Entre fragancias, hechizos y otros demonios.

Me resulta tan grato recordarla que tomo la licencia, venga o no en ocasión: Ella fue mi abuela, quién propició mis primeros contactos con el fascínate mundo de los olores.

Primero, cultivaba flores en cuanto resquicio posible encontraba en la casa: el zaguán, el largo y ancho pasillo que serpenteaba entre los cuartos, el ante patio, el patio trasero, y algún que otro rincón donde cupiesen gigantescas masetas de barro montadas en trípodes, donde plantas acostumbradas a vivir en la sombra, bien cuidadas, pronto se adaptaban e impregnaban la gigantesca casona de los abuelos, con el olor de sus floraciones diurnas.

Una vez al año llegaba el mes de mayo con sus lluvias y flores. Macondo no era una excepción en aquel lejano escenario, ahora sustituido por sequias e incendios forestales.

El mes de mayo llegaba húmedo y florecido en aquel entonces; lo recuerdo bien. En sus nueve primeros días comenzaban las novenas a María madre de Dios, y puntual a primera hora de la noche, mi abuela me pedía que le acompañara a la iglesia. Mágico deseo al que yo respondía solicito, colectando las flores de todo el vecindario.

Iba casa por casa, tocando de forma educada y discreta para un niño; el percutor aldabón, ahora sustituido por el molesto grillo de los timbres: – ¿Tienes flores para la Virgen María?, con gusto yo se las llevo en su nombre. Nunca fracasé, mi ramo de flores, ordenado con cuidado por la abuela y envuelto en papel cartucho para proteger los dedos de las espinas, era el más grande de todos cuanto se ofrecían a la virgen en si novena de mayo, y en aquellos tiempos en que llovía a diario durante el mes de mayo, eran muchas las flores que se llevaban como promesa, ofrecimiento o simple agradecimiento a María, madre de Dios.

¿Habrá escapado la lluvia, porque los pobladores de Macondo ya no ofrecen sus flores a la Virgen? Debemos detenernos a meditar sobre ello, pero la mucha prisa, tanto para pensar como para ofrecer flores, resulta en un camino ciego de mal augurio.

Luego llegaron las colonias, que la abuela roseaba sobre mi cabeza, que ya desde mi infancia, era dura y empecinada. Agua de Violetas para el nieto querido, Agua de Colonia para ella, esparcida con cuidado sobre un pequeño pañuelo bordado a mano con flores, que luego plegaba con cuidado y escondía en su cartera. ¿A dónde habrán ido a parar aquellos minúsculos pañuelos que portaban los agradables olores de la abuela?, no imagino, pero desde ya me ordeno salvar el que tengo impreso en la memoria, para nunca olvidarlo, para no perderlo en el tiempo.


Una vez más llegó el “camión de los fenómenos” y se detuvo en la esquina. Como todas las esquinas de Macondo, tenía nombre de prócer de la independencia, la citada se llamaba Marcial Gómez, pero pudo bien llamarse, coronel Aureliano Buendía, como cabe esperar; poco importa.

“El camión de los fenómenos”, vociferaba por sus altoparlantes: – vengan todos, vengan todos a ver por solo veinte centavos, el pollo de tres cabezas, el mono de dos colas, los gatos que nacieron unidos y mil seres mal formados, ficticios y fraudulentos que había colectado a lo largo y ancho de nuestra querida isla, y luego preservado en frasco herméticos inundados de formol. Un enorme cocodrilo, amarrado en sus enormes fauces y cubierto de agua, reposaba impasible en una vieja bañadera de porcelana, cerrando el sinuoso recorrido dentro de aquel enorme carromato repletos de curiosidades irreales que todos disfrutaban a desplante. Otras novedades no existían y la internet no había hecho presencia en el Macondo de aquel entonces.

En la escalerilla situada al final del recorrido, el dueño del camión era famoso por sus propuestas de negocios, y esta ocasión, lo recuerdo bien, ofrecía en secretos, perfumes hechiceros, el más famoso y radical de ellos “Siete potencias”.

“Siete potencias”, según la nariz de su creador, era una mezcla aromática de poderosos extractos mágicos, que hacían que la persona que lo inhalara, quedara inmediatamente prendida de amor y trastornara cabeza y sentidos. Sí portabas uno de aquellos pequeños frascos disuelto en tu piel, aquella poderosa pócima mágica, haría de tu olor una fragancia irresistible, a tal punto, que Don Juan Tenorio vendría a pedirte consejo sobre tus exitosas conquistas. El perfume se vendía por decenas, lo recuerdo.


De adulto, leí “El perfume”, libro y película bien logrados y mágicamente convincentes. Un asesino serial, elaboraba diabólicos perfumes que provocaban respuestas colectivas desquiciantes, orgías y homicidios. Ya relaté detalles en la narración que precede, y confieso que sobre el tema he vuelto una y otra vez desde entonces, porque considero se trata de una ficción elaborada sobre sólidos basamentos científicos.

Destilados y aceites florales.

Luego, llega a mis manos, un tanto por azar y otro por buena vibra, un frasco de “Cool Water” de Davidoff, fragancia de la familia olfativa aromática acuática para hombres. La nariz detrás de esta flagrancia es Pierre Bourdon. Las notas de salida: agua de mar, lavanda, menta, notas verdes, romero, calone y cilantro; las notas de corazón: sándalo, neroli, geranio y jazmín; y las notas de fondo: esas que persisten por meses y semanas, almizcle, tabaco, musgo de roble, cedro y ámbar gris.

Amigo conquistador, si quieres tener éxito en tus hazañas, derrama sobre tu cuerpo y ropa suficiente Cool Water, para que hagas tu olor irresistible y atractivo, a punto de rasgar el velo de las incontinencias. Te aseguro que es cierto, es secreto a voces que con gusto comparto.


Cuando arribé a la urbanización a Macondo, quedé sorprendido, alguien había colocado una advertencia en la vía principal, que atravesaba el poblado de punta a punta: “Cuidado con las notas de fondo que llenan los perfumes, cien metros adelante peligro en la vía”. Mucho de cierto hay en ello.

Hacia el año 3.500 a. C, Sumeria, era la civilización más avanzada y compleja del mundo; ellos fueron los primeros en crear un sistema de escritura, los primeros en usar instrumentos de bronce, los primeros en fabricar ruedas y contrariamente a lo que muchos suponen, fueron ellos y no los egipcios los que desarrollaron por primera vez, ungüentos y perfumes mágicos.

Cuando los arqueólogos encontraron el sepulcro de la reina Schubab de Sumeria, quedaron perplejos, al hallar junto al cuerpo un pequeño frasco trabajado con filigrana de oro donde la reina había guardado su perfume favorito.

El antiguo Egipto no tardó en tomar de los sumerios la idea de la cosmética. Los sacerdotes literalmente fumigaban sus oraciones con perfumes –que ellos mismos elaboraban-, empleando olores fortísimos que favorecían la elevación del espíritu: mirra, canela, resina de terebinto, gálbano, olíbano, ládano. Los aceites perfumados, los ungüentos y las pinturas también formaban parte del rito con el que creían obtener la protección de los dioses y aseguraban el paso al más allá.

Sirva este hecho, para reflejar la importancia del perfume como sinónimo de pureza y exaltación divina, exaltación no divina y ocasionalmente mortal e inspiradora de demonios e instintos.

Cuando se abrió la tumba del faraón Tutankamon se hallaron más de tres mil potes con fragancias que aún conservaban su olor, a pesar de haber permanecido enterradas por más de 30 siglos. El análisis químico de estas fragancias es secreto celosamente guardado, porque constituye la base y encanto de los emblemáticos perfumes ambarados actuales: Shalimar, Ambre Sultan, Terre d’Hermès, Black Opium, Miss Dior, Solo Loewe y claro está Animal y mi preferido Cool Water. Se trata de composiciones complejas en las que cada nota cumple su función, unas son protagonistas, otras facilitan la transición, otras compensan el impacto de las que destacan demasiado para suavizarlo o, todo lo contrario, buscan potenciar la nota olfativa que no ha conseguido sonar. Obtener el equilibrio deseado es todo un arte al alcance de pocas narices privilegiadas. En ese ejercicio y ese equilibrio, las notas de salida, corazón y fondo son los artífices de la sinfonía de los olores.

Las notas de fondos, son aquellas que permanecen en la piel por días, y en la actualidad, científicos dedicados al estudio de los olores y su influencia en los humanos, las consideran auténticas feromonas, las más conocidas el almizcle y el ámbar gris, muy utilizados en los perfumes orientales, ambarados o balsámicos, cálidos, sensuales, almizclados, dulces, intensos y empolvados.

Frascos de perfumes tunecinos.

Las resinas, bálsamos, maderas, especias, almizcles y los acordes ambarados que las caracterizan evocan la fantasía de los olores, colores, sabores y pasiones del Oriente y las fábulas oníricas y sensuales de Las Mil y una Noches. Suelen ser perfumes de gran fijación y duración en piel, que contienen notas de fondo muy pronunciadas, que sacaran a flor de piel, todos tus diablos interiores.

El Almizcle (del árabe almísk), es el nombre dado a un aroma obtenido a partir de una sustancia de fuerte olor, segregada por las glándulas sexual del ciervo almizclero. Son hormonas de atracción conocidas como feromonas, sustancias químicas secretadas por los seres vivos, con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos, tanto para atraerse o rechazarse sexualmente como para otros fines de comportamiento colectivo. Se debe tener en cuenta que el musk o almizcle puro tiene un olor muy intenso, casi insoportable para el olfato humano, por este motivo se aplica en dosis muy pequeñas a los perfumes, para que su concentración no resulte tóxica.

Muchos de los nitro-almizcles y policíclicos se han prohibido en Europa por su toxicidad medioambiental y humana; estos dos grupos han visto reducido su consumo porque persisten activos en el medio ambiente y se degradan con mucha lentitud, alterando el comportamiento de las cadenas biológicas que parten de los estanques, su comportamiento y reproducción, la cual se hace anárquica e imprevisible.

¿Consideras seguro el uso de enigmáticas fragancias orientales formadoras de ensueños?, ándate con cuidado, que habitamos un mundo Real y a la vez Maravilloso, lleno de peligros amorosos que pueden alcanzar a hechizarte, utilizando para ello, la magina ancestral de los perfumes.

#LoRealMaravilloso

#Perfume

#Colonia

https://www.volfredo.com/


10 respuestas a “Entre fragancias, hechizos y otros demonios.

  1. Interesante narración adoro los perfumes siempre procure usar el mismo y algo contradictorio adoro el maquillaje pero si de perfume se trata y son la misma marca de mujer y hombre prefiero los de hombre..lindo dia mi Volfre

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  2. Interesante narración adoro los perfumes siempre procure usar el mismo y algo contradictorio adoro el maquillaje pero si de perfume se trata y son la misma marca de mujer y hombre prefiero los de hombre..lindo dia mi Volfre

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  3. Cómo no recordar a las abuelas, las que nos preparaban comidas típicas (en mi caso ucranianas) y nos contaban cuentos basados en hechos reales. Y lo de los perfumes, he leído mucho sobre ellos pero buscaré el libro que citas a ver si lo puedo encontrar y leer.
    Buenas noches Volfredo.

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  4. Ente fragancias, hechizos y otros demonios, muy interesante el tema que nos trajo hoy Camacho a través de su Blog Real Maravilloso, yo muy particular les digo que no me puede faltar el perfume siempre compro de la misma marca y diseñador, no soy amantes de los perfumes dulces tampoco muy fuerte ni demasiado suave siempre hay que saberlo escoger porque el PH de las personas son diferentes. Y es cierto que hay un por cierto alto de personas que utilizan distintas colonias para hacer hechizos entre ella la nombrada «siete potencias.»

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    1. Gracias Emma, por tus acostumbrados e interesantes comentarios, que solo ahora puedo responder porque hemos pasado toda la noche a oscuras, y las muchas penas y tinieblas carecen de la energía suficiente para encender el computador. Si conoces de algún afamado perfumero que prepare fragancias hechiceras para evitar los apagones, te pido encarecidamente que me compres un galón y me lo hagas llegar, luego nos arreglamos con el pago, hoy un escritor mágico de palabra. Feliz semana

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