“Cien años de soledad”, episodio 1: Crónica del espectador.

Lo confieso, no tenía nada de fe, pero hoy, luego de disfrutar del primer capítulo, reconozco que la serie 100% colombiana que adapta el legendario libro más conocido de García Márquez, desde ya, es uno de los mayores éxitos que nos ha dado Netflix en toda su historia.

Todo aquel que ha leído Cien años de soledad recuerda verse abrumado desde el mismísimo comienzo del libro, desde esas eternas primeras frases exultantemente perfectas que te atrapaban hacia él, hacia esa historia de historias, hacia ese mundo tan cercano y real, como mágico y onírico.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

Leer Cien años de soledad, desde su primera frase hasta su desenlace, es una experiencia redonda que ha impresionado a generaciones millones de lectores. Hablo de uno de esos libros que suele ser el favorito de casi todos, y el sobrevalorado para alguno que busca ser diferente. Es una obra maestra universal que forma parte de la vida lectora de muchísimas personas.

También, por supuesto, era ampliamente reconocida como la novela inadaptable. Su autor, Gabriel García Márquez, siempre se negó en vida a que la adaptasen. Pero más allá de la protección del autor para su obra maestra, lo cierto es que costaba vislumbrar el siglo dinástico de los Buendía, la existencia de Macondo, en imágenes. La imaginación y las exactas y sonoras palabras descriptivas del autor juegan un papel fundamental en una trama de un siglo de duración repleta de personajes y de pequeñas historias sin un hilo conductor más que el paso del tiempo. Cien años de soledad no tiene un solo género, no tiene un solo misterio, es más bien una serie de anécdotas concentradas que buscan reflejar nada más y nada menos que la vida humana, la real y la de los sueños, en un microcosmos llamado Macondo.

Todavía está por ver si Cien años de soledad se convertirá en un éxito del streaming, pero lo que nadie le podrá quitar ya nunca es que es y será una de las mejores series de la historia de Netflix.


“Cien años de soledad”, episodio 1: en qué se diferencian la serie y el libro.

El Centro Gabo, de la Fundación Gabo, preparó una guía para que veas la serie de Netflix basada en Cien años de soledad sin perder el rumbo del libro escrito por Gabriel García Márquez. Esta es una guía para lectores que se convierten en televidentes y televidentes que se atreven a ser lectores. Será actualizada diariamente hasta completar los ocho episodios de la primera temporada.

El inicio de Macondo. Primer capítulo de «Cien años de soledad» (Mauricio González, cortesía Netflix).

Comparto con ustedes algunos datos de interés sobre el primer episodio:

“Macondo”. Director: Alex García López. Guionistas: José Rivera y Natalia Santa. Duración: 64 minutos. Capítulos del libro en los que se basa el episodio: 1, 2, 7, 13 y 20.

Sinopsis: José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, primos entre sí, se casan y deciden establecerse juntos en una ranchería del Caribe. Sin embargo, tras un duelo de honor en el que José Arcadio Buendía acaba con la vida de un hombre, los esposos deben salir de la ranchería y buscar un nuevo lugar donde vivir. Es así como ellos y varios de sus amigos emprenden una travesía por la sierra hasta fundar la aldea llamada Macondo. Desde allí, José Arcadio Buendía tratará de establecer una ruta que los conecte con los inventos y progresos de la humanidad, muchos de los cuales son pregonados por los gitanos que visitan la aldea todos los años.

Algunos elementos nuevos con respecto a la novela

La serie incluye, en la portada del libro profético escrito por Melquíades y en el árbol genealógico que el gitano traza de la familia Buendía, un uróboros (símbolo que muestra a un animal serpentiforme que engulle su propia cola y que conforma, con su cuerpo, una forma circular. El uróboros simboliza el ciclo eterno de las cosas, también el esfuerzo eterno, la lucha eterna o bien el esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo. Es una imagen que combina perfectamente con la historia de los Buendía, la cual está repleta de repeticiones y herencias cíclicas.

Después de matar a Prudencio Aguilar, José Arcadio Buendía se dirige hacia su casa y le ordena a Úrsula que se quite el pantalón de castidad que ella ha estado usando para evitar las relaciones sexuales. “Quítate eso. Si has de parir iguanas, criaremos iguanas. Pero no habrá más muertes en este pueblo por culpa nuestra”, le dice. Un cambio significativo en el que se reparten la culpa. En el libro, José Arcadio Buendía solo señala a su esposa como la responsable de la tragedia de Prudencia Aguilar (“…no habrá más muertes en este pueblo por culpa tuya”).

El escritor colombiano Gabriel García Márquez creó un mundo mágico pero también real.

Durante la travesía por la sierra, el miedo de Úrsula a procrear hijos con cola de cerdo es expresado, entre otros recursos, por el sueño de un bebé recién nacido que se transforma en cerdo cuando ella le da la vuelta.

La introducción de Pilar Ternera como partera de Úrsula durante el nacimiento de José Arcadio y Aureliano.

El discurso que pronuncia José Arcadio Buendía antes de fundar Macondo contiene frases de La soledad de América Latina, el discurso de Gabriel García Márquez en la recepción del Premio Nobel de Literatura (“…los inventores de fábulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir”).

Algunas omisiones

La historia del parentesco entre José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán. Cuenta la novela que cuando el pirata Francis Drake asaltó a Riohacha en el siglo XVI, la bisabuela de Úrsula quedó tan traumatizada por el suceso que su marido, un aragonés con quien ya tenía dos hijos, se la llevó a vivir lejos del mar, en una ranchería donde conoció a don José Arcadio Buendía, un criollo cultivador de tabaco con el que consolidó una próspera sociedad comercial. Ese vínculo pronto se convirtió en uno de sangre. El resultado: trescientos años después, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán terminan siendo primos.

Se modifican los encuentros entre José Arcadio Buendía y Úrsula con el fantasma de Prudencio Aguilar. En la novela, lo que más atormenta al joven matrimonio es la inmensa desolación de Prudencio Aguilar bajo la lluvia. La lluvia, como recurso potenciador de la nostalgia, es suprimida de esta escena en la serie.

Se elimina el aguacero que cae sobre el techo de palma de la casa en donde nace Aureliano. En Vivir para contarla, las memorias de Gabriel García Márquez, el escritor colombiano relató su nacimiento con un escenario similar al de su insigne personaje: “Fue así y allí donde nació el primero de siete varones y cuatro mujeres, el domingo 6 de marzo de 1927, a las nueve de la mañana y con un aguacero torrencial fuera de estación, mientras el cielo de Tauro se alzaba en el horizonte”.

Dato curioso

En la celebración del matrimonio entre José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán suena una interpretación de “La maestranza”, composición de Toño Fernández que popularizaron Los Gaiteros de San Jacinto, una agrupación colombiana de música folclórica que en el 2007 ganó el Premio Grammy Latino por su álbum Un fuego de sangre pura.


Tomado de la página oficial de la Fundación Gabo.

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3 respuestas a ““Cien años de soledad”, episodio 1: Crónica del espectador.

    1. Las magias y maravillas de la realidad que me circunda son mi razón de ser, ¿qué sería de mí, en medio de tantas dificultades que me circundan, si no viviera con la esperanza del regreso anual de Melquiades, y sus inventivas babilónicas? Un fuerte abrazo.

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