La figura materna en el Arte Europeo.

La representación de las madres en la literatura y el arte ha sido un tema de interés para muchos estudiosos y críticos. Las madres han desempeñado un papel fundamental en la sociedad y la cultura, y su imagen ha reflejado los valores, las creencias y las ideologías de cada época. Hoy haremos, en honor a las madres en su día, un recorrido por las obras de arte más relevantes que han exaltado la dignidad de la figura materna y mostráremos cómo ha evolucionado su representación a lo largo de la historia.

En la antigüedad, las madres eran veneradas como diosas o símbolos de fertilidad y vida, y en su momento llegaron a dirigir la familia y los grupos poblacionales, en un periodo conocido en la historia como matriarcado. Por ejemplo, en la mitología griega, se destaca la figura de Deméter, la diosa de la agricultura y la madre de Perséfone, que representa el ciclo de las estaciones y la renovación de la naturaleza. En el arte egipcio, se puede apreciar la imagen de Isis, la diosa madre que protege a su hijo Horus y que simboliza el poder y la sabiduría.

En la Edad Media, las madres eran asociadas a la Virgen María, la madre de Jesús, como modelo de santidad y virtud. La iconografía cristiana representaba a María con su hijo en brazos o en actitud de oración, expresando su amor, su devoción y su humildad.

Detalle de “Madonna con el Niño”, Filippo Lippi, 1460-1465- Foto: Wikimedia Commons, dominio público.

Durante el Alto Renacimiento (1490 a 1527), Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio y otros artistas italianos llevaron este renovado interés por el realismo a nuevas alturas. Dado que a los artistas ya no les interesaban los motivos mitológicos, cambiaron su enfoque a los retratos comisionados, los estudios anatómicos reales y las figuras bíblicas, lo que incluyó piezas de la Virgen con el Niño cada vez más afables y naturalistas.

La “Virgen con el Niño o Madonna con niño”; es un título que denota una representación visual de la Virgen María y su hijo Jesús, y constituye uno de motivos más famosos en la historia de la pintura. La representación artística de estas figuras, una antigua práctica devota, originalmente derivada de las creencias bíblicas, se ha convertido en un tema central en el canon de la historia del arte.

En el Renacimiento, las madres eran retratadas con mayor realismo y humanidad, reflejando los ideales del humanismo y el arte clásico. Se aprecia una mayor variedad de temas y estilos, desde las escenas domésticas y familiares hasta las alegorías y los retratos. En el arte renacentista, destacan, entre las muchas obras de los grandes maestros, “La Virgen con el Niño y Santa Ana”, de Leonardo da Vinci, y la “Virgen del jilguero” de Rafael Sanzi; obras que muestran, de forma magistral, la ternura y la complicidad entre la madre y su hijo.

Detalle de “La Virgen con el Niño y Santa Ana”, de Leonardo da Vinci, 1503. Museo del Louvre de París.

A comienzos del siglo XIX, la impresionista Mary Cassatt, nacida en Estados Unidos, pero con residencia en París, subvirtió sutilmente los criterios tradicionales de la Virgen con el Niño con una pintura titulada “Madre e hijo (el espejo ovalado)”. A primera vista, esta encantadora pieza se parece a muchos otros retratos maternos de Cassatt. Sin embargo, lo que distingue a la pintura son algunas referencias particularmente discretas. La mirada de adoración de la mujer y el dulce rostro del niño y postura contrapposto, evocan las imágenes renacentistas italianas de la “Virgen con el Niño”, explica el curador del Museo Metropolitano de Arte: “una conexión reforzada por el espejo ovalado que enmarca la cabeza del niño como un halo”.

Detalle de “Virgen del jilguero” de Rafael Sanzi, 1506. Galería Uffizi de Florencia. Foto:Wikimedia Commons, dominio público.
Mary Cassatt, “Madre e hijo (el espejo ovalado)”, 1899. Foto: Wikimedia Commons, Dominio público.

Siguiendo los pasos de Cassatt, muchos artistas modernos y contemporáneos han adoptado y adaptado el concepto de la Virgen y el Niño. En 1942, Marc Chagall creó “La Virgen de la aldea”, una representación onírica de María y Jesús flotando en un escenario fantasioso.

“La Virgen del Pueblo”. En 1942, Marc Chagall. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Durante los años del holocausto judío, Chagall pintó numerosas escenas religiosas tomadas de la tradición cristiana. Produjo una “Crucifixión” en 1938, y comenzó en “La Virgen del Pueblo” en la colección Thyssen-Bornemisza poco después. En 1940, mientras vivía temporalmente en la ciudad provenzal de Gordes, a la que había huido para escapar del amenazante avance nazi a través de Holanda y Bélgica hacia Francia, continuó trabajando en este ambicioso lienzo y repintó algunas de las áreas que ya estaban esbozadas. La pintura no se concluyó hasta 1942, cuando el pintor se mantenía refugiado de la guerra y sus horrores en Nueva York.

La pintura en su estado final muestra a una Virgen sosteniendo al Niño en sus brazos, rodeada de ángeles cantando y tocando música, acompañada por una vaca voladora con un violín. La escena se desarrolla cerca de un pequeño pueblo. La Virgen, representada a escala monumental y con vestido de novia, flota en el mundo de fantasía característico del pintor.


“La figura materna en el Arte Europeo”, constituye el modesto homenaje de Lo Real Maravilloso a las madres de toda Europa, que celebran su festividad, el primer domingo de mayo. Para todas ellas nuestro amor infinito y respeto eterno ¡Felicidades!

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14 respuestas a “La figura materna en el Arte Europeo.

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