«Mientras escribo este artículo, las aguas del Río Támesis están a unos 30 cm de la puerta de mi cocina y siguen subiendo lentamente». Así comienza un artículo que el climatólogo británico Myles Allen publicó en 2003 en la revista Nature, en el medio de inundaciones que ese año hicieron desbordar todos los ríos de Inglaterra. El científico se formulaba una pregunta: ¿algún día será posible demandar a alguien por haber dañado el clima?
La ciencia de la atribución ha hecho posible cuantificar la influencia del cambio climático en eventos particulares y se ha convertido en la clave de la espinosa disputa sobre pagos de países ricos a países pobres por daños y pérdidas debidos al calentamiento global.
En 2003, Myles Allen, publicó lo que se considera el primer estudio científico sobre atribución. El estudio señala que el cambio climático causado por la acción humana duplicó el riesgo de la ola de calor que azotó Europa y causó más de 20.000 muertes.
Desde entonces, Myles Allen ha publicado cerca de 500 estudios de atribución, posibilitados en parte por avances en modelos computacionales.
Muchos de esos trabajos fueron realizados por “World Weather Attribution (WWA)”, un consorcio de científicos del clima fundado en 2014 por Friederike Otto, climatóloga de Imperial College en Londres y autora del libro «Tiempo embravecido: olas de calor, inundaciones, tormentas y la nueva ciencia del cambio climático».
En el informe de agosto de 2021, el IPCC reconoció los avances en atribución al señalar: «Caso a caso, los científicos pueden ahora cuantificar cómo contribuyeron las influencias humanas en la magnitud y probabilidad de muchos eventos climáticos extremos».

En sus estudios de atribución, los científicos de World Weather Attribution establecieron por ejemplo que: «La ola de calor de julio de 2022 en Reino Unido, con una temperatura récord de más de 40 grados, fue al menos 10 veces más probable debido al cambio climático».
Otras de las atribuciones más relevantes publicada, asegura que: “Las temperaturas de 38 grados en Siberia en 2020 fueron 600 veces más probables debido al cambio climático y habría sido virtualmente imposible que ocurrieran sin él”.
«Ahora sabemos que hay efectivamente vínculos entre las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de compañías o gobiernos y los impactos climáticos en diferentes lugares del mundo». Afirmó Stuart-Smith. Y esto «abre la puerta», según el investigador, a demandas judiciales de las comunidades afectadas por eventos extremos contra esas compañías o gobiernos.
El litigio climático más reconocido y seguido en la actualidad, es la demanda planteada ante la justicia alemana por Saúl Luciano Lliuya, un campesino de los Andes peruanos, contra la empresa energética alemana RWE, que tiene plantas a carbón y es uno de los mayores emisores de Europa. La demanda, apoyada por la ONG alemana Germanwatch, fue aceptada por un tribunal alemán y se encuentra en fase de pruebas.
Lliuya vive en Huaraz y asegura que su ciudad y su fuente de sustento están amenazados por el derretimiento de un glaciar en la Cordillera Blanca. El deshielo es la causa del desborde del lago Palcacocha, que se encuentra sobre Huaraz y ha aumentado en más de 30 veces su volumen desde los años 1940.
El argumento de Lliuya es que la empresa RWE provocó la emisión de cerca del 0,5% de las emisiones totales de gases de invernadero, y por lo tanto debe pagar un 0,5% (unos 18,000 dólares) del costo de construir un dique para proteger a Huaraz. La empresa por su parte asegura que no puede atribuirse responsabilidad a una compañía específica por impactos locales del cambio climático, y descartó un pago extrajudicial porque «sentaría un precedente».
La demanda de Lliuya tiene sentido y procede según los estudios de atribuciones llevados a cabo por Stuart-Smith: «Básicamente lo que queremos es seguir toda la cadena de causalidad y este es uno de los ejemplos más claros. Podemos demostrar muy claramente el rol que el cambio climático jugó en el aumento del riesgo de inundaciones».
Este caso ha demostrado que la acción climática es un deber legal, no una opción voluntaria.
Aún se escucha los ecos de la “Cumbre del Clima. Cop 27”, realizada en Sharm El-Sheikh, Egipto.
Existían muchas esperanzas para esta cumbre africana centrara sus deliberaciones en atender las demandas de justicia climática de los países del Sur global.
El reclamo viene de lejos. En 1991, la Alianza de Pequeños Estados Insulares lanzó un grito de alarma y una propuesta para que la comunidad internacional se hiciera cargo del severo impacto que el cambio climático había provocado en sus países. Los países del Sur global llevan más de tres décadas reclamando apoyo y señalando la injusticia que supone la gran desigualdad histórica, tanto en lo que respecta a las responsabilidades, como al sufrimiento de las consecuencias de las emisiones que contaminan la atmósfera. Téngase en cuenta que, en la mayoría de los casos, los más afectados son los menos responsables.
Existía la promesa de «evitar, minimizar y abordar las pérdidas y daños asociados con los efectos adversos del cambio climático». Eso sí, a cambio de que los países empobrecidos renunciaran a demandas legales por esos conceptos.
El balance global de la COP27 celebrada en Sharm el Sheikh (Egipto) es decepcionante. Se ha hecho pública la propuesta final de decisiones y, a pesar del estilo administrativo y no siempre directo y claro, puede leerse en varios de los puntos términos legales ambiguos y sin compromisos como: “preocupación”, “no existe consenso” y “no se alcanzan objetivos”.
Cuando más necesitamos acciones y obligaciones para detener la crisis climática, volvemos a escuchar promesas y planes futuros, objetivos sin agendas concretas y presiones para que apenas nada cambie o cambie el mínimo necesario para dar la impresión de que los más de 40,000 participantes en la COP27 no se reunieron en vano.
Según se ha reflejado en el texto, los países han establecido un consenso respecto a la «necesidad inmediata» de aportar recursos financieros «nuevos, adicionales, predecibles y adecuados» para ayudar a los países en desarrollo que se encuentran en una posición vulnerable respecto a los impactos «económicos y no económicos» del cambio climático.
Los países en desarrollo son conscientes, que aquellas naciones que más gases emiten, sean los que más contribuyan al fondo de indemnizaciones, como es el caso de China e India, según informa Bloomberg. Sin embargo, quedan muchos detalles por concretar, como la cantidad destinada a este fondo y cómo se llevará a cabo el abono de los resarcimientos por pérdidas y daños causados.
Finalmente, la resolución aprueba la demanda de Vanuatu, luego de 30 años de formulada, para establecer un fondo de rescate para las pequeñas naciones insulares a punto de desaparecer por la elevación del nivel del mar provocado por el deshielo de los polos.
Los países que más emisiones de gases con efecto invernadero emiten son: China, India, Estados Unidos y la Unión Europea, los cuales lanzan a la atmosfera las tres cuartas partes de la emisión mundial de gases contaminantes. Toca a las ciencias de la atribución demostrar su responsabilidad en el daño producido a los países vulnerables, toca a la ley hacerles pagar indemnizaciones y obligarlos por dictamen a contribuir, en proporción al daño producido, a los fondos de rescates e indemnizaciones encaminadas a resarcir el daño causado a las economías de los países afectados.
Lo Real Maravilloso se une a esta justa causa.
#LoRealMaravilloso
#CambioClimático
#CalentamientoGlobal
#PeriodismoCrítico
«As I write this article, the waters of the River Thames are about 30cm from my kitchen door and still slowly rising.» Thus begins an article that the British climatologist Myles Allen published in 2003 in the journal Nature, in the midst of floods that that year caused all the rivers in England to overflow. The scientist asked himself a question: will it ever be possible to sue someone for having damaged the climate» ….
Well, well, well! Isn’t this a bit of British indoctrination propaganda? All of this climate hype? And interestingly enough, China and India among the evil doers ….
The British got kicked out of China and of India, where they were colonizing (aka exploiting) these countries.
Now the British sit at home and complain about the «rising waters of the Thames». It is all China’s and India’s fault, of course, since they have become industrialized countries and living an independent life from their former British colonial masters.
Sorry, Volfredo, I find this British «researcher» not quite credible.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Lógicamente los países más ricos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Precisamente ellos, no otros.
Me gustaMe gusta