Merecido reconocimiento a Robert de Niro.

El actor estadounidense Robert De Niro recibirá una Palma de Oro de Honor en homenaje a su carrera durante la ceremonia de inauguración de la próxima edición del Festival de Cannes, anunció este lunes 7 de abril la organización.

De Niro, de 81 años, recibirá el galardón durante la ceremonia de inicio de la 78.ª edición del festival, el próximo 13 de mayo, y al día siguiente participará en una clase magistral en el Teatro Debussy, indicó el certamen en un comunicado.

“Hay rostros que representan el séptimo arte y diálogos que dejan una huella imborrable en la cinefilia. Con su estilo interiorizado, que se manifiesta en una sonrisa amable o una mirada severa, Robert De Niro se ha convertido en una leyenda del cine”, afirmó el festival en su anuncio.

El intérprete señaló, al conocer, que recibirá la Palma de Oro de Honor, que siente “una gran pasión” por el festival, cuyo jurado presidió en la edición de 2011.

“Ahora que hay tantas cosas en el mundo que nos separan, Cannes nos une: narradores, cineastas, fans y amigos. Es como volver a casa”, expresó el actor neoyorquino.


Hablar de Robert De Niro es referirse no solo a uno de los actores más influyentes y versátiles del siglo XX y lo que va del XXI, sino a una verdadera institución del arte dramático contemporáneo. Dueño de una carrera que se extiende a lo largo de más de medio siglo, De Niro ha dejado una huella indeleble en la historia del cine, no como simple intérprete, sino como artífice de personajes que han marcado a generaciones y redefinido lo que significa actuar con profundidad, compromiso y verdad.

A lo largo de su extensa trayectoria, Robert De Niro ha participado en un total de 121 producciones cinematográficas y televisivas, cifra que no solo habla de su inagotable capacidad de trabajo, sino también de su pasión inquebrantable por el oficio actoral. Su filmografía es, en sí misma, un atlas del cine moderno, en el que cada título representa un hito, una nueva cima alcanzada por este coloso de la interpretación.

De Niro encarnó al joven Vito Corleone en “El Padrino II (The Godfather Part II, 1974; papel monumental por el que ganó su primer premio Oscar en 1975 como Mejor Actor de Reparto.

Entre sus obras más emblemáticas destaca con luz propia El Padrino II (The Godfather Part II, 1974), dirigida por Francis Ford Coppola, donde encarnó al joven Vito Corleone, un papel monumental por el que ganó su primer premio Oscar en 1975 como Mejor Actor de Reparto. De Niro, que asumió el reto de interpretar al personaje que ya había sido inmortalizado por Marlon Brando en la primera entrega de la saga, logró algo que parecía imposible: ofrecer una versión igualmente poderosa y carismática, dotada de una autenticidad escalofriante. Aprendió siciliano para el papel, y sus escenas —rodadas en su mayoría en ese idioma— destilan una intensidad que roza lo mítico. Aquel joven actor que se atrevió a mirar de frente a los dioses del Olimpo cinematográfico salió no solo airoso, sino consagrado.

Luego vendría El cazador (The Deer Hunter, 1978), una obra dirigida por Michael Cimino que abordaba con crudeza y sensibilidad las cicatrices de la guerra de Vietnam. De Niro interpreta a Michael Vronsky, un hombre atrapado entre el deber, la amistad y los traumas del combate. Su actuación, cargada de silencios y miradas que hablan más que mil palabras, se convirtió en un ejemplo de contención emocional, y contribuyó decisivamente al impacto devastador de la película.

Pero si hay un papel que ha quedado grabado en la memoria colectiva como uno de los retratos más complejos del alma humana, ese es sin duda el de Travis Bickle en Taxi Driver (1976), dirigida por Martin Scorsese. De Niro dio vida a un veterano solitario, alienado por una sociedad que no logra comprender, y cuya espiral descendente hacia la violencia se muestra con una veracidad inquietante. La frase «You talkin’ to me?», improvisada por el propio actor frente al espejo, se convirtió no solo en icono del cine, sino en una de las más famosas de toda la historia del séptimo arte.

En Novecento (1976), la colosal epopeya dirigida por Bernardo Bertolucci, compartió protagonismo con Gérard Depardieu en un drama que abarca décadas de historia italiana. De Niro interpretó a Alfredo Berlinghieri, heredero de una rica familia de terratenientes, y a través de su personaje retrató, con sutileza y melancolía, la decadencia de una clase social atrapada en sus propios privilegios y contradicciones. El contraste entre Alfredo y el campesino Olmo, interpretado por Depardieu, es una lección de humanidad, ideología y destino.

El segundo premio Oscar en su carrera llegó en 1981, como Mejor Actor, por su interpretación en Toro salvaje (Raging Bull), dirigida también por Martin Scorsese. Para este papel, De Niro se transformó literalmente: engordó casi 30 kilos para representar la decadencia física y moral del boxeador Jake LaMotta. Pero más allá del cambio corporal, lo que conmueve es la precisión con la que encarna los demonios internos del personaje, su violencia contenida, su inseguridad crónica, su búsqueda desesperada de amor en medio de una autodestrucción imparable. Su interpretación fue tan profunda y visceral que muchos críticos la consideran una de las mejores actuaciones en la historia del cine.

Robert de Niro, en “Érase una vez en América” (Once Upon a Time in America, 1984. Éxito indiscutible recordado por todos.

En Érase una vez en América (Once Upon a Time in America, 1984), dirigida por Sergio Leone, De Niro ofreció otra de sus cumbres interpretativas. Como David «Noodles» Aaronson, un gánster judío marcado por la traición, el amor perdido y la culpa, De Niro construyó un personaje conmovedor, lleno de matices y contradicciones. La película, una sinfonía melancólica sobre la memoria y el paso del tiempo, se sostiene en buena parte gracias a la hondura emocional de su actuación.

En La Misión (The Mission, 1986), dirigida por Roland Joffé, interpretó al capitán Rodrigo Mendoza, un mercenario esclavista que, tras un desgarrador proceso de redención espiritual, se convierte en jesuita y defiende con su vida a los indígenas guaraníes. Esta película, tan bella como trágica, permitió a De Niro explorar registros de sensibilidad, fe y redención que lo alejaban de los papeles violentos por los que ya era célebre, demostrando una vez más la amplitud de su paleta interpretativa.

Con Buenos muchachos (Goodfellas, 1990), De Niro regresó al universo criminal de la mano de Scorsese, interpretando a Jimmy Conway, un mafioso calculador y carismático que ejerce una influencia perturbadora sobre el protagonista Henry Hill. Su presencia magnética domina la pantalla, incluso cuando el personaje se retira al segundo plano. Es esa capacidad de habitar cada escena, de imprimir carácter sin alzar la voz, lo que convierte a De Niro en un actor extraordinario.

Y en Cabo de miedo (Cape Fear, 1991), De Niro volvió a reinventarse como el perturbador Max Cady, un exconvicto decidido a vengarse de su abogado. Su transformación física —músculos, tatuajes, dentadura— y su actuación inquietante, mezcla de seducción y amenaza, le valieron otra nominación al Oscar. Cady es, al mismo tiempo, un monstruo y una metáfora, y De Niro lo interpreta con una intensidad que hiela la sangre.

Estos son solo algunos de los títulos más significativos dentro de una filmografía descomunal, rica en matices, géneros y colaboraciones legendarias. A lo largo de su carrera, De Niro ha trabajado con directores de la talla de Scorsese, Coppola, Bertolucci, Cimino, Leone, De Palma, Mann, Tarantino y muchos otros, siempre dejando su impronta, siempre elevando el material con su entrega total y su maestría actoral.

En tiempos donde la inmediatez y la superficialidad parecen dominar el arte cinematográfico, Robert De Niro se mantiene como un símbolo de profundidad, rigor y autenticidad. Su legado no solo está escrito en premios y aplausos, sino en la memoria viva de quienes han sido tocados por sus personajes. Cada gesto, cada mirada, cada silencio suyo en la pantalla, forma parte de esa alquimia que solo los verdaderos artistas son capaces de invocar.

Robert De Niro no ha sido simplemente un actor; ha sido y sigue siendo un canal por el que el alma humana se expresa en toda su complejidad. Y por ello, merece no solo nuestro respeto, sino nuestra más profunda gratitud.

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8 respuestas a “Merecido reconocimiento a Robert de Niro.

  1. Un grandísimo actor al que admiro mucho. He visto recientemente su última serie en Netflix. Se llama «Día Cero» o «Zero Day» en inglés, tiene seis episodios y en ella demuestra, una vez más, que sigue siendo un actor inconmensurable a su edad. Gracias, querido amigo, por compartir. Un gran abrazo.

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