Las grandes damas del impresionismo: Suzanne Valadon.

Suzanne Valadon, (1865-1938), fue una pintora francesa, hija de una lavandera viuda, razón por la cual, desde muy temprano hubo de luchar para ganar la vida. De formación académica autodidacta, supo hacerse con el triunfo en vida mediante una carrera exitosa que la sustrajo de la pobreza y la hizo una figura reconocida en el mundo del arte.

Comenzó a trabajar a la edad de 15 años como trapecista en el Circo de Pigalle. Una pronta caída durante un entrenamiento la obligó, no sin pena, a abandonar el mundo del espectáculo. El circo, al igual que los cabarets, las salas de baile o los teatros de variedades, conformaban el día y noche de la vida del Montmartre de finales del siglo XIX y ella entró de lleno en todos los divertimentos de la Belle Époque desde muy joven, conociendo y formando parte activa de la farándula de París.

La Belle Époque (literalmente en español: época bella), es un período de la historia de Europa, en el cual la ciencia, la tecnología, el arte y la moda generaban transformaciones culturales y económicas que influían en todas las capas de la población, desde la más alta aristocracia hasta los más pobres.

La tendencia general en la gente de esta época era optimista y ambiciosa respecto al porvenir, gracias a las innovaciones tecnológicas que se difundieron masivamente. Doctrinas filosóficas y tendencias de época como el positivismo con su fe en la ciencia y el cientifismo con su convicción de que la ciencia era capaz de encontrar solución a todo enigma o reto, hicieron su aparición y empezaron a ganar abiertamente adeptos entre los intelectuales. La Belle Époque se hizo notar sobre todo en la arquitectura de los boulevards de las capitales europeas, en los cafés y los cabarés, en los talleres y galerías de arte, en las salas de conciertos y en los salones frecuentados por la burguesía y las clases medias.

Suzanne Valadon disfrutó la Belle Époque en todo su esplendor, integrándose a ella desde su vida disipada y el arte. Esta era una posición diametralmente opuesta a las hoy conocidas como «las tres grandes damas del impresionismo»: las pintoras francesas Berthe Morisot, y Marie Bracquemond; y la estadounidense Mary Cassatt. Mientras ellas eran nacidas en familias de clase media-alta que luchaban por mantener la tradición social con todos sus prejuicios. Suzanne, de origen humilde y educación mundana, entró de lleno en la naturaleza humana, desarrollando una obra independiente y pintando cuadros que desafiaban las normas establecidas.

Suzanne conoció el éxito en vida, a pesar de las dificultades económicas afrontadas en su juventud y tener que llevar adelante como madre soltera a su hijo Maurice Valadon, al que dio a luz con dieciocho años y años más tardes sería el famoso pintor Maurice Utrillo. Llamo la atención sobre el cambio de apellido, el cual se debe a la adopción por uno de los amigos de Suzanne, el también pintor Miquel Utrillo.

En 1896 Suzanne se casó con el corredor de bolsa Paul Moussis, y pronto se sintió desdichada. En 1909, aburrida de la recatada vida burguesa donde no se sentía a gusto, Suzanne de 44 años dejó a su marido y se enamoró de un amigo de su hijo, André Utter, de 23 años, un electricista que aspiraba a ser pintor, y admiraba mucho su obra.

Utter descubrió un mundo de sensualidad que le era desconocido, y fue el modelo de muchos de los desnudos masculinos de Suzanne. En uno de sus lienzos más conocidos “Adán y Eva”, él es Adán y ella, Suzanne, es Eva.

Detalle de “Adán y Eva” por Suzanne Valadon. Óleo sobre lienzo, 1909. Colección Museo Nacional de Arte Moderno de París.

Utter, carente de todo talento, nunca alcanzo a ser pintor, pero resultó ser un hombre con habilidad innata para los negocios y se encargó con éxito de gestionar la obra de madre e hijo.

En 1914, Suzanne se casó en segundas nupcias con Utter, justo antes comenzar la Primera Guerra Mundial. Finalizadas las beligerancias, se mudaron a una mansión, contrataron sirvientes y compraron coches, lujos todos que solo podían permitirse la gente rica del momento. De espíritu libre y caprichosa hasta la extravagancia, se la conocía por llevar consigo un manojo de zanahorias y tener una cabra en el estudio para que «se comiera sus malos dibujos» donde, además, alimentaba a sus gatos con caviar los viernes. Fueron años de derroches y desenfrenos, que finalizaron de forma abrupta cuando André la engañó y se dio a la fuga.

Tras su divorcio en 1934, Suzanne quedó sola pero no vencida. Durante los últimos años de su vida, acogió bajo su tutela y amparo a otro hombre más joven que ella, llamado Gazi, dispuesta a repetir con nuevos bríos el ciclo ya acostumbrado de su vida íntima.

Gazi al igual que Utter quería ser pintor, pero ganaba la vida tocando la guitarra en el bar donde conoció a Suzanne y después de ello, comenzaron a vivir juntos. Si queremos ser juntos, debemos reconocer que no podemos establecer cuál era el tipo de relación íntima exacta que establecieron entre ellos; ¿eran amantes, o simplemente amigos? Dejo este suceso a la interpretación libre.

La convivencia de Suzanne con Gazi duró cuatro años; justo hasta la muerte de la artista el 7 de abril de 1938, causada por un derrame cerebral. Entre los asistentes al funeral se encontraban sus amigos pintores André Derain, Pablo Picasso y Georges Braque.

Suzanne Valadon fue enterrada con honores y palabras de elogios en el Cementerio de Saint-Ouen de París, sitio donde descansan celebridades y famosos de la época como el escritor Alphonse Allais (1854–1905), el aeronauta Eugène Godard (1827–1890), la campeona de tenis Suzanne Lenglen (1899–1938), el artista Jules Pascin (1885–1930), el compositor y musicólogo Henri Quittard (1864–1919) y el cantante de ópera Émile-Alexandre Taskin, (1853–1897).


Desde muy joven, la belleza de Suzanne atraía a muchos artistas de los que fue modelo y de los que aprendió las técnicas pictóricas mientras posaba. Posó para Edgar Degas, Henri de Toulouse-Lautrec, Pierre-Auguste Renoir y Pierre Puvis de Chavannes, mientras mantenía relaciones íntimas con algunos, si no todos ellos. Asidua a los bares de mala reputación de Montmarte, donde, al decir de Toulouse-Lautrec, la burguesía parisina acudía a encanallarse, Suzanne fue partícipe de los espectáculos nocturnos, mientras ganaba la vida como modelo, experiencia vital que luego hizo un motivo recurrente en sus pinturas.

“La resaca o Retrato de Suzanne Valadon”. Artista: Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901). Óleo sobre lienzo, hacia 1888. Colección Museo de Arte Fogg, el más antiguo de los museos de arte de la Universidad de Harvard.

Un hecho fortuito compulsó a Suzanne a abandonar su trabajo como modelo para concentrarse en su propio cuerpo en busca su identidad personal en la pintura. Jeanine Warnod afirma que: «Suzanne se encontraba en su casa dibujando, cuando su amante del momento, Toulouse-Lautrec, golpeó la puerta por sorpresa. El artista la descubrió dibujando, y enamorado de la afición de su modelo, miró los dibujos que yacían descuidados sobre la mesa. Le pidió que le enseñara más, y al reconocer que esos dibujos tenían mucho mérito, pese no haber recibido ningún tipo de entrenamiento, decidió compartirlos con sus amigos. Lautrec escribió para Suzanne una carta de presentación a Edgar Degas, ya que él era la persona con la que sus dibujos podían relacionarse más. Degas la aceptó como alumna al reconocer las líneas vivas de sus dibujos y pinturas, y la animó a continuar pintando. Bajo su tutela y en compañía de otros artistas, Suzanne llegó a adquirir conocimiento y calidad notable como pintora profesional».

“Dos mujeres sentadas”, tiza y pastel sobre papel encolado en cartón (1897). Colección David E. Weisman y Jacqueline E. Michel.

Suzanne Valadon es una figura inspiradora que nos recuerda el poder de la perseverancia y la pasión frente a la adversidad. Su historia nos muestra que, a pesar de los obstáculos y las discriminaciones sociales, el talento y la creatividad pueden abrirse paso y dejar una huella imborrable en el mundo del arte.

«Suzanne Valadon, autorretrato”, óleo sobre cartón montado sobre madera fechado 10 de noviembre de 2019. Colección Museo de Montmartre,
París.
“Mujer morena desnuda sentada” por Suzanne Valadon (1930). Colección del Museo de Unterlinden Colmar, Francia.

En 1932, Suzanne Valadon resultó la primera mujer en ser admitida en la Société Nationale des Beaux-Arts, un logro que simboliza su victoria personal sobre las barreras que la habían obstaculizado durante toda su vida.

“Bodegón con conejo y perdiz” de Suzanne Valadon fechado en 1930. Óleo sobre lienzo. Colección Colección Fundación Hermitage; San Petersburgo, Rusia.

Sus obras se exponen en la actualidad en el Centro Georges-Pompidou de París y en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

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