No pretendo volver a reseñar, la historia constructiva del Cristo de La Habana en su acervo monumental, información hay mucha, disponible al alcance de todos, por tal razón, prefiero reservar el espacio de estas líneas, a la narración de los relatos mágicos que definen nuestro blog, enfrascado en la búsqueda incansable de lo real maravilloso.
Una vez concluido el asalto al Palacio Presidencial en 1957, para ajusticiar a Fulgencio Batista; su esposa Martha, desesperada prometió que, si el presidente salía con vida, ella mandaría a erigir una estatua de Cristo que se viera en toda La Habana.
Con tal propósito y dando cumplimiento a su promesa, la primera dama se encargó en persona de convocar un concurso de participación, reunir el financiamiento necesario y asignar la construcción de la monumental obra, a la escultora cubana, Jilma Madera.
Casi de inmediato, la escultora partió para Italia, en su misión de tallar in sito, en las canteras de Carrara, las 67 piezas de mármol blanco, que luego serían ensambladas como piezas de un colosal rompecabezas.
Con una altura de 20 metros, sobre una base de 3, y un peso de 320 toneladas, el Cristo de la Habana se sitúa a 51 metros sobre el nivel del mar, en la colina de “La Cabaña”, poblado de Casablanca.
La inauguración del Cristo de la Habana tuvo lugar el 25 de diciembre de 1958, y justo desde su apertura pública, se iniciaron las cuitas que han dado lugar a las leyendas.
La ceremonia de inauguración fue bendecida por el Cardenal Arteaga, contra su voluntad y en un ambiente cargado de tensiones, debido a las malas relaciones que tenía el prelado con el dictador Fulgencio Batista, el cual pretendía ganar apoyo popular con la instauración de tan bella escultura.
“No pocos cubanos decían que el Cristo era milagroso, porque solo pasaron 7 días desde su inauguración, para la huida de Batista. Otros pensaban el milagro al revés, decían que el Cristo había salvado por segunda vez a Batista, un hombre tan malvado y asesino, que al final pudo huir con la familia y las maletas llenas de dinero sin que fuera ajusticiado. Ya ves, es como te digo, cada cual acomoda el santo de la forma que le conviene, y que Dios me vuelva a perdonar”.
“Una noche del año 1961, mientras veía el noticiero de Televisión, escuché una noticia que me impactó a punto de que me subió la presión arterial, casi me da un infarto. Cuenta Jilma. La nota decía así: ‘Las inclemencias del tiempo no han respetado ni al Cristo de La Habana, puesto que un rayo le ha perforado la cabeza en la tarde de hoy”’.
“En aquella época el Cristo no importaba mucho, por tan obvias como equivocadas razones, y si yo no actúo rápido, allí lo que habría ahora sería un parque con bancos y unos viejos contando: aquí hubo un Cristo enorme que fue devorado por las lluvias”. Tomado textualmente de entrevistas a Jilma Madera.
Durante los años sesentas y setentas del pasado siglos, el Cristo continuó sus cuitas y desgracias, y fue cubierto a exprofeso con árboles, para hacerlo invisible, por estar dentro de una zona militar.
“En 1986, luego que un tercer rayo importara sobre el Cristo, cuenta Jilma que entonces inició una enorme cantidad de gestiones, hasta que tuvo la oportunidad de entrevistarme con Fidel Castro. Inmediatamente la Empresa de Monumentos de Ciudad de La Habana comenzó la reparación, fue exactamente el 23 de abril de 1986. Fidel dispuso que el trabajo quedara contenido en los planes de este año con pararrayos incluidos.
Gracias a Dios, con la apertura hacia la libertad religiosa de los años 90 y el inicio del turismo a gran escala en la isla, se rescató para Cuba y para humanidad, al Cristo de las dificultades, y en la Semana Santa de 1996 se realizó un viacrucis, en acto de desagravio, protagonizado por jóvenes católicos.
El 5 de noviembre de 2017, el Cristo fue declarado Monumento Nacional. Para otorgar dicha condición las autoridades de la Comisión de Monumentos tuvieron en cuenta los excepcionales valores artísticos, y como la pieza devino en un hito del paisaje de la bahía e icono de alto arraigo popular en la identidad capitalina.
Interesante historia hoy y años atrás declarado monumento nacional no me sorprende se pague su entrada cuando visite el cristo en Río de Janeiro e ha pesar de dominar el portugués por ser de otra nacionalidad tuve q pagar el doble .adoro su historia y muy bien narrada
Me gustaLe gusta a 1 persona