En el año 1904, Sorolla pintó uno de sus cuadros más famosos: “Pescadoras Valencianas”. En la obra de 1904, el formato casi cuadrado del lienzo enmarca apretadamente a dos mujeres, un poco ladeadas hacia el frente, que ocupan casi todo el espacio, convirtiéndose en protagonistas absolutas de la representación. Aun así, el enfoque un poco elevado permite apreciar al fondo una barca junto a la arena y fragmentos de mar, para contextualizar la escena. La descripción de las figuras, sobre todo la mujer que sostiene en brazos a su pequeño hijo, testimonia sin lugar a dudas la dura labor de las pescadoras; no obstante, el pintor ha esquivado dramatizar el asunto y lo convierte en un reconocimiento vivo al trabajo y al esfuerzo humano. El sol temprano de la tarde cae sobre las pieles y las telas, transformando los colores de una manera asombrosa por la cantidad de intercambios cromáticos que provocan los reflejos de la luz, y por la variedad y riqueza de las tonalidades que consigue.
Sorolla pintó este cuadro al aire libre, siguiendo su método habitual de trabajar del natural. Utilizó pinceladas rápidas y sueltas, y una paleta de colores claroscuros y vibrantes. El resultado es una obra llena de vida y de expresividad.
“Pescadoras Valencianas” es una de las obras más representativas de Sorolla, y forma parte de su periodo de culminación, que abarca desde 1900 hasta 1910. En esta época, Sorolla ya era un artista reconocido y admirado, tanto en España como en el extranjero. Sus cuadros se exhibían en varias exposiciones internacionales, donde recibía premios y encargos.
Sorolla fue un pintor que supo plasmar la esencia de su tierra y de su gente, con un estilo personal y original. Su obra es un testimonio de la historia y la cultura de España, y una fuente de inspiración para generaciones de artistas.
“Pescadoras valencianas” (MNBA), realizada en 1904, retoma el tema de las pescadoras iniciado por Sorolla a principios de la década de 1890, y su evolución puede seguirse a través de otras como “Llegada de una barca de pesca a playa de Valencia” (Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires) de 1898 y “Pescadoras valencianas” de 1903 (Diputación de Valencia), esta última en un estilo muy similar al de la pieza habanera.
Durante el año 1904, Sorolla pinto en Valencia, principalmente, en las playas de Cabañal y Malvarrosa. Estas eran lugares populares para el ocio y el trabajo de los valencianos, y ofrecían al pintor escenas variadas y coloridas de la vida cotidiana.
La playa de Cabañal era el lugar donde se asentaban los pescadores y sus familias, que vivían en humildes barracas junto al mar. Allí, Sorolla pudo observar y plasmar la dureza y la nobleza de su oficio, así como los momentos de diversión y descanso de los niños que jugaban en la arena o se bañaban en el agua. En esta playa, Sorolla pintó obras como “El pescador”, “Niños en la playa” o “Pescadoras valencianas”, de la cual hay varias versiones, dos de ellas en el Museo de bellas Artes de La Habana.
La playa de la Malvarrosa era más amplia y elegante que la de Cabañal, y estaba frecuentada por la burguesía y la aristocracia valenciana, que construían lujosas villas junto al paseo marítimo. En esta playa, Sorolla retrató a personajes distinguidos y atractivos, que lucían sus mejores trajes y sombrillas, y disfrutaban del sol y la brisa. En esta playa, Sorolla pintó obras como “Al agua. Playa de Valencia”, “Paseo a orillas del mar” o “Idilio en el mar”.
Las playas de Valencia fueron una fuente inagotable de inspiración para Sorolla, que supo captar con maestría la luz, el color y el movimiento de sus paisajes y sus gentes. Sus obras fueron admiradas y elogiadas en las exposiciones internacionales que realizó en 1908 y 1909, y le valieron el reconocimiento como uno de los mejores pintores de su época.
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Los títulos de las pinturas, tradicionalmente sostenidos por el MNBA de Cuba, han sido rectificados a partir de su contraste con los que aparecieron en los catálogos de exposiciones personales realizadas en vida del pintor –París, 1906; Berlín, 1907; Londres, 1908; Nueva York, 1909; Chicago, 1911– y en las catalogaciones realizadas por algunos estudiosos del artista –Rafael Doménech, Madrid, 1910; Bernardino de Pantorba, Madrid, 1953; Felipe Garín, Madrid, 1984; Florencio de Santa Ana, Madrid, 1995; Blanca Pons-Sorolla, Madrid, 2009 y Dallas, 2015–. En tales casos, los títulos anteriores aparecen entre paréntesis a continuación del nuevo.
Agradecimiento especial: A Manuel Crespo Larrazábal; curador de la Colección de Arte Español del Museo Nacional de bellas Artes de Cuba.
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Lo Real Maravilloso 
Impresionante…
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