La edificación del convento e iglesia, por los frailes franciscanos, comenzó en el año 1579 y se concluyó doce años después, trabajo que continuó con la construcción de la plaza en 1628, como da testimonio, el fragmento de acta del cabildo del día 2 de junio de ese año, que a continuación cito: «Se acordó aderezar la calle del convento de San Francisco y cerrar el causillo que hace una fuente, que está enfrente de las casas de cabildo, hasta dar en el convento de San Francisco y allí hacer una plazoleta».
El convento después de abandonado por los frailes, tuvo diversas funciones, todas relacionadas con el mercadeo del puerto, cuyos espigones penetraban en la bahía a pocos metros de distancia.
El antiguo Convento de San Francisco de Asís actualmente tiene distintas funciones y su Basílica Menor, después de restaurada, se convirtió en una de las mejores salas de concierto de la ciudad, dedicada a la música coral y de cámara, mientras que el espacio del claustro norte está dedicado a exposiciones de Arte Sacro.
La Fuente de los Leones, uno de los mayores atractivos de la plaza, es de las fuentes habaneras más bellas y de mayor simbolismo, fue traída desde Italia en 1836, donde la esculpió en mármol blanco de Carrara el artista Giuseppe Gaggini, el mismo escultor que hiciera la estatua de la India o de la Noble Habana.
El antiguo Convento de San Francisco de Asís actualmente tiene distintas funciones y su Basílica Menor, después de restaurada, se convirtió en una de las mejores salas de concierto de la ciudad, dedicada a la música coral y de cámara, mientras que el espacio del claustro norte está dedicado a exposiciones de Arte Sacro.
La Fuente de los Leones, uno de los mayores atractivos de la plaza, es de las fuentes habaneras más bellas y de mayor simbolismo, fue traída desde Italia en 1836, donde la esculpió en mármol blanco de Carrara el artista Giuseppe Gaggini, el mismo escultor que hiciera la estatua de la India o de la Noble Habana.
Realidades de la plaza que engendran su magia y dan origen a las leyendas, son sin duda el Jardín de la Madre Teresa de Calcuta, situado a un costado del convento en el espacio donde antiguamente se erigía la cúpula de la iglesia.
El Jardín y una escultura esculpida en memoria de la Madre Teresa situada en el, son un sencillo homenaje de la cuidad a la santa.
Conforme con el pluralismo que le da vida, La Habana ha reservado un pequeño espacio en el Jardín de la Madre Teresa, para la pequeña Catedral Ortodoxa de San Nicolás de Mira, iglesia bizantina de la comunidad de creyentes ortodoxos griegos, los que hasta la consagración del templo en el 2004 no tenían su lugar propio.
El Jardín y una escultura esculpida en memoria de la Madre Teresa situada en el, son un sencillo homenaje de la cuidad a la santa.
Conforme con el pluralismo que le da vida, La Habana ha reservado un pequeño espacio en el Jardín de la Madre Teresa, para la pequeña Catedral Ortodoxa de San Nicolás de Mira, iglesia bizantina de la comunidad de creyentes ortodoxos griegos, los que hasta la consagración del templo en el 2004 no tenían su lugar propio.
La plaza, inclusiva en sus cánones de Cuidad Maravilla, honra el recuerdo del Caballero de París, con su escultura en bronce, situada frente a la puerta del convento que mira hacia la calle Oficios. El Caballero, personaje famoso y popular que deambuló por las calles de la ciudad hasta su muerte en 1997, mitifica la cuidad con una más de sus muchas leyendas, pues tocar su barba equivale a años de prosperidad, de ahí el brillo que han adquirido sus bronces con los muchos toques.