antes de que la sangre caliente se enfríe. No tendrás nunca asegurada la vida de mañana. La vida es corta, enamórate, muchacha, antes de que el color negro del pelo pierda su fuerza, antes de que la llama del corazón se apague. No volverá nunca a repetirse el día de hoy».

Pocos cineastas han hecho tanto por el cine japonés como este gran maestro del Séptimo Arte. Porque Akira Kurosawa, como lo fue Vincent van Gogh –a quien rememora y homenajea en “Los sueños”–, fue un incomprendido en su país. Desengañado, en la década de los setenta, Akira Kurosawa incluso intentó suicidarse. Años más tarde, cineastas estadounidenses como Francis Ford Coppola, George Lucas, Steven Spielberg y Martin Scorsese recogieron al entonces artista octogenario y financiaron o ayudaron a distribuir sus películas en todo el mundo.
Denominado en su propio país como el “Emperador” del cine japonés, Akira Kurosawa (1910-1998) es el maestro que dio a conocer la cinematografía nipona al mundo occidental. Nacido en Tokio, era descendiente directo de samuráis; estudió Bellas Artes en su ciudad natal y fue pintor. En 1936, aprobó unas oposiciones para trabajar en los estudios cinematográficos Toho; comenzó como guionista y sería ayudante de Kajiro Yamamoto. Debutó como realizador en plena Segunda Guerra Mundial. Desde 1943 a 1993, dirigió 31 películas.
La crítica le ha reconocido como un gran autor por su calidad formal y hondura temático-existencial. En efecto, su obra tiene profundidad filosófica, una sólida y original construcción dramático-expresiva, y un estilo académico ceremonioso pensado también para el público no oriental. Kurosawa se ha mantenido a la cabeza del cine de su país hasta la aparición de la “nueva ola” nipona por la singular y valiosa búsqueda estética, a pesar de su veteranía como creador. Así, sin renunciar a la tradición más arraigada de la cultura japonesa, Kurosawa ha sabido ser también el más universal de los cineastas asiáticos, lo que le ha convertido en un creador oriental clave en la historia de la cultura occidental del siglo XX.
Tomado del Testamento fílmico de Akira Kurosawa. Por J. M. Caparrós Lera
Agradecimientos:
Con mucha avidez he devorado las tesis y ensayos, de los cineastas cuyas investigaciones académicas he comentado; al tiempo que agradezco e identifico debidamente a los autores de Filmhistoria; a los cuales dejo testimonio de mi más sincero agradecimiento. Muchas gracias a todos.

Filmhistoria. On line: https://revistes.ub.edu/index.php/filmhistoria/article/view/13516
#LoRealMaravilloso
#ArtesVisuales
#CineMágico
Muchas gracias, Volfredo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es un gusto saludarte y aceptar tus sugerencias, feliz día
Me gustaLe gusta a 1 persona