La noticia la trajo Andrea, lo recuerdo bien, era una tarde de las muchas que luego de la educación física en el estadio universitario, subía colina arriba hasta la facultad de humanidades, de regreso a la residencia estudiantil. A esa hora de la tarde, ya finalizadas las actividades académicas, los avileños de diferentes facultades, solíamos esperar los unos por los otros, reunidos bajo la sombra de inmensos jagüeyes de retorcidas raíces aéreas, situados a ambos lados de la avenida que contornea el Castillo del Príncipe. Fue en una de esas muchas tardes de saludos y parloteos críticos inimaginables, cuando Andrea lanzó de forma desordenada la noticia al aire “Dicen que en el Palermo Club, hay una descarga que es un fenómeno, una tal Juana Bacallao, tumba el club todas las noches” y con esas intempestivas palabras inició Juana, la Diosas Negra de los cabarets cubanos, su presencia entre nosotros, porque las motivaciones son muy intensas a los 20 años, cuando tan solo hace falta una ligera brisa para desencadenar todo un vendaval de emociones.
La disposición para la nueva aventura que se abría ante nosotros, estaba presente. El deseo de compartir, bailar, alborotar y reír hasta el desplante era la característica del grupo de estudiantes avileño que durante nuestros años universitarios manteníamos contacto estrecho y permanecíamos unidos a pesar de cursar carreras diferentes.
Tan solo quedaba reunir el consumo mínimo de las entradas, 24 pesos por pareja, el cual daba derecho a una botella de ron barato y cuatro refrescos necesarios para diluir el excitante licor que te hacia exhalar, como un dragón, llamaradas de fuego si lo ingerías puro.
El ambiente de los clubes nocturnos de La Habana es realmente malsano y excitante. Escasa iluminación con predomino de rojos, humo, colillas, rones, vasos de licor por todas partes y música alto parlada a decenas de decibles por encima de lo permisible, ideal para sacar humo de nuestros tímpanos cuando vibrasen.
¿Qué hacían un grupo selecto de estudiantes universitarios en una hoya de perdición semejante? No me preguntes, no tengo respuesta lógica, pero lo cierto es que muchos de los que me leen son consciente que no nos quedó un club nocturno en La Habana por visitar, sábado tras sábado, año tras años.
Trascurría 1975, un sábado cualquiera en la noche, los hay para escoger. Club Palermo en Centro Habana, se hace silencio en medio del estruendo y aparece una presentadora, con varias toneladas de cosméticos y coloretes encima, cantidad que rebasa con mucho los estándares convencionales, pero te recuerdo que es noche de cabaret en Centro Habana: “Buenas noches a todos, hoy tengo el gusto de presentarles a la super vedette de las Américas, la excepcional Juana Bacallao con su orquesta de afamados músicos que la acompañan “Tiembla la Tierra”. Prepárense a reír, ya podéis imaginar el desorden que se nos viene encima, si el grupo musical se llama Tiembla Tierra, que intensidad tendrá el terremoto vernáculo de su cantante, que ya aparece en el estrado.
Pocos meses antes de nuestra visita al Palermo, un desagradable suceso había conmocionado a Cuba y la irritación popular estaba aún presente en la cuidad. Me refiero a la elección de la estrella del carnaval y sus luceros, en el año 1974. De forma habitual, la ceremonia de elección se llevaba a cabo en la Cuidad Deportiva, y era trasmitida en vivo por la televisión nacional a todo el país. Desde temprano en la tarde, el inmenso graderío del local repletaba de pueblo que sin aforo gritaba, y aplaudía la magistral animación de locutores del calibre de Germán Pinelli y Consuelito Vidal, mientas las concursantes caminaban a lo largo de la improvisada pasarela, portando un número que las identificaba, mientras se escuchaba de fondo, la locución de sus nombres y procedencias.
A lo largo de sus muchas ediciones, la elección de la estrella del carnaval y sus luceros estuvo determinada por la preferencia del público, que coreaba los números de las concursantes y cualificaba su selección con la intensidad de los gritos y aplausos.
Cuál sería la conmoción cismática de la concurrencia, al observar desconcertados que la modelo más popular, la número 14, había sido eliminada en la primera vuelta, descalificada por no reunir el requisito de pertenencia sindical. La injusticia no es adjetivo aplicable en modo alguno al cubano; no poseemos calidad de injustos, y aquella elección llego hasta ahí. El enardecido público grito y chifló y siguió chiflando hasta que el estruendo se fue por encima de los audios, y ocasionó tal desconcierto que hubo de detenerse el espectáculo.
Resultaron inútiles los chistes, las animaciones, y los llamados a la calma que una y otra vez pedían los locutores, la elección bajo decisiones inicuas no podía seguir adelante y punto. Al finalizar en espectáculo, que no pudo continuar bajo aquel desorden, Pinelli, en un gesto muy aplaudido, toma del brazo a la concursante preferida del público, y en oficio de paje, auxilia a la destronada reina en su descenso del estrado.

Ese fue el fin de la tradición, desde entonces los carnavales perdieron por completo sus encantos y Germán Pinelli nunca más apareció frente a las cámaras.
Madre mía, me he salido del guion, pero ya regreso de inmediato, porque Juana Bacallao ha sido llamada a escena, en el palpitante y bohemio Palermo, repleto de público bien dispuesto a chiflar y aplaudir, porque en un buen cabaret vernáculo, vale todo.
Se hace silencio y Juana sale a escena con una peluca azul, lentejuelas, y nada de ropa atrevida, porque en esa ocasión y a pesar del intenso calor del verano, cubría su cuerpo con bufanda y sobretodo, que le parecía bien vestir y basta, ella era así. Pero, ¿qué lleva la mujer desastre entre las manos? Nada menos que un letrero con el rótulo del número 14 en rojo, el mismo número que portó la aspirante a estrella del carnaval injustamente descalificada.

Juana comenzó a contonearse y dar caderas de forma tan exagerada que nadie podía dejar de reirá, y mientras recorría el escenario de una punta a la otra con el rótulo entre las manos, aquella mujer espectáculo, con su voz grave característica clamaba al público “ustedes quieren a la 14, pues yo estoy aquí, yo me debo a mi pueblo y soy su reina”. Aquello se vino abajo.
La función fue toda una magistral parodia llena de destemplanzas. Juana llegó a quitarse sus medias caladas que semejaban más una red de pesca, que prendas de mujer, mientras mostraba señalando a sus piernas y presumía de no tener várices. Modeló, coqueteó, contoneo caderas e hizo todo cuanto quiso, mientras desde la realeza de su imaginario estrellato, pedía aplausos al público emocionado.
Renglón aparte merece la canción que la ha identificado desde su inicio en el mundo de la actuación, siempre aclamada y aplaudida:
En mi Cuba nace una mata
Que sin permiso no se puede tumbar
No se puede tumbar
Esa mata nace en el monte
Esa mata tiene poder
Esa mata es Siguaraya
Juana no cantó para nosotros, simplemente desbordó la letra de su canción emblemática, dado el atributo de poderes sobrenaturales que la Siguaraya tiene y ella lleva dentro, porque abre los caminos y la suerte a quienes la invocan y los cierra a sus enemigos, y así lo aseguró Don Fernando Ortiz, en sus tratados de etnología.
Las parodias y chanzas picantes transcurrieron durante la noche, porque Juana, la estrella absoluta del carnaval habanero, reconocida por su público como la concursante de su preferencia, no dejó de mostrarse en escena respondiendo a supuestas entrevistas y contratos en las mejores pasarelas y revistas de modas del mundo, porque ella era la reina indiscutible del carnaval habanero y belleza tenía de sobra.

La noche cerró, con todos los presentes agotados de reír, en una ovación prolongada y única donde Juana muy emocionada pidió que no la hiciéramos llorar, porque caerían al suelo su único par de pestañas postizas.
Rememorando con agrado el pasado, me percato que desde hace 45 años me he mantenido a la caza de las disparatadas noticias, de ese fenómeno artístico único en América, conocido como Juana Bacallao y he logrado recopilar información suficiente para escribir su biografía, aunque no os asustéis, no pretendo tanto. Tan solo les advierto que dispónganse a reír hasta el paroxismo en nuestras próximas publicaciones, porque de Juana me falta mucho por contarles.
Excelente anécdota que identifica la estrella del carnaval Habanero cómo bien haces alusión no existe Juana Bacallao sin recordar Siguaralla..gran motivación tú post en el blog, nada impide llegar al final de cada crónica..fiel seguidora de tus publicaciones….vamos por más .
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Muchas gracias, eres mi más fiel lectora, siempre llegas de primera «QUE ORGULLO».
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Ufff como he reído con este pasaje, de verdad que tienes el don de un único lenguaje que nos mantiene prisioneros hasta el final, cierro los ojos y parece estoy en ese grupo de jóvenes universitarios, visitante de cuanto centro nocturno tenia la Habana. Jjjja lo he disfrutado en verdad. Seguimos en espera de nuevos episodios.Felicitaciones.
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Gracias Marian, tus comentarios siempre me estimulan a seguir escribiendo y contarles anécdotas mágicas
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Todo un show, yo también la vi en el Palermo. Pero la última imagen que tengo fue de verla desde una guagua, caminando sola por la calle 23, bajo el sol de las 3 de la tarde, con peluca y traje largo. Ella decía que la canción Baila como Juana la cubana, la habían hecho por ella! Después ella fue de visita a USA y la entrevistaron a su llegada al aeropuerto de Miami y el periodista le preguntó si se iba a quedar, a lo que ella contestó “ven acá chico, tu me quieres perjudicar?” También dijo que la peluca azul o roja que traía se la había regalado Michael Jackson. Bueno de todo lo dicho por lo único que pongo la cabeza en el picador es por lo de la calle 23, lo demás puede que sea realismo mágico….
Todo un show la Juana
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Gracias Alberto, que agradable tener tus comentarios en nuestro blog, pero por favor no desespere, de Juana me queda mucho, pero mucho por contar, soy su principal biógrafo.
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Gracias a ti. En realidad nunca le había visto la cara a la 14, y creo que no era para tanto! En la universidad en la Habana oi muchas veces a las muchachas diciendose unas a otras, “tu te crees que eres la 14?”. Mejor hubieran puesto a Juana Bacallao. Después estuve en el pre con Mayda Tirado, la estrella rubia de la Habana y creo que ella era mas 14 que la 14, aunque fueron de distintos años.
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! Fantástico, Volfedo! Me has hecho recordar mi época de estudiante en la UH en esa misma época y me veo tal y cual comentas muy seria y «puntualita», pero no me quedó uno de esos sitios por visitar . Me acuerdo de esa elección de la Reina del Carnaval, pero ! que memoria tienes! No recordaba el número 14 , aunque si vagamente a la muchacha ( las mujeres nos fijamos en esos detalles de pelo, vestido, etc) .
No te escribo a menudo, pero me encantan tus comentarios. No puedo decir que equivocaste la vocación, porque todos sabemos que eres un excelente médico y que este blog es solo un «además» , pero un «además fabuloso» .
Espero lo que sigue de nuestra Juana Bacallao
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Muchas gracias profesora y amiga, sus comentarios me llenan de orgullo, con usted son muchos los que me acompañan a los clubes habaneros, los comentarios ponen candente la línea y mi correo privado. Seguiré escribiendo, de Juana tengo mucho que contarles.
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Camacho me transportaste a mi época de estudiante, en la residencia de Gy25, años 67 al 69 y la vida nocturna de La Habana, era cómo la describes, yo creo que recorrí todos los clubes nocturno y cabarets del vedado y buena parte del resto de La habana, increíblemente el dinero alcanzaba ya que con 5 pesos te tomabas unos tragos de ron malo con Ginger o cola tu y tu pareja, A Juana la pude ver en un Show en el Cabaret Caribe del Habana Libre y como dices era espectacular, espero tus próximas crómicas, recibe un abrazo fraterno.
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Gracias Pedro, la rumba sigue, es solo el coy
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Un personaje muyyyy habanero , la vi muchas veces por 17 y 12, donde está mi casa en la Habana , acabada de levantar y no se sabía bien si iba o venía pero siempre despampanante y acaparando la atención de todos . Muy querida por los habaneros y por toda Cuba .
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Excelente relato, cuando lo leo me parece estar viendo a todo el grupo que ha resistido la prueba del tiempo hasta perder el aliento. A todos, los que están y los que ya partieron, mi permanente y agradable recuerdo
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Esa pasión me hace escribir, los que viven en el recuerdo nunca se marchan del mundo de Lo Real Maravilloso
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Como todo lo que escribes…
Sencillamente Fabuloso….
No conocia lo de la 14… Siempre se aprende leyendote o escuchandote
Gracias
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Excelente relato de tu excelente con Juana Bacallao,
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Muchas gracias, pienso que es una historia amena para alegrar el fin de semana.
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Gracias. Un cordial abrazo desde Cuba
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Interesanticimo, Juana Bacallao me hace reír siempre; pero Pinelli, después de 1975, siguió apareciendo ante las cámaras muchos años más.
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Interesanticimo; pero Pinelli, después de 1975, siguió apareciendo ante las cámaras muchos años más.
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Pinelli fue grande entre los grandes, era muy difícil mantenerlo en la sombra, siempre lograba escapar.
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