La Feria de Portobelo fue el escenario donde tenía lugar el grueso de los intercambios comerciales anuales entre España y sus territorios del Virreinato del Perú durante los años 1606 y 1739 y era celebrada en la ciudad de igual nombre, ubicada en las costas caribeñas de la actual Panamá. Por allí pasó la plata extraída de las minas del Virreinato del Perú, así como esclavos y otras riquezas en viaje hacia y desde las colonias americanas durante el período de máximo esplendor del Imperio Español.
Durante los meses precedentes a la feria, la Compañía del Mar del Sur, en Perú, cargaba las mercancías y embarcaba a los comerciantes para trasladarlos a la ciudad de Panamá, con el fin de coincidir con la llegada de la flota procedente de la península. Una vez arribados al istmo, se descargaban los barcos y la mercancía era transportada con mulas a lo largo de la estrecha franja de tierra hasta llegar a su destino en las costas caribeñas.
Los principales bienes eran oro y plata procedentes de las minas de la América española. Estudiosos como Earl J. Hamilton y Pierre Chaunu, citados por la historiadora Patricia Pizzurno, dan cuenta que el 60% de todo el oro que llegó a España, pasó a través de esta ruta, por Panamá.
El 28 de mayo de 1708, tras concluidas las ferias de Portobelo, organizadas en esta ocasión por el virrey del Perú para celebrar su propia llegada a las Américas, zarpa una flota de 20 naves, encabezada por los galones San José y San Joaquín, hacia Cartagena de Indias, bajo el mando del general José Fernández de Santillán, conde de Casa Alegre
En total la flota llevaba en sus bodegas 22 millones de monedas; de ellas, entre 7 a 11 millones en las bodegas del galeón San José, monedas de ocho escudos en oro y plata, valorados en 105 millones de reales de la época, lo cual representa un estimado de 10.000 millones de dólares en la actualidad, vendidos por su peso físico en oro y sin considerar el valor agregado que las monedas representan para museos y coleccionistas.
El San José, junto a su preciosa carga se hundió en aguas de la península de Barú, cerca de Cartagena, al ser atacado por una flota británica formada por cuatro navíos. Una enorme abertura en el casco provocó el hundimiento del galeón durante el anochecer del 8 de junio de 1708 y el galeón junto a su preciado botín, se perdió en el océano.
El tesoro hundido, representaba 6 años de riquezas recolectadas que no habían sido entregadas a España por los peligros de la Guerra de Sucesión, que se encontraba en plena actividad y motivaba el patrullaje constante del mar Caribe y el océano Atlántico, por corsos y piratas bajo bandera británica.
El grueso del tesoro hundido está constituido por lingotes de oro, las espadas y objetos de valor de los tripulantes, los cañones de bronce del galeón, porcelana china y varios millones de macuquinas (se estima entre 9 y 11 millones).

Con el nombre de macuquina se conoce en América Latina al tipo de moneda acuñada toscamente en forma manual y a golpes de martillo, método ampliamente utilizado desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII.
La forja y acuñación manual de monedas ha sido utilizada por la humanidad desde tiempo inmemoriales. Desde el segundo milenio A.C hasta el siglo XVI de nuestra era, éste fue el único sistema disponible y empleado en todo el mundo.

En tal sentido, la ausencia de maquinaria moderna para acuñar moneda en el imperio colonial español, y las necesidades del comercio en dichos territorios causaron la aparición de las macuquinas. La urgente necesidad de monedas en América Latina desde los inicios del siglo XVI motivó la apertura de cecas como la Casa de Moneda de México, la Casa de Moneda de Lima y la Real Casa de Moneda de Potosí, todas antes del año 1600, a efectos de aprovechar la gran producción de plata y oro de las tierras americanas y acuñar las monedas indispensables tanto para pagar tributos a la corona española como para el tráfico mercantil de las colonias.
En el discurso a la nación del presidente de Colombia Iván Duque, con el propósito de comunicar a los colombianos y la opinión pública mundial el descubrimiento de los restos del galeón San José, este informó que a poca distancia del buque hundido, se encontraban los restos de otras dos embarcaciones en perfecto estado de conservación: “Encontramos dos embarcaciones adicionales: Una del periodo colonial y otra que, según un análisis preliminar, corresponde al periodo republicano de nuestra historia, esto es, posterior a 1810″, explicó Duque quién afirmó además que hay «antecedentes de una decena de embarcaciones similares» cuya ubicación investigan los arqueólogos de la Armada colombiana.
¡Arriba corazones!, estamos a las puertas de comenzar el levantamiento en sitio del más grande tesoro sumergido de la historia, es un hecho sin precedentes y para mañana les propongo, sumergimos juntos en las profundas aguas del Mar Caribe colombiano, muy próximos a la ciudad de Cartagena de Indias que espera por nosotros.
#LoRealMaravilloso
Interesantísimo artículo sobre un tema, al que soy fanático, pero, propongo, que si vamos a sumergirnos juntos en una aventura de este tipo, no tenemos que ir a Colombia, pues, frente a las costas de Cayo Coco y Guillermo, tenemos pecios de galeones, que venían cargados de oro y sabemos que fue este, la causa de la extinción de pueblos originarios de nuestra querida America. La documentación con su localización bien definida, está en Patrimonio de Ciego de Ávila. En una oportunidad, hace ya 18 años, mi amigo Eusebio, de Varadero, vino a Ciego de Ávila a negociar con el Gobierno provincial, CITMA y Patrimonio, la extracción del valioso contenido de uno de esos pecios (el que está menos profundo). Recuerdo que su propuesta era, que el ponía todo, hombres especializados, equipos y mapas de la época a cambio de valores, que nunca conocí, y aquí le dijeron, que también tenían la micro localización, pero, el Patrimonio, no era negociable. Mi criterio es qué, tal vez, el referido pecio, tenga “valor patrimonial” pero, en realidad en el fondo del Mar, su valor, es intangible y en aguas con 35 g/L de cloruro de sodio (Na Cl) mucho de lo que puede haberse calculado, ya debe estar convertido o transformado, en pseudo sustancias o elementos químicos, que incluso, no se reconocen, ni en la Tabla de Mendeleiev. De aquel encuentro, entre un Emprendedor y las estructuras gubernamentales, me beneficié con el regalo por parte de Eusebio, de un detector de metales, que aún conservo.
Propongo, investigar en Patrimonio de Ciego de Àvila, al Amigo/vecino , sobre estos pecios sumergidos en aguas colindantes a nuestro Polo Turístico “Jardines de Rey” y a partir del resultado de dicha investigación, convertirlo en un atractivo para el buceo internacional y nueva opción turística , que si aportaría, un tangible tesoro para el país.
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Muy interesante tu comentario querido hermano y vecino, desde ya me pongo en función de la búsqueda, a la que hay que sumar un carguero hundido por un submarino alemán durante la Segunda Guerra Mundial, cargado de minerales estratégicos que hoy valen una fortuna.
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Pienso que sería una oportunidad única para trabajar en la búsqueda de ese tesoro soy buzo profesional y tengo basta experiencia en inmersión profunda .. pueden contar conmigo mi servicio y mi experiencia para investigar y encontrar dicho tesoro!!
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Veremos a ver el curso que toman los acontecimientos, no dejes de seguir las tres próximas publicaciones, donde explico las legislaciones vigentes relacionadas con los sitios arqueológicos sumergidos. Gracias por tu disposición
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