José Mariano Manuel Rodríguez Álvarez, miembro destacado de la llamada Escuela de Pintura de La Habana, es reconocido por una pintura exuberante, alegre, dinámica y esencial. Su obra se caracteriza por una vibrante vitalidad, algo que queda reflejado en la constante presencia del gallo en su producción, un símbolo que lo acompaña de alba en alba, siempre anunciando al sol, sin despedirlo jamás.
Autodidacta, Mariano inició su carrera artística bajo la influencia del movimiento muralista mexicano, que marcó profundamente su formación. La década de 1930, periodo clave para su desarrollo, abarcó desde noviembre de 1936 hasta junio de 1937, y se considera su etapa de aprendizaje más intensa. Durante ese tiempo, tuvo la oportunidad de sumergirse en la monumental pintura muralista de artistas como Diego Rivera, David Siqueiros y José Clemente Orozco, a la vez que se conectaba con la efervescente intelectualidad mexicana. Además, fue alumno del destacado pintor y pedagogo Manuel Rodríguez Lozano, quien dejó una huella profunda en la evolución del pensamiento artístico de Mariano.
La larga y exitosa carrera de Mariano se cimentó en las lecciones valiosas de su primer período, que, a su vez, lo integraron en redes transnacionales de activismo y producción cultural. A lo largo de su trayectoria, participó activamente en los debates continentales sobre arte, justicia e identidad nacional.
Durante su primera etapa influenciada por México, se destacan óleos como “Educando” (1938), “Retrato de Aníbal” (1939) y “La hebra” (1939).
Una de las obras más trascendentales de Mariano Rodríguez es La paloma de la paz (1940), que marca un punto de inflexión en su obra hacia uno de los períodos más estudiados y representados de su vasta producción. Entre las pinturas clave que consolidaron la Escuela de La Habana durante los primeros años de la década de 1940, se encuentran el magnífico “El gallo” (1941), adquirido por el “Museo de Arte Moderno” de Nueva York, así como “Mujer con gallo” (1941), “La pecera” (1942) y “Patio del Cerro” (1942), entre otras.


El tema del gallo, recurrente a lo largo de su obra, refleja la admiración de Mariano por estas aves de colores deslumbrantes y porte elegante. Su fascinación lo llevó a pintar una increíble diversidad de gallos en distintas etapas de su carrera. En varias ocasiones, mencionó que, para medir el desarrollo de su trabajo, recurría a pintar un gallo. Si el resultado era satisfactorio, se sentía inspirado para seguir creando. Aunque algunos han reducido su producción a una etiqueta de “pintor de gallos”, esta visión resulta limitada frente a la riqueza de su obra. Una revisión más detallada de sus piezas más emblemáticas revela una galería mucho más amplia y diversa que va más allá de los gallos.
En 1953, la crítica de arte cubana Gladys Lauderman organizó una exposición titulada Los gallos de Mariano en el Lyceum de La Habana. En esta muestra, agrupó varias de sus obras en orden cronológico, dejando claro cómo evolucionó el tratamiento de este tema a lo largo de los años. Las primeras pinturas presentan composiciones que evocan danzas, mientras que las realizadas a finales de la década de 1940 reflejan rituales de muerte entre rivales. Una de las obras que mejor ilustra esta evolución es “El gallo japonés”.
En octubre de 2016, “Pelea de gallos” se convirtió en la venta de arte latinoamericano de mayor valor registrada en la célebre casa de subastas Christie’s, ubicada en la emblemática Rockefeller Plaza, en pleno corazón de Manhattan. La obra fue vendida entre aplausos por 1.087 millones de dólares, marcando un récord para el artista.
Actualmente, “la exposición Mariano: Variaciones sobre un tema”, recorre con gran éxito los Estados Unidos. Inaugurada el 7 de septiembre de 2021 en el “McMullen Museum of Art” del Boston College, la muestra continuó su itinerancia en el “Pérez Art Museum” de Miami en 2022. Esta exposición constituye la primera retrospectiva dedicada a Mariano Rodríguez en América del Norte. Curada por la doctora Elizabeth Thompson Goizueta, la muestra ofrece un fascinante recorrido por la obra de Mariano Rodríguez, desde sus inicios en la segunda mitad de los años treinta hasta sus últimas composiciones, creadas a finales de la década de 1980. Son casi seis décadas de una vida apasionada, entregada al arte.

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