A su llegada del bolero a La Habana en la segunda década del siglo XX, traído de la mano de sus creadores santiagueros, los compositores del patio comenzaron a musicalizar poemas en tiempo de bolero, confiriendo al género el romanticismo musical que hoy le caracteriza. Esta tendencia provocó la eliminación paulatina del cinquillo en la línea melódica del bolero, porque el ritmo de los versos se imponía, sin acomodarse al cauce melódico ya establecido. Fue Óscar Hernández uno de los primeros compositores en eliminar casi de manera absoluta el cinquillo de la melodía en “Ella y yo”, de 1916, con versos musicalizados de Urrico Ablanedo.
Esos fueron los antecedentes inmediatos de la obra de Nilo Menéndez, que amplió las posibilidades melódicas del bolero, sin hacer perder al género la atmósfera que lo identificaba. Así comenzó la modernización del bolero, alejándolo por completo del cinquillo. Estas características nuevas del género se consolidan en “Aquellos ojos verdes”, éxito mundial indiscutible.
En la evolución del bolero influyó también, en esa etapa, el surgimiento de los sextetos y septetos de son, lo que generó el bolero-son, uno de cuyos primeros ejemplos fue “Lágrimas negras, de Miguel Matamoros”.
– Miguel Matamoros (1894-1971), fue un músico intuitivo. A la par de los múltiples oficios que desempeñó durante su primera juventud como chofer, carpintero, monaguillo de la Iglesia del Cristo, fabricante de losas, y alfarero; de manera autodidacta se adentró afanoso en el aprendizaje de la guitarra.
En 1910, con 16 años de edad, compuso su primera pieza musical: un bolero que tituló “El Consejo”. A partir de entonces realizaría muchas otras obras hasta alcanzar 198 composiciones, que incluyen éxitos de fama internacional. Matamoros, cantando y rasgando la guitarra, se fue adentrando cada vez más en el mundo artístico, bajo la influencia de los grandes maestros de la trova tradicional cubana, entre ellos, José Pepe Sánchez, Sindo Garay y Alberto Villalón.
La situación socioeconómica y política que existía en la Cuba del gobierno de Alfredo Zayas, hizo que Matamoros se trasladara a La Habana en 1922, donde su triunfo musical fue inmediato.
A día de hoy se le rinde homenaje y durante la pasada “Feria Internacional Cubadisco 2011”, fue develada una estatua de bronce del artista plástico José Rolando Montero, que representa a Miguel Matamoros de tamaño natural en la esquina del Callejón del Carmen y San Bartolomé, en su ciudad natal de Santiago de Cuba.
En las décadas de los años 40 y 50, el bolero cubano sufrió nuevos cambios, con la aparición de las agrupaciones musicales conocidas localmente como “conjuntos”, los cuales ampliaron el formato de los septetos de son, al agregarle más de una trompeta, el piano, la tumbadora y otros instrumentos, extendiendo sus posibilidades armónicas y tímbricas. Fueron cultivadores del nuevo formato ampliado: el Conjunto de Arsenio Rodríguez, el Conjunto Casino, de Nelo Sosa y el de “Kubavana” de Alberto Ruiz.
El filin fue otra de las modalidades melódicas que adquirió el bolero. El término es una versión españolizada del vocablo inglés «feeling«, que significa «sentimiento» y se ha utilizado en la musicología popular, para designar una corriente de la canción romántica surgida en La Habana, Cuba, en la década de los años cuarenta del siglo XX, y luego en México. Con el filin se enriquecieron los textos, y se amplió la línea melódica y la armonía del bolero, tal y como se conoce hoy en la actualidad.
– César Portillo de la Luz (1922- 2013), fue un compositor y cantante cubano, uno de los fundadores del filin, junto con José Antonio Méndez. Su música ha servido de tema para el cine y ha sido grabada en varios países. Su música se distingue por los textos de gran elaboración poética, el amplio sentido armónico y las líneas melódicas de gran riqueza.
Entre 1940 y 1950, su labor se hace relevante dentro del ambiente trovadoresco y noctámbulo de la ciudad de La Habana, presentándose en centros nocturnos y famosos cabarets de la capital como el “Sans-Souci” y el “Pico Blanco” del Hotel St. John.
Su vasta obra autoral ha enriquecido el patrimonio de la canción cubana con éxitos como “Contigo en la distancia” y “Tú mi delirio”, las que cuentan con más de 100 versiones. Otros grandes éxitos como “Noche cubana”, “Sabrosón”, “Realidad y Fantasía” y “Canción de un festival”, también han alcanzado una amplia difusión internacional y lo han acreditado como importante cantautor.
Los temas de César Portillo han abierto un derrotero de éxito para el bolero cubano y han sido interpretados por afamadas figuras internacionales como: Nat King Cole, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Fernando Fernández, Luis Mariano, Luis Miguel, Plácido Domingo, Caetano Veloso, Maria Bethânia, Osdalgia Lesmes y la Orquesta Sinfónica de Londres, entre muchos otros.

El 15 de abril de 2004, la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, otorgó a César Portillo de la Luz, en su VIII edición, el “Premio Latino a Toda Una Vida”, en ceremonia efectuada en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, España.
– José Antonio Méndez (1927-1989), compositor, guitarrista e intérprete. Fue uno de los fundadores del filin. Autor de obras emblemáticas de la canción latinoamericana; su obra es reconocida internacionalmente.
En 1946 compuso sus dos primeros boleros: «Por mi ceguedad» y «Novia mía»; luego le siguen «La gloria eres tú» (1947), «Si me comprendieras», compuesto en 1948; y, «Me faltabas tú», éxito que alcanzó gran difusión mundial en la voz del boricua Tito Rodríguez.
Su obra se caracteriza por el dominio de la forma, su fluidez melódica, el uso correcto de las secuencias armónicas, la coherencia del texto y su correspondencia exacta con los acentos melódicos.
– Marta Emilia Valdés González (La Habana, 6 de julio de 1934) es una compositora, guitarrista y bolerista cubana. Su obra refleja un trabajo artístico acabado que le permitió viajar con el tiempo. Su armonía, en estrecha interrelación con el carácter de la melodía y el sentido del texto, desempeña un papel fundamental en este logro, que le permitió trascender durante la década de 1950.
Con estas sencillas palabras, Marta Valdés define su nacimiento y compromiso con el bolero: «Aterricé en el mundo el día que llegué a mi casa con un Bolero en la cabeza y le busqué los acordes en mi guitarra, pero no tuve la curiosidad de anotar la fecha. Ese debió tomarse entonces como el verdadero día de mi cumpleaños. Una canción fue siempre, en lo adelante, lo mejor que podía ponerme a inventar para salvar las tardes y las noches del miedo a lo desconocido. Luego encontré una familia creciente de personas de todas las edades, a quienes pudo considerar sus iguales entre aquellos que las inventan, aquellos que las tocan o las cantan y aquellos que, sabiamente, las escuchan».

En el 2003, Marta Valdés grabó «Doce boleros míos», acompañada por el guitarrista Rey Ugarte. Otra de las intérpretes consagradas de la obra de Marta Valdés, es Míriam Ramos, quien ha grabado una buena parte de la obra de esta compositora.
– Bola de Nieve: Su verdadero nombre es Ignacio Jacinto Villa Fernández, natural del municipio habanero de Guanabacoa, nació el 11 de septiembre de 1911.
Cantante, compositor y pianista cubano, uno de los artistas más representativos del bolero en la Isla. Compartió grandes escenarios con maestros como Lecuona. Entre sus composiciones más famosas destacan: “Si me pudieras querer” (uno de los boleros más emblemáticos de la canción cubana), “El cabildo de María la O”; y “Como arrullo de palmas”.
Su última actuación fue el 20 de agosto de 1971 en el teatro Amadeo Roldán, durante un homenaje a Rita Montaner. Apareció en la televisión por última vez en el programa musical «Álbum de Cuba», un día después de haber cumplido 60 años. Chabuca Granda junto a amigos y admiradores le preparaban un homenaje en Perú y, antes de partir, concedió una entrevista en Radio Habana Cuba que sería la última. Producto de complicaciones de la diabetes y en tránsito hacia Perú, fallece en Ciudad de México, el 2 de octubre de 1971.
– Beatriz Márquez Castro: Cantante, compositora y pianista, nace el 17 de febrero de 1952 en La Habana; hija del prestigioso compositor e intérprete René Márquez. Inició su carrera artística en 1968.
Conocida como la “Musicalísima de Cuba, ha sido reconocida tanto a nivel nacional como internacional, con éxitos indiscutibles como; “Espontáneamente”; canción compuesta por su padre, el también músico René Márquez, a la que Beatriz le dio vida. “En el cielo de mi vida”, otra composición de su padre, un himno romántico que ha perdurado en el tiempo.
“Como yo te amé”; e “Infinito amor”, constituyen ejemplos de la habilidad para conectar con las emociones del público.

Como toda acción humana, la lista de exitosos cultivadores del bolero en la música popular es incompleta. Cantantes como Benny Moré y Omara Portuondo, dada su relevancia en la música, ya fueron presentados en entradas individuales.
Consideración aparte, debo a los grandes boleristas cubanos en la diáspora, encabezados por Olga Guillot, cantante cubana popular en toda América Latina, Estados Unidos y Europa; ampliamente considerada una de las figuras más importantes y emblemáticas en la historia del bolero y de la música romántica del siglo XX, con éxitos indiscutibles como “Parece que fue ayer”, uno de sus himnos, que su nombre se hizo carne y piel. A cien años de ese milagro, de su reinado, del bolero mismo en su garganta, vale recordar lo que de ella dijo Agustín Lara: «Después del cielo, Cuba; después de Cuba, Olga Guillot».
#LoRealMaravilloso
#Música

🙏🎶🙏🎶🙏🎶
Me gustaLe gusta a 3 personas
Feliz fin de semana.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Happy weekend to you too 🌹
Me gustaLe gusta a 2 personas
Excelente recopilación, Volfredo. El sitio web «Tiempo de Boleros» me ha encantado. Gracias por compartir!
Me gustaLe gusta a 2 personas
BUONA SERATA
Me gustaMe gusta