El arte contemporáneo se muda a New York.

La segunda guerra mundial marca la ruptura de una época con el traslado del centro de la actividad artística de Europa (sobre todo París -Escuela de París-) a Estados Unidos (Nueva York). Son los pintores estadounidenses quienes protagonizaron los nuevos movimientos que definen la categoría que hoy conocemos como arte contemporáneo, cuyos referentes principales son Jackson Pollock (action painting, la denominada Escuela de Nueva York -expresionismo abstracto-) y Andy Warhol (Pop Art).

Un muro en el East Village en 1998, mostrando una pintura mural de dos hombres

Los pintores contemporáneos asisten a las transformaciones socioeconómicas del presente y han abandonado para siempre la tutela de los gremios. Su formación puede ser académica o autodidacta, y su relación con el público es completamente distinta a la existente en los orígenes del arte: sus clientes preferidos ya no son el clero y la monarquía absoluta, sino un mercado de arte representado por la burguesía, a cuyos gustos pueden responder o no.

El fin confeso de muchos pintores contemporáneos fue «épater le bourgoise» (escandalizar al burgués), es decir, realizar conscientemente una provocación mediante la transgresión. Desde su inicio, la búsqueda de sucesivas formas de ruptura de las convenciones nunca ha tenido fin. El arte contemporáneo es un torbellino dispuesto a hacer añicos e ignorar todo convención académico o estética formal.

Con el paso del tiempo, se cierra el círculo, lo que era provocador pasaba a ser primero tolerado y luego incluido en la corriente institucional del mercado del arte, pasando a ser el verdadero estímulo para que surgieran nuevas provocaciones. Surge así la imagen del pintor maldito, independiente y marginal. Paradójicamente, los magnates del arte, estaban encantados de subvencionar las obras contemporáneas revolucionarias y provocadoras, que explícitamente atacaban las bases en que sus mecenas se sustentaban; y a la larga resultaban ser excelentes inversiones.

Es así que museos y coleccionistas asumen las nuevas posiciones estéticas: «Si se vende y compra a buen precio, no importa cuán desafiante sea la obra de arte».

Los creadores contemporáneos se han anticipado a su tiempo y renuncian a cualquier compromiso comercial, en su búsqueda afanosa del verdadero arte, esto los lleva en muchas ocasiones a ser incomprendidos e incluso sufrir penalidades, representando con su propia vida la figura tópica del pintor bohemio, que se reúne con otros artistas de su misma condición en ambientes y escenarios que pasaron a ser “salones de conferencias o exposiciones” al aire libre o en medio de la calle, como lo fue Montmartre en su tiempo, en los inicios de las vanguardias europeas, uno de los barrios más emblemáticos y encantadores de la capital francesa, cuna del arte moderno.

Montmartre es un barrio con una rica historia artística y cultural, que puede ser considerado el origen y crisol de la pintura moderna- observe que moderno y contemporáneo son categorías diferentes-. Fue el escenario de la vida bohemia y vanguardista parisina, donde muchos pintores que se reunían en sus cafés, cabarets y estudios a finales del siglo XIX y principios del XX, y convirtieron al pintoresco y agitado Montmartre en el centro de la innovación y la experimentación pictórica, dando lugar a movimientos como el impresionismo, el postimpresionismo, el fovismo o el cubismo. Entre los artistas que vivieron y trabajaron en Montmartre se encuentran nombres tan ilustres como Renoir, Toulouse-Lautrec, Picasso, Modigliani, Braque o Juan Gris. Estos pintores plasmaron en sus obras la atmósfera, los personajes y los paisajes de este barrio singular, que les inspiraba y les ofrecía un espacio de libertad y creatividad.

Con el traslado del epicentro del arte a los Estados Unidos, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, también se trasladaron los pintores, ahora reconocidos como contemporáneos, que se dedican al arte como forma de expresión personal y de resistencia al sistema establecido. Estos creadores e innovadores de hoy, no siguen las tendencias ni las modas, sino que buscan crear obras originales y auténticas que reflejen su visión del mundo. Estos artistas suelen vivir al margen de la sociedad, con pocos recursos económicos y sin ataduras materiales, con un estilo de vida es libre, aventurero y desafiante por antonomasia.

Calle 5 Este entre la Segunda Avenida y Cooper Square es una calle típica del corazón del East Village.

En los Estados Unidos, existen en la actualidad, varios lugares que reviven el espíritu romántico y bohemio de Montmartre, donde se reúnen los nuevos creadores, ya sea para compartir sus experiencias, para exponer sus obras o para inspirarse mutuamente. Es sin duda el más representativo de ellos la ciudad que nunca duerme, Nueva York, centro indiscutible del arte contemporáneo.


Nueva York es la ciudad ideal para los pintores no convencionales de hoy, militantes activos del arte contemporáneo, que encuentran en sus calles, sus edificios y su gente una fuente inagotable de estímulos. Nueva York ha sido y sigue siendo el hogar de muchos artistas famosos, como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat o Keith Haring, que contribuyeron al desarrollo de sus barrios más populares; entre los más conocidos: el SoHo, el East Village y el Lower East Side, sitios donde hormiguean numerosas galerías, estudios y cafés, hervideros artísticos donde se puede apreciar el arte alternativo y el pulso de la vida cultural en la contemporaneidad.

¿Quiénes son los pioneros del arte neoyorquino contemporáneo, y cuáles sus revolucionarias y no comprometidas estéticas?

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8 respuestas a “El arte contemporáneo se muda a New York.

  1. Magnífica entrada para hablar del arte contemporáneo. Montmatre, en su tiempo, fue el referente del arte contemporáneo europeo, con su bohemios artistas viviendo por allí. Hoy, es un barrio encantador que conserva el espíritu bohemio. Esa es la impresión que tuve en mi última visita hace cuatro años, pero el arte contemporáneo, sin duda, está en Nueva York con todos sus museos sobre este tipo de arte. Empezando por el New Museum que me parece una alternativa estupenda o el MOMA que es ya todo un clásico en arte contemporáneo en el mundo.
    Cuando visité Nueva York, uno de los barrios que más me gustaron fue el East Village, por todo lo que explicas tan bien en tu entrada. Un fuerte abrazo.

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    1. Sabes, no me gustaría morir sin visitar el Moma, de forma presencial porque a través de la página del museo he llegado en varias ocasiones a los pisos 4 y 5, donde permanecen expuestos La noche estrellada de Van Gogh, Broadway Boogie-Woogie de Piet Mondrian, Las señoritas de Avignon (1907) de Pablo Picasso, La persistencia de la memoria de Salvador Dalí y obras de artistas norteamericanos como Jackson Pollock, Andy Warhol y Edward Hopper. Sobre estos tres últimos, continuaremos a partir de mañana, porque lo Real Maravilloso hizo una inmersión en lo mejor de la pintura contemporánea y ha salido muy complacido. Un fuerte abrazo y feliz día.

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