La palabra testarudo viene de testa, cabeza en idiomas romance y rudo: persona áspera que le cuesta percibir o aprender. Entonces, testarudo quiere decir «cabeza dura», así de simple.
Sancho Panza el inigualable escudero de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, emplea la palabra testarudo, en la segunda parte de la novela, cuando dice: «Yo soy del linaje de los Panças, que todos son testarudos, y si vna vez dizen nones, nones han de ser, aunque sean pares, a pesar de todo el mundo».
Dado el rico caudal de calificativos de la lengua española, la sinonimia de “testarudo” es amplísima y el adjetivo puede considerarse equivalente a: terco, tozudo, obstinado, porfiado, pertinaz, contumaz, cazurro, cabezudo o baturro.
Nuestro blog es irreal y maravilloso y más que contar respetando la etimología de las palabras, prefiere expresarse a través de ejemplos mágicos, porque la magia forma parte integral del enigma de la vida, y alterna su infinita curiosidad con la poesía.
He aquí un grupo de testarudas historias mágicas de vidas, contadas en imágenes…
El origen y autoría de las fotografías que muestro a continuación, se ha perdido entre las muchas reproducciones que han hecho de la misma en su larga historia. En ocasiones poco se conoce sobre sus fuentes, sin que el anonimato empañe la testaruda historia que describen:

Tal como podéis apreciar, un innovador realiza una demostración nunca antes ejecutada e implanta un hito en la historia de la fotografía, al lanzarse con todas sus fuerzas, de cabeza contra una pared, para demostrar así la resistencia del casco protector. Aunque he rastreado con avidez, no encontré datos adicionales sobre las fracturas múltiples de las vértebras cervicales, que de seguro nuestro testarudo desconocido sufrió.

Y sí, de chalecos antibalas se trata y demostrar su impermeabilidad a los plomos se hace necesario, que mejor demostración que hacerse disparar a quema ropa con un revólver calibre 45, mortífera arma que debe su mala reputación a los cuatreros que asaltaron diligencias en el lejano oeste, durante la fiebre del oro y otros desvaríos humanos.
Resulta inusual en la actualidad, que una persona que recibe disparos de armas de fuego en el tórax mientras porta chaleco antibala sea atravesada por los proyectiles, pero de seguro pasará, una dolorosas y traumáticas “vacaciones” en cuidados intensivos, víctima de la severa contusión torácica que recibe
Para terminar y contando siempre desde las artes visuales y su hijo pródigo: la fotografía; les traigo la historia del hombre que saltó de la torre Eiffel en 1912, con la testaruda intención de probar su paracaídas, y así fue publicado por Josefina Pizarro, un siglo después de acontecidos los sucesos.
Franz Reichelt nació en 1879 en Austria, para luego mudarse a los 19 años a París, en 1898. Sastre de profesión, abrió un exitoso negocio de corte y confección de trajes, en el centro de la ciudad.
Eran los tiempos en que el mundo de la aviación se desarrollaba y expandía a velocidad impresionante, lo que llevó a hitos tan importantes como el famoso primer vuelo de los hermanos Wright en 1903 y el trágico accidente de Thomas Selfridge, primera persona en morir al caer su avión en 1908.
A Reichelt se le ocurrió hacer algo para ayudar a mejorar la seguridad de estos recién nacidos aviadores. Así nació su visión del traje de paracaídas.
Al igual que todos los paracaídas, su idea se basó en el aumento de la superficie de una persona que cae en un intento de frenar su descenso, pero en lugar de estar unido a un dosel superior, su paracaídas se integraba a la ropa y formaba parte de esta, como especie de ardilla voladora.

Los experimentos de Reichelt con el traje empezaron en 1910 y un año después, comenzaron las pruebas personales, al lanzarse por una ventana a más de 8 metros, salto al vacío que resultó en una pierna fracturada.
Incluso con las fallas, Reichelt continuó creyendo en su paracaídas y en 1912 fue el momento que decidió probarlo desde la estructura más alta conocida en ese momento, la Torre Eiffel. Según él, las fallas que habían presentado los muñecos simuladores, se debían a que estos no podían abrir los brazos.
En 1912 organizó una demostración muy publicitada, en la que saltaría desde la primera cubierta de la Torre Eiffel, a más de 55 metros de altura. El evento tuvo lugar el domingo 4 de febrero de 1912. Reichelt llegó a la Torre Eiffel esa fría mañana, portando su traje de paracaídas debidamente ajustado, y posó frente a un gran número de periodistas y curiosos que se apiñaban para ver desde la primera fila, el gran salto al vacío.
El traje de Reichelt no se desplegó durante la caída libre. Convertido en un torpedo humano cayó en picado y murió instantáneamente.

¿Entiende ahora el porqué de las testarudas actitudes humanas?; ¿Queréis conocer más historias de vidas, contadas en imágenes? Aquí les dejo un link a mi perfil de Twitter, para que puedan disfrutar de las 100 fotografías más famosas de la historia.
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#PeriodismoCrítico
Si muy buena descripción del testarudo
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De que los hay, los hay, y estos tres tíos que he descrito pasaron de rosca.
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Intetesante historia de los testaduros e imagenes que demuestran que ninguno termino con un descelanse feliz..besitos y bendiciones
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Franz Reichelt representa a toda la humanidad. Testarudas vidas y testarudas muertes. Muy entretenido 😊
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Genial tu generalización, viene como anillo al dedo, aunque tenga que tirarme de la Torre Eiffel para demostrarlo.
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Hay miles de actos de testarudos, que lamentablemente, no poseen fotos, es una lástima, pues, hoy las pudiéramos estar exhibiendo, en lo Real Maravilloso, jejeje. Un abrazo hermano,por t an curioso artículo , siempre acompañado, de la evidencia fotográfica.
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El objetivo es ese, repasar la historia de la fotografía y hacer a la vez un poco de historia. Feliz domingo.
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La testarudez alimenta tanto cementerios como sueños. De hago hay que morir, por ejemplo de una dosis de determinación. Un placer de lectura.
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BUON CARNEVALE
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Muchas gracias, estás invitado.
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Grazie dell’invito, ma sono impossibilitato
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