Las cruces que trajo Colón a América.

Los historiadores, tomando como fuente el diario de navegación de Cristóbal Colón y otras escrituras citadas por Fray Bartolomé de las Casas, -considerado en la actualidad el primer cronista de Las Indias Occidentales-, afirman que durante su primer viaje (1492), el Gran Almirante plantó 29 cruces en otros tantos sitios del Nuevo Mundo; de las cuales solo se conserva la “Cruz de la Parra”, venerada hasta hoy en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.

La historia de las cruces traídas por Colón a América es muy interesante y compleja. Colón trajo consigo varias cruces en sus viajes, algunas de las cuales plantó en las tierras que descubrió, como símbolo de la fe cristiana y de la soberanía española. Otras cruces las regaló a los nativos o a los colonos, o las usó como objetos personales de culto.

De estas cruces, la más famosa es la ya mencionada “Cruz de la Parra”, considerada la primera cruz plantada en el Nuevo Mundo, cita del diario atribuido a Colón, fechado 3 de diciembre de 1492: «Después de celebrar la primera misa en América, el almirante colocó una cruz hecha con un madero».

Pintura “Desembarco de Columbus” de John Vanderlyn (1852). Colón aparece desembarcando en las Indias Occidentales, en una isla que los nativos llamaron Guanahani y él rebautizó como San Salvador, el 12 de octubre de 1492. Los capitanes de la Niña y la Pinta le siguen, llevando el estandarte de Fernando e Isabel. La tripulación muestra una variedad de emociones mientras los nativos observan detrás de un árbol.

Otras cruces veneradas en la actualidad en América, reclaman autenticidad.

A su llegada a La Española, -hoy Repúblicas Dominica y Haití-, previa escala y breve bojeó al norte oriental de la Isla de Cuba; Colón dejó en el Fuerte Navidad una Cruz. El fuerte fue construido con los restos de la nao Santa María, que encalló en las costas de La Española el 24 de diciembre de 1492, y la Cruz era una reliquia que Colón había recibido del prior del Monasterio de La Rábida, fray Juan Pérez, que según la tradición había pertenecido a San Fernando. Se desconoce el destino de esta cruz, que pudo haber sido destruida por los indígenas cuando atacaron y quemaron el mencionado asentamiento.

El 24 julio de 2018, la iglesia dominicana publicó en su web el siguiente comunicado: «La Oficina de la Obra y Museos de la Catedral de Santo Domingo (República Dominicana), confirmó recientemente la autenticidad de una de las primeras cruces elaboradas en América hace más de 500 años».

Según informaron los medios locales, se trata de una de las cinco cruces que se emplazaron en las cuatro esquinas del solar y en el centro de donde fue construida la Catedral de Santo Domingo, la Primada de América, siguiendo una tradición medieval. Las otras cuatro han desaparecido.

El portal web Diario Libre señaló que «no se había confirmado científicamente este hecho, incluso algunos lo ponen en duda». Por eso, la Oficina de la Obra y Museos de la Catedral decidió realizar un estudio junto con el Proyecto de Investigación FONDOCYT/PUCMM.

Los científicos utilizaron la datación con carbono 14 y tecnología especializada con la que fotografiaron la cruz y estudiaron la madera, para establecer su origen y datación.

Cruz de caoba dominicana, datada por C14, entre los años 1498 y 1528, se considera una de las cinco cruces que se colocaron para la bendición del solar donde se construiría la catedral.

Las conclusiones de los estudios de laboratorio revelaron que: «La cruz fue fabricada entre 1498 y 1528 con caoba dominicana (Swietenia mahagoni) y fue una de las cinco cruces que se colocaron hace 504 años para la bendición del solar donde se construiría la catedral».

Esta Cruz es muy antigua, sin dudas, poco o nada tiene que ver con las plantadas por Colón en sus cuatro viajes, aunque es evidente, y así quedó demostrado, que fue construida in situ poco después de la llegada del Gran Almirante a América.


También se sabe que Colón llevó consigo una cruz de madera con una imagen de Cristo crucificado, que le había regalado su hijo Diego. Esta cruz la usaba como amuleto y la besaba cada vez que avistaba tierra o se enfrentaba a algún peligro. Se cree que esta cruz se perdió en el naufragio de la carabela Vizcaína, durante el cuarto viaje de Colón.

Además de estas cruces, existen otras que se atribuyen a Colón o a sus acompañantes, pero que no tienen una evidencia histórica clara. Por ejemplo, se dice que Colón dejó una cruz en la isla Guanaja, frente a las costas de Honduras, donde desembarcó el 30 de julio de 1502. También se afirma que Colón plantó una cruz en el istmo de Panamá, donde llegó el 16 de octubre del mismo año. Sin embargo, no hay pruebas documentales ni arqueológicas que confirmen estas afirmaciones.

Las cruces traídas por Colón a América tienen tanto valor religioso, como político y cultural. Ellas representan la expansión del cristianismo y del imperio español en el continente americano, así como el encuentro y choque entre dos mundos diferentes. Las cruces fueron testigos de los descubrimientos, las aventuras, los conflictos y las tragedias que, a partir de la llegada de los europeos, marcaron la historia de América.

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