Vincent van Gogh, el eterno enamorado del arte japonés.

A mediados del siglo XIX, algo extraordinario comenzó a suceder en los talleres de París. Tras siglos de admiración unilateral por los cánones griegos y renacentistas, Europa descubrió de pronto un arte radicalmente distinto: los grabados ukiyo-e que llegaban desde un Japón recién abierto al mundo. Aquellas estampas de Hiroshige, Hokusai y Utamaro, con sus perspectivas audaces, sus siluetas limpias y su poética celebración de lo efímero, causaron un terremoto estético del que el arte occidental nunca se recuperaría.

En el invierno de 1887, mientras París se cubría de nieve, Vincent van Gogh descubrió su refugio particular: un pequeño comercio de arte oriental en la rue de Provence donde los grabados japoneses se apilaban como ventanas a otro mundo. Allí gastó sus últimos francos en estampas de Hiroshige y Hokusai que luego colgaría con esmero en las paredes de su humilde estudio. No eran simples decoraciones, sino mapas de un territorio artístico por explorar. Esas imágenes de cerezos en flor, puentes curvos y geishas elegantes contenían una lección revolucionaria: la belleza podía nacer de la simplificación, el vacío y la sugerencia. 

Su obsesión de Van Gogh por el arte japonés rayaba en lo místico. En Arles, donde soñaba con fundar una colonia de artistas, cubrió las paredes de la Casa Amarilla con más de doscientos grabados. “Aquí, sin necesidad de ir a Japón, se puede estudiar el arte japonés”, escribió entusiasmado a su hermano Theo. Esa colección, hoy conservada en el Museo van Gogh de Ámsterdam, muestra sus preferencias: escenas cotidianas de Hiroshige, retratos de actores kabuki de Kunisada, paisajes brumosos de Hokusai. 

Utagawa Hiroshige (1797–1858).
“Lluvia repentina sobre el puente Shin-Ohashi y Atake” (Ohashi Atake no Yudachi).
Fechada en 1857.
Brooklyn Museum.
Vincent van Gogh (1853–1890)
Japonaiserie: Puente bajo la lluvia (1887), copia de la obra de Hiroshige.
Fechada en Paris, 1887.
Van Gogh Museum. Amsterdam.

La influencia se hizo carne en la obra de Van Gogh, y “Puente bajo la lluvia”, su reinterpretación de un grabado de Hiroshige, es quizás el ejemplo más evidente. Donde el maestro japonés usaba tonos sutiles de gris y azules pálidos, Van Gogh optó por colores puros y vibrantes. La lluvia, que en el original era una neblina delicada, se convirtió en su versión en cortinas diagonales que parecen latir con vida propia. Era su manera de dialogar con Oriente: tomando las lecciones de composición y perspectiva, pero inyectándoles su tempestuosa energía interior. 


Vincent van Gogh fue uno de los más fervientes devotos de este japonismo. En su taller en París acumuló cientos de grabados, que estudiaba con la avidez de un monje copista. Su “Puente bajo la lluvia” (1887), una reinterpretación vibrante de una estampa de Hiroshige, es quizás el testimonio más puro de este diálogo transcontinental. Van Gogh no se limitó a copiar: transfiguró. Donde Hiroshige usaba tintas sutiles, él empastó azules, ultramar y verdes esmeraldas; donde el maestro japonés sugería la lluvia con trazos precisos, Van Gogh la convirtió en una cortina de líneas diagonales que vibran como latidos. “Todo mi trabajo está basado en el arte japonés”, confesó en una carta a Theo, y no exageraba: en ese puente entre dos culturas, encontró la libertad para saltar del realismo al expresionismo.

“Puente de Langlois” (Le Pont de Langlois). La composición asimétrica y el puente como motivo central recuerdan a grabados de Hiroshige. Museo Wallraf-Richartz, Colonia. Alemania.

El dibujo “Dibujo del Puente de Langlois” (F1471) de Vincent van Gogh es una obra realizada durante su estancia en Arlés, Francia, en 1888. Este dibujo forma parte de una serie de obras que el artista dedicó al Puente de Langlois, un puente levadizo sobre el canal de Arlés a Bouc, que le fascinó por su estructura y su ambiente pintoresco. El dibujo a lápiz, tinta o pluma (puede variar según la versión, ya que Van Gogh hizo múltiples estudios del puente).

Van Gogh se inspiró en los paisajes de Arlés y en la luz del sur de Francia. El Puente de Langlois le recordaba a los puentes holandeses de su tierra natal, lo que lo llevó a representarlo en varias ocasiones, tanto en pinturas al óleo como en dibujos.

La obra en particular es un estudio detallado que muestra su habilidad para capturar la estructura del puente y el movimiento del agua, con un estilo característico de líneas dinámicas y contrastes que muestran de forma evidente la influencia de la pintura japonesa.

“Dibujo del Puente de Langlois” (Le Pont de Langlois). Número de catálogo: F1471 (según el sistema de catalogación de Jacob Baart de la Faille). Ubicación actual: Los Angeles County Museum of Art (LACMA).

Los dibujos y óleos del “Puente Langlois en Arlés” de Van Gogh integran varias representaciones que el artista hizo de este icónico puente levadizo durante su estancia en Arlés (1888). Esta obra en particular pertenece a la colección de la Staatsgalerie Stuttgart (Galería Estatal de Stuttgart, Alemania) y está catalogada como F1470 en el sistema de Jacob Baart de la Faille.

“Puente Langlois en Arlés”. Vincent van Gogh, Staatsgalerie Stuttgart. Alemania.

Otras versiones del Puente de Langlois al óleo, Gogh pintó al menos cuatro versiones al óleo (F570, F571, F574) y varios dibujos del mismo puente pueden se exhiben en el Van Gogh Museum de Ámsterdam y el Kröller-Müller Museum (Países Bajos).


Van Gogh no copió el arte japonés: lo hizo respirar con sus propios pulmones. Tomó sus enseñanzas sobre el espacio negativo, la asimetría y la importancia del vacío, y las mezcló con su pasión meridional. El resultado fue un lenguaje visual único, donde la tradición europea y la sensibilidad oriental se fundían en algo nuevo. Hoy, cuando nuestros ojos se pierden en los remolinos de sus cielos o en la intensidad de sus amarillos, estamos viendo también el legado de aquellos grabados que coleccionó con amor de discípulo. Como escribió en una de sus cartas: “El arte japonés enseña a mirar de otra manera, con ojos que ven directamente al corazón de las cosas”. Y nadie como él supo aprender esa lección.

Más allá de géneros específicos, el Zen impregna la práctica artística japonesa como una forma de ser. Esta filosofía se extiende al arte japonés contemporáneo, donde el Zen se adapta sin perder su esencia:

Las salas del infinito de Yayoi Kusama, con sus reflejos interminables, evocan la infinitud de un solo momento: un Zen moderno que se extiende hacia lo cósmico.

Las novelas de Haruki Murakami también llevan su huella: su prosa escasa y finales enigmáticos dejan a los lectores suspendidos en un estado de maravilla silenciosa y breve (koan zen).

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https://volfredo.com/2025/04/04/la-filosofia-zen-puente-entre-el-arte-japones-y-europa/

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8 respuestas a “Vincent van Gogh, el eterno enamorado del arte japonés.

    1. Querida Azurea, en el Museo Van Gogh de Ámsterdam hay más de 1200 grabados y tablillas japonesas que pertenecieron a Van Gogh, el cual las adquirió con enorme sacrificio porque de todos es conocido que solo un cuadro logró vender en vida. La colección puede ser visitada y descargada on line. Cuando la analices, te darás cuenta cuanto del arte japonés y la filosofía Zen hay en la obra del conocido pintor de los girasoles. Es un gusto desearte un feliz fin de semana.

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  1. Van Gogh se interesó mucho por el arte japonés y tú lo demuestras con las preciosas imágenes que nos muestras. También fue un gran amante de la estética y el estilo de vida japonés. Un genio. Gracias por compartir. Un fuerte abrazo.

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    1. Querida Marylia, te cuento que en el museo Van Gogh de Ámsterdam hay casi 1200 tablillas, litografías y grabados japoneses que pertenecieron a Van Gogh, esto poco o nada importaría, si se desconoce que vivió en la miseria y dispuso sus muy escasos ingresos para adquirir la colección a costa de grandes sacrificios personales.
      La colección está disponible en línea y su descarga es gratis. Al estudiarlas te darás cuenta de inmediato de la enorme influencia del arte japonés en la obra de Van Gogh.
      Es un gusto desearte una feliz semana y hacerte llegar un abrazo.

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  2. Excelente trabajo, como todos tus comentarios, no deja de sorprenderme tu creatividad, la calidad de la información y el estilo tan depurado de todo lo que escribes. Te felicito una vez más. Abrazos fraternales.

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    1. Estimado amigo y hermano, viniendo de ti, crítica tan favorable y emotiva, te aseguro que hace la felicidad de mi semana en medio de la adversidad existencial de nuestra Isla, esa que fue verde y azul, y hoy transpira apagones y miserias por todas partes. Un fuerte abrazo.

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