Lo Real Maravilloso

Desde la vastedad del cosmos, la nave espacial estadounidense Blue Ghost, nos ha regalado una perspectiva conmovedora del Planeta Tierra. La imagen, captada por una sonda lunar de Firefly Aerospace, presentan una vista sublime: el azul profundo de los océanos abrazando los continentes, las nubes arremolinándose como pinceladas en el lienzo del cielo, y en el centro, brillando con particular intensidad, el Caribe con Cuba como protagonista.

La fotografía es un poema visual en sí misma que trasciende el mero registro tecnológico. Desde la distancia, nuestro hogar parece frágil y precioso, un milagro suspendido en la vastedad infinita. La isla de Cuba, con sus costas de esmeralda y turquesa, resplandece como un corazón palpitante en medio del océano. Las luces de sus ciudades, tenues y hoy evanescentes, parecen susurros de humanidad, mientras el manto de nubes la acaricia con una ternura que evoca la protección divina.

Esta imagen nos invita a reflexionar sobre nuestra pequeñez frente a la grandeza del cosmos y, al mismo tiempo, sobre la resistencia y la belleza de aquello que construimos sobre esta esfera azul. En el caso de Cuba, la lucha y la esperanza son constantes ineludibles. La isla, rica en historia y cultura, enfrenta en la actualidad retos colosales y dificultades económicas sin precedentes, que ponen a prueba la fortaleza de su pueblo. Sin embargo, incluso en los tiempos más oscuros, la luz de su espíritu permanece intacta, recordándonos que la resistencia también es un arte, un acto de fe y de creación.

Imaginemos, por un momento, que desde esa Inmensidad donde la ciencia se encuentra con el misterio, la voz de Dios se dirigiera a los cubanos, a los de aquí y los de allá, con la Palabra eterna resonando como lejano eco en sus corazones:

—Hijos míos, contemplo desde lo alto la obra de mis manos, y mi mirada se posa en Cuba, esa joya que brilla en el corazón del mar. Veo sus campos verdes y sus costas luminosas, pero más allá de su tierra, veo a su gente: almas valientes que llevan en el corazón la chispa de mi creación. Aunque los tiempos sean adversos y la esperanza parezca tenue, recuerden que mi amor los rodea, como el mar rodea su isla.

—Les he dado una fuerza única, una resistencia que desafía las tormentas y una luz que no se apaga. Las pruebas que enfrentan no son eternas; así como la noche siempre da paso al amanecer, también vendrán días nuevos, llenos de restauración y promesas. Cada sacrificio, cada lágrima, cada gesto de amor y solidaridad ha sido visto, y en mi tiempo, todo florecerá. Resistan, ámense unos a otros y confíen en que lo mejor está por venir. Yo estoy aquí, tan cerca como el susurro del viento y el latido de sus corazones.

Estas palabras imaginadas resuenan con la esencia de un salmo eterno: “Pero yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos”. En este fragmento de los Salmos, encontramos un llamado a confiar, incluso cuando los tiempos nos resultan incomprensibles. La fe, al igual que el arte, es un acto de creación y resistencia, una luz que ilumina incluso los rincones más oscuros de nuestra existencia.

Así, desde las alturas donde el azul de la Tierra se encuentra con la eternidad del cielo, la fragilidad de nuestro planeta y la fortaleza de su gente se entrelazan en una narrativa universal. Cuba, con su belleza singular y su espíritu indomable, nos recuerda que incluso en la adversidad, la esperanza es un acto sagrado. Y que, en los tiempos de Dios, todo encuentra su razón y su momento.

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