Visionando a Kafka desde mi andar diario.

Franz Kafka no fue un filósofo en el sentido tradicional, pero su obra es una exploración literaria de los grandes temas existencialistas: la alienación, el absurdo, la angustia y la lucha por el sentido de la vida en un mundo indiferente. Aunque su producción precede a muchos de los textos fundamentales del existencialismo filosófico, sus novelas y relatos tienen una resonancia profunda con autores como Sartre, Camus y Heidegger.

Franz Kafka (Praga, 1883-Austria, 1924) fue un escritor de origen judío nacido en Bohemia que escribió en alemán. Su obra está considerada una de las más influyentes de la literatura universal.

Uno de los aspectos más distintivos del existencialismo en Kafka es la alienación. Sus protagonistas suelen encontrarse atrapados en sistemas incomprensibles, burocracias opresivas y situaciones absurdas que los superan. En “El proceso”, Josef K. es acusado de un crimen cuyo origen nunca comprende, enfrentándose a una justicia laberíntica que parece diseñada para deshumanizarlo. En “El castillo”, el agrimensor K. lucha contra una autoridad inalcanzable, un poder que se le escapa constantemente y que nunca llega a reconocer su existencia.

Kafka encarna el absurdo mucho antes de que Albert Camus lo formalizara en “El mito de Sísifo”. En su universo, el esfuerzo humano por comprender y dar sentido de sus actos, choca contra barreras invisibles. Los personajes kafkianos buscan respuestas, pero el mundo les responde con un silencio impenetrable o con reglas absurdas que nunca logran entender.

El absurdo en Kafka no solo está en la trama, sino también en la falta de causalidad y en la mecánica ilógica de sus narraciones. “La metamorfosis” de Gregor Samsa ocurre sin explicación, los procesos judiciales de Josef K. no tienen un punto de origen ni un final claro, y el castillo del agrimensor K. nunca se deja alcanzar.

Otro punto de contacto con el existencialismo filosófico es la angustia. Los personajes de Kafka viven en un estado constante de ansiedad y desesperación. No saben por qué están en la situación en la que se encuentran ni cómo salir de ella. Esto recuerda a la angustia sartreana, la sensación de vértigo ante la libertad y la falta de un destino predeterminado.

Sin embargo, a diferencia de Sartre, Kafka no parece ofrecer la libertad como una salida. Sus personajes no eligen su destino ni tienen el poder de definir su esencia. En lugar de la autodeterminación radical del existencialismo sartreano, lo que encontramos en Kafka es un mundo próximo al pesimismo, donde la lucha por de la existencia es un callejón sin salida.

En Kafka también hay una fuerte influencia de la teología negativa y del judaísmo, pero siempre desde una perspectiva de vacío y ausencia. Dios, si existe en su universo, es inaccesible. En “El castillo”, el poder parece estar en algún lugar lejano e inalcanzable, como un dios que nunca responde. En “Ante la ley”, un hombre espera toda su vida frente a una puerta que nunca se abre, un símbolo de la revelación que nunca llega.

A pesar de todas estas conexiones, Kafka no es exactamente un existencialista en el sentido de Sartre o Camus. No teoriza sobre la condición humana ni ofrece una filosofía estructurada. Más bien, su literatura es un reflejo visceral del desamparo existencial, una exploración artística del absurdo y la alienación sin una conclusión clara.

En Sartre o Camus, el ser humano puede rebelarse y encontrar su propio significado. En Kafka, la lucha parece inútil, y la resignación ante el sinsentido es más común que la rebelión.

Kafka visto desde mi andar diario.

El existencialismo kafkiano mantiene una inquietante vigencia en la actualidad, y en el caso particular de Cuba, sus ecos resuenan con especial intensidad. La sensación de alienación, el absurdo de la existencia contrariada a cada instante, la angustia ante un futuro incierto y la lucha por encontrar sentido en medio de la incertidumbre; conforman un escenario en el que la obra de Kafka parece adquirir una nueva dimensión.

En el universo kafkiano, los personajes suelen verse atrapados en sistemas incomprensibles que los reducen a meras funciones dentro de una maquinaria implacable. Algo similar ocurre cuando las personas sienten que su vida está determinada por estructuras que los superan, donde la identidad personal parece depender más de su utilidad que de su propia esencia. Como Gregor Samsa, muchos pueden experimentar la sensación de que, una vez que dejan de cumplir un rol establecido, comienzan a desdibujarse en la mirada de los demás.

El absurdo es otra de las marcas indelebles de Kafka. En El proceso, Josef K. enfrenta una burocracia impenetrable que lo juzga sin que nunca llegue a comprender el motivo. Esa sensación de caminar en círculos, de enfrentarse a reglas arbitrarias que cambian sin aviso y de verse sometido a decisiones que parecen no tener lógica, es una experiencia cotidiana en muchos ámbitos de la vida contemporánea. La espera interminable por respuestas, los trámites sin fin, la sensación de estar atrapado en un sistema que parece diseñado para desgastar en lugar de resolver, son manifestaciones de ese absurdo que Kafka supo retratar con precisión inquietante.

Pero más allá de la alienación y la opresión del sistema, el existencialismo kafkiano también se manifiesta en la angustia profunda que nace de la incertidumbre. La desesperanza no surge solo de la falta de oportunidades, sino de la percepción de que el tiempo avanza sin ofrecer verdaderos cambios, de la resignación ante un destino que parece estar fuera del control individual. Como el hombre que espera frente a la puerta en “Ante la ley”, hay quienes viven en un estado de espera permanente, anhelando una apertura que nunca llega, atrapados entre la esperanza y la frustración.

El exilio, otro de los temas fundamentales en Kafka, cobra una dimensión especial en este contexto. No se trata solo de la emigración física, sino también del exilio interior, de la desconexión con la realidad circundante, del sentimiento de no pertenecer realmente a ningún lugar. La sensación de estar en tránsito constante, de vivir en un limbo donde la identidad se vuelve difusa, es una de las experiencias más profundamente kafkianas del presente.

La obra de Kafka no ofrece respuestas ni soluciones, pero sí un espejo perturbador en el que es imposible no reconocerse. Su legado nos enfrenta a preguntas difíciles: ¿cómo se sobrevive en un mundo que nos deshumaniza? ¿Qué nos queda cuando las estructuras que nos sostienen comienzan a resquebrajarse? ¿Hay salida o estamos condenados a la espera eterna ante una puerta que nunca se abrirá? Como en tantos otros rincones del mundo, estas preguntas siguen tan vigentes como cuando fueron escritas.

Kafka fue, es y será, más que un filósofo, un testigo de la angustia humana, un cronista del absurdo que resuena en cada época de crisis y nos atrapa sin salida posible a todos.

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Nacido cucarachón gigante.

Kafka y la muñeca viajera.

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12 respuestas a “Visionando a Kafka desde mi andar diario.

  1. Excellently described impressions from the works of Kafka, Volfredo. Thank you.
    The features of any social system brought to the point of Kafkaesque absurdity suffer from such wild bureaucracy, detachment from the needs of people, the absence of setting tasks for understanding people and their feelings, emotions, desires. Any state system, if it is not limited by anything, grows like a cancerous tumor on the body of the population.
    It seems to me that Kafka himself experienced feelings and impressions quite close to the ones he depicted in the characters of his works. He, apparently, had difficulty understanding some social foundations, their causes and background. Perhaps. had difficulty understanding how to adapt to this world.
    That is why he managed to depict these inhuman features of state systems and the structure of society so vividly and clearly.

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    1. Dear Olga, the marginalization of the social being by the prevailing system of government is a phenomenon that became critical with the rise of capitalism and initially became more evident in countries undergoing industrial development. Today, nothing and no one escapes this overwhelming tendency, which is bent on reducing the human being to a being enclosed in the shell of a common beetle. Regrettably, “The Metamorphosis” is more present in our days than ever. It is a pleasure to wish you a happy Sunday.

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      1. I agree. The system is quite inhumane.
        But people also differ greatly in their ability to understand the system’s features. Now an autistic person is not a person rejected by society, but an accepted phenomenon that requires a patient and caring attitude.
        But in Kafka’s time, he was at best a holy fool, whom people avoided. And people who are unable to understand the laws of society have always existed, and they were there in those days too.
        Judging by Kafka’s biography, he had difficulty adapting to this world, understood it in his own way, was far from the goals of ordinary people.
        Perhaps that is why he wrote so brilliantly about the system, as something alien to man. Since that is how he himself perceived the system.
        These are, in a way, autobiographical works.
        So, perhaps, his genius has its origins in his uniqueness and differences from most human beings.

        Let the day be clear!

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      2. Kafka is at the heart of an existential philosophy that made him feel like a stranger in his time. As in all human thought, ideas change and evolve over time. Perhaps today, his astonishment would have been caused by the senseless wars and the lack of learning of society, which insists on repeating the mistakes of an era over and over again, instead of safeguarding its culture. In the context of hypotheses, all kinds of conjectures fit; all deserve our attention and analysis. It is a pleasure to have you among the friends of Lo Real Maravilloso, with your presence the days become brighter and the nights become shorter in winter.

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      3. If we talk about the adult Kafka, then yes.
        But the child does not yet have any philosophy, and he may already not accept our world and not understand its structure. He already feels and perceives differently, not yet knowing anything about anything. He grows up with this feeling.
        After all, everything around us is arranged more complexly than just the result of the influence of the system on a grown person. At least, everything points to this.
        Thanks for the discussion, Volfredo.

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