Van Gogh, a las puertas de la eternidad.

«Van Gogh, a las puertas de la eternidad» (At Eternity’s Gate), es una película dramática y biográfica de 2018 sobre los últimos años del pintor Vincent van Gogh. Está dirigida por Julian Schnabel, a partir de un guion de Schnabel, Louise Kugelberg y Jean-Claude Carrière. La cinta es protagonizada por Willem Dafoe como Van Gogh, Rupert Friend, Oscar Isaac, y Mads Mikkelsen.

Willem Dafoe como Van Gogh. «Van Gogh, a las puertas de la eternidad» (At Eternity’s Gate), 2018.

La figura de Vincent Van Gogh es un atractivo especial para los realizadores cinematográficos que han filmado una gran cantidad de documentales y varios largometrajes dramáticos sobre su vida y obra, desde aquel primer «El loco del pelo rojo» (Vincente Minelli, 1956) hasta el presente «Van Gogh, a las puertas de la eternidad» filmado por Julian. Recuerdo haber disfrutado de magníficos largometrajes, como “Vincent y Théo” (Robert Altman, 1990), “Van Gogh” (Maurice Pialat, 1991), y el episodio de “Los sueños” de Akira Kurosawa (Akira Kurosawa, 1990), en el que el pintor era interpretado por el mismísimo Martin Scorsese y la joya de animación estrenada en el año 2017 y ,“Loving Vincent” (Dorota Kobiela, Hugh Welchman) en el que cada fotograma (tengan en cuenta el número necesario para completar 80 minutos), estaba pintado al óleo siguiendo la técnica y el estilo que hicieron inmortal al genio holandés. Todos estos maravillosos filmes constituyen joyas del celuloide de obligada referencia.

Cabría preguntarse. ¿Por qué, tras tantos largometrajes, la figura de Van Gogh mantiene su atracción y magnetismo?; imagino que su carácter de pintor maldito y su genialidad incomprendida que hizo que solo vendiera un cuadro en vida (El viñedo rojo), tienen los suficientes alicientes dramáticos; mucho más si se tiene en cuenta su cruda biografía y su trastorno psíquico; pero me resisto a no pensar que parte importante del interés radique precisamente en su concepción pictórica, en las características de su pincelada, en su inconfundible estilo y, cómo no, en la enorme fama alcanzada tras su muerte que ha convertido a muchas de sus obras en auténticos iconos siempre presentes en los medios artísticos, decorativos y publicitarios.


“Van Gogh, a las puertas de la eternidad”, es una película incuestionablemente hermosa, la dirección artística y la fotografía nos transportan al interior de las estancias de sus cuadros, a los rostros de sus retratados y a los campos de Arlés, que tan presentes están en su pintura mientras la música de Tatiana Lisovkaia se imbrica en la narración como determinante de los estados de ánimo y la pulsión creativa de “un hombre que nació demasiado pronto y pintó para los que todavía no habíamos nacido”.

La película presenta como una exploración poética y visceral de los últimos años de Vincent van Gogh y se aleja a voluntad, del biopic convencional, sumergiéndose en las profundidades emocionales y psicológicas del artista, interpretado magistralmente por Willem Dafoe.

Schnabel, reconocido por su sensibilidad hacia el arte y su capacidad para capturar la esencia del genio creativo, estructura la narrativa de manera fragmentada, reflejando la mente inquieta y atormentada de Van Gogh.

La cinematografía, a cargo de Benoît Delhomme, es un homenaje visual a la paleta vibrante y audaz del pintor. El empleo de la cámara en mano, permite al espectador compartir la intimidad de la percepción de Van Gogh. Este enfoque visual trasciende la mera representación, creando una experiencia casi táctil del acto de pintar.

El guion, co-escrito por Schnabel, Jean-Claude Carrière, y Louise Kugelberg, se centra en la relación de Van Gogh con su entorno y consigo mismo, más que en la mera cronología de los eventos. A través de diálogos introspectivos y escenas contemplativas, la película invita a la reflexión sobre la lucha entre el arte y la locura, la belleza y el sufrimiento. Dafoe encarna a Van Gogh con una intensidad conmovedora, capturando tanto su vulnerabilidad como su fervor artístico.

La película, a través de los diálogos, transmite de forma destacable la idea de que la naturaleza es una fuente infinita de inspiración y consuelo para el artista. Con un enfoque introspectivo, los diálogos exploran temas como la conexión de Van Gogh con el entorno natural, su visión de Dios y su pasión por la pintura:

– Van Gogh expresa en varios momentos su profunda conexión con el paisaje natural, considerándolo la obra predilecta de Dios, y nos hace saber, cómo los colores y las formas del mundo de las plantaciones y las flores, son más vibrantes y significativos cuando se ven a través de sus ojos, una visión que él intenta capturar en sus lienzos.

«Van Gogh, a las puertas de la eternidad» fue filmada en escenarios naturales. Arlés, región en el sur de Francia.

– La película presenta a Van Gogh como un hombre en constante búsqueda de un significado más profundo para su existencia. En sus conversaciones, a menudo medita sobre la presencia de Dios en su vida y obra, sugiriendo que su acto de pintar es una forma de acercarse a lo divino. Los diálogos reflejan su creencia de que su talento es un regalo celestial y su arte, una manera de glorificar la creación.

Téngase en cuenta que el padre de Van Gogh fue pastor en la vida real y que fue criado en un medio familiar de gran religiosidad.

– La relación de Van Gogh con la pintura se describe como un acto de necesidad vital. En sus diálogos, se percibe la urgencia y el fervor con los que se dedica a su arte. Van Gogh menciona que pintar es la única forma en que puede expresar plenamente su visión y emociones, subrayando que, a través de la pintura, intenta captar la esencia de la vida misma.

La película utiliza sus meditados y filosóficos diálogos para ofrecer una visión íntima del alma del artista, revelando sus pensamientos más profundos y su intensa relación con el mundo, la divinidad y su vocación artística. Estos elementos se entrelazan con éxito para crear un retrato conmovedor y auténtico de Vincent van Gogh.


La belleza visual de “Van Gogh, a las puertas de la eternidad” es uno de sus aspectos más elogiados del filme, y esto se debe en gran medida a los impresionantes escenarios naturales donde fue filmado. La elección de las ubicaciones no solo realza la autenticidad de la narración, sino que también refleja la conexión íntima de Van Gogh con el paisaje que le rodeaba.

La película fue rodada en varias localidades de Francia; lugares que Van Gogh habitó durante los últimos años de su vida e influyeron profundamente en su obra:

Comienza en Arlés, región en el sur de Francia donde Van Gogh pasó un periodo significativo de años, al final de sus días; produciendo algunas de sus obras más icónicas. Los campos de trigo, los cielos expansivos y la luz única del sur de Francia fueron capturados con maestría en la película, evocando las texturas y los colores que Van Gogh buscaba al pintar.

El manicomio de Saint Paul de Mausole en Saint Rémy de Provence, donde Van Gogh fue ingresado, también ocupa un lugar clave de filmación. Los jardines y el paisaje circundante ofrecen un telón de fondo impresionante, que refleja tanto la paz como la agitación interna del artista durante este período.

Por último, Auvers sur Oise, el pequeño pueblo al norte de París, proporciona un escenario evocador y melancólico en los días que precedieron su muerte. Las escenas filmadas aquí, capturan la serenidad rural que inspiró muchas de las últimas obras del pintor.

La cinematografía de Delhomme utiliza estos paisajes para crear una experiencia visual inmersiva. Empleando técnicas como la cámara en mano y el uso de luz natural, el espectador es transportado al mundo tal como Van Gogh lo veía, lo sentía y disfrutaba dentro de sí. Esta autenticidad visual no solo enriquece la narrativa, sino que también invita al público a experimentar el entorno que inspiró el genio artístico del pintor.

Sin deja espacio a la duda, uno de los grandes méritos de la película, es la actuación de Willem Dafoe en el papel protagónico de Van Gogh, ampliamente elogiada por su profundidad y autenticidad.

Dafoe se sumerge completamente en el personaje, capturando tanto su apariencia física como su agitación emocional. A pesar de ser significativamente mayor que Van Gogh en el momento de su muerte, Dafoe logra transmitir la vulnerabilidad y el fervor juvenil del pintor, notable por su intensidad emocional, y logra trasmitir de forma convincente la complejidad de su estado mental, desde la euforia creativa hasta la desesperación más profunda. Su actuación es a la vez conmovedora y cruda, ofreciendo una representación auténtica del sufrimiento y la pasión del artista.

A lo largo de la película, Dafoe incorpora matices y sutilezas que enriquecen su interpretación. Sus expresiones faciales, el lenguaje corporal y el uso de pausas en los diálogos contribuyen a una representación compleja y multidimensional de un Van Gogh orate cuyas angustias y delirios perturban y conmueven profundamente al espectador.

Dafoe logra crear una conexión emocional con el público, invitándolo a experimentar el mundo a través de los ojos de Van Gogh. Su capacidad para humanizar al personaje, mostrando sus debilidades y fortalezas, hace que su interpretación sea memorable y poderosa, haciéndolo meritorio de numerosos premios y nominaciones que le han sido otorgadas por su contribución a la profundidad y el impacto emocional de la película.


Antes de finalizar hoy; -para ser más exacto-; antes de finalizar de forma momentánea con la vida y obra de Vincent van Gogh; quiero hacer referencia a una escena secundaria que se desliza casi inadvertida en la película: La única exposición en la que participó con sus pinturas en vida. En este contexto, el periodista Albert Aurier es mencionado como una figura clave que escribió la única crítica positiva en vida sobre su obra, e hizo feliz de forma transitoria la mente atormentada y febril del genial pintor. Este hecho, en medio de la tormenta existencial en que vivió van Gogh, merece mención y realce particular en nuestra próxima entrada…

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10 respuestas a “Van Gogh, a las puertas de la eternidad.

  1. No he visto la película, hay que verla según tu reseña. Lo que siempre me provoca interés es la enorme fama de unos pintores , casi idolatría,(¡ojo ! sin quitarles sus méritos) y los otros , igual de su talla que están olvidados. Quizá porqué estaba enfermo, solitario, tuvo la vida infeliz o quizá porqué no ha dejado ni un llegado verbal o literario donde expresara sus ideas o sus conceptos. Fue una enigma y las enigmas siempre provocan interés. En muchos casos la fama es la cuestión de suerte. Estaba en Ámsterdam en su museo donde delante de su obra más famosa «Girasoles» había un montón de gente mirando con admiración – casi con lágrimas- al cuadro. Y me he preguntado «¿ Y si toda esa gente no supiese de Van Gogh nada , absolutamente nada ,como reaccionaría ante el cuadro? » Supongo que a unos cuantos podría gustarles , pero la mayoría pasaría sin fijarse , en ello estoy segura. Un abrazo.

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    1. Querida y estimada Tatyana, cierto es, que la curiosidad mórbida forma parte de la naturaleza humana; penosamente debemos admitirlo.
      Si Van Gogh no se hubiese cortado la oreja de la forma que lo hizo, y su muerte no hubiese estado relacionada con el misterio, quizás poco lo conociesen a pesar del valor indiscutible de sus pinturas.
      Se dice que; “Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”, y en este caso, el mérito toca a su cuñada. Fue la esposa de Theo, Jo van Gogh-Bonger al enviudar, quien vendió algunos de sus cuadros, prestó todos los que pudo para exposiciones, hizo publicidad activa y publicó la nutrida correspondencia entre Theo y Vincent.
      «La fascinante historia de la vida de Van Gogh es una de las razones por las que su trabajo gradualmente conquistó al mundo entero. Sin la dedicación de Jo, esto nunca hubiera sido posible», señala el sitio web del Museo Van Gogh.
      Es un gusto desearte un feliz día.

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      1. Muchas gracias por la repuesta tan completa.
        …Se dice que; “Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”,

        Un poco de broma…»Detrás de una gran mujer hay siempre un gran gilipollas» (sonrisaaaaaa)
        Un abrazo.

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      2. Ya conozco tu humor encantador y tu buen carácter, pero sí, algunas mujeres merecen grandes hombres que las hagan brillar como los luceros estrellados de las noches de Van Gagh y las lleven, tomandolas de la mano con delicadeza a disfrutar el sol de los trigales de Arlés, tu mereces eso y mucho más; ellas harían el amarillo de los trigales lucir con mucho más esplendor. Valga, creo he escrito estas lineas solo para ti. Cordial abrazo.

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