La incómoda realidad contada en “El Infierno” habanero.

El pasado viernes hablamos sobre la trilogía de autores reunidos bajo el seudónimo de Carmen Mora, y su reciente visita a la Ciudad de La Habana, a propósito de su novela “El Infierno”, que tiene por escenario las bulliciosas y pintorescas calles de la Habana Vieja colonial, donde se sitúa la trama de la novela.

Un hecho quedó claro en las entrevistas realizadas a los polémicos autores durante su visita: Los Mola, son piedra en el zapato para muchos, sobre todo para aquellos que prefieren vivir de espalda a las verdades históricas. Es así que declararon abiertamente y sin solapas que «Hay dos hechos esquilmados en la memoria histórica de los españoles: la esclavitud y el origen de determinadas fortunas».

Al hablar de la esclavitud, Los «Mola» fueron más allá de la ominosa trata de negros, africanos y chinos; llegaron más hondo, y mencionaron el tráfico de españoles procedentes de Galicia y Asturias, traídos bajo engaño a Cuba a trabajar en condiciones de esclavitud.

«Yo sé de un pesar profundo, Entre las penas sin nombres: ¡La esclavitud de los hombres, Es la gran pena del mundo!». Verso Sencillo XXXIV de José Martí.

La trilogía de Carmen Mola, hizo también referencia explícita, a los ciudadanos españoles comunes, que llegaron a Cuba sin poseer un centavo y luego regresaron a España cargados de riquezas, fruto de la esclavitud, el saqueo de recursos naturales y patrimoniales, el exterminio de la población india aborigen y el atraco artero. Así, sin peros, llamaron a los citados por su nombre, sin temer a las represalias y los escándalos sonados que ya afloran: Fueros las “ilustres” familias mencionadas, apellidos bajo títulos de noblezas, o prósperos burgueses de la actualidad española. Constata Martínez: «Ahí están los nombres de los Goytisolo, los López Lamadrid, los Vidal-Quadras o el conde de Peñalver, cuyo hijo llegó a ser alcalde de Madrid y tiene una calle con su nombre en la capital».

“El infierno”, es uno de los pocos libros españoles que tratan el oscuro pasado español, del que no quieren darse por enterado muchos en la actualidad. La novela narra la historia de los esclavos, aquellos traídos a la fuerza de África y Asia, pero también, de otros tantos miles de españoles, si traídos de España, porque ricos comerciales trajeron a Cuba a sus coterráneos, concretamente de Galicia y Asturias, como hizo el traficante gallego Urbano Feijóo de Sotomayor, cuya penosa y encubierta biografía haremos pública hoy.

Acostumbrado ya a la exageración de los medios en busca de aplausos y seguidores, consideré desproporcionada las incisiones a agudo filo, descritas por la trilogía Mola. Luego, la curiosidad, ese gusanillo que taladra la mente, me hizo cobrar interés y a día de hoy, luego de hurgar en la historia, ratifico la certeza narrativa de todo lo que aparece escrito y ha sido contado en relación con “El infierno”, novela de ficción cuyos autores no vacilan en poner al descubierto las llagas de la historia.


El primero en llegar a la redacción de Lo Real Maravilloso con pruebas sobre la noticia, fue “El Español”, el cual publicó la trágica y poco conocida historia de 2.000 gallegos que fueron engañados para emigrar a Cuba y luego vivieron en condiciones de esclavitud. Aquí dejo el vínculo, al que pueden acceder haciendo clic sobre él: los-2-000-gallegos-que-fueron-esclavizados-en-Cuba.

Soy consciente de que “Una sola estrella no hace el firmamento”, hacen falta más pruebas , más argumentos, es así que llega BBC News Mundo, con la historia de los 1.700 gallegos que emigraron a Cuba buscando fortuna y acabaron de esclavos en las plantaciones de azúcar: Este artículo relata la historia de gallegos y asturianos que emigraron a Cuba en busca de fortuna y terminaron siendo esclavizados por Urbano Feijóo de Sotomayor, un coterráneo establecido en la isla: La historia de los 1.700 gallegos que emigraron a Cuba buscando fortuna y acabaron de esclavos en las plantaciones de azúcar.

Más detalles aparecen en la web de Xenealoxía.org, en: Gallegos por esclavos. Genealogía de Galicia habla sobre la emigración de los gallegos a América en busca de un futuro mejor.


El año 1853 fue para Galicia un año de pérdida de cosechas, de crisis agraria, de hambre. Y a todo ello le siguió una epidemia de cólera morbo, que entró por los puertos gallegos y llegó a matar a la décima parte de la población de la ciudad de La Coruña.

Cuba, la colonia más grande del imperio español en las Antillas, se había convertido en la mayor productora de azúcar mundial. Su antes competidora, Haití, había vivido una revolución, protagonizada por los esclavos, de la que España se benefició económicamente. Pero, a mediados del siglo XIX, la institución de la esclavitud comenzaba a tambalearse y desde distintos países, muchas voces clamaban en su contra; mientras Cuba, donde el tráfico de esclavos seguía siendo una realidad, necesitaba mano de obra esclava para producir azúcar.

Urbano Feijóo de Sotomayor. https://www.todocoleccion.net.

En medio de fuertes tendencias abolicionistas, tiene lugar la triste historia de Urbano Feijóo de Sotomayor, un noble nacido en Viana do Bolo, Ourense, que había hecho fortuna en Cuba gracias al azúcar y el café, y mantenía varias haciendas en propiedad en la isla. Su negocio necesitaba mucha mano de obra barata; pero las nuevas leyes contra el tráfico de negros y la bajada en los precios del azúcar, hacían que los esclavos africanos dejaran de ser rentables.

En este contexto, agravado por la necesidad de “blanquear” la isla y evitar posibles sublevaciones como la haitiana, que surgen proyectos de “colonización blanca” y de sustitución de la mano de obra esclava. Uno de los más conocidos fue el ideado por el ya citado Urbano Feijóo. Su intención, afirmaba, era ayudar a la empobrecida Galicia y, a la vez, reforzar la economía cubana.

Movido por lo que él decía que era un pensamiento filantrópico, puso en marcha su nueva empresa, la “Compañía Patriótica Mercantil de Inmigración”, y para conseguir el apoyo del Gobierno, escribe un libro llamado: “Isla de Cuba. Inmigración de trabajadores españoles”, en el que se muestra como un hombre bien intencionado, que quiere ayudar a los miles de coterráneos gallegos que todos los años emigraban de su tierra, y a la vez proveer de mano de obra a la isla de Cuba, en aquella época colonia española.

El empresario decía querer llenar la isla de gallegos para ayudar a crecer el país, y proponía un viaje pagado, cómodo, con un tiempo de aclimatación asistido a su llegada y un trabajo seguro, bien remunerado, con los días y horas de descanso suficientes. Además, a cada emigrante se le entregarían tres camisas, un pantalón, una blusa, un par de zapatos y un sombrero de paja.

El Gobierno dio su visto bueno a la idea, y Urbano obtuvo el derecho a transportar trabajadores libres durante 15 años bajo la vigilancia y la tutela de las autoridades.

Así fue como el 10 de marzo de 1854, a bordo del trasatlántico “Villa de Neda”, llegaban al Muelle de Caballería de La Habana los primeros 314 gallegos. Se sumaban a canarios, chinos y africanos como mano de obra para la construcción del ferrocarril, el corte de caña de azúcar y en trabajo en cafetales, pero en unas condiciones iguales o peores que las que tenían los esclavos.

Dos meses después de la llegada de los primeros gallegos a Cuba, ya habían fallecido más de trescientos, así que se rebelaron, pero fueron duramente castigados. Los que consiguieron huir se refugiaron en los montes junto a esclavos cimarrones o deambularon como mendigos por la isla. Los hacendados consideraban a los gallegos de su propiedad, no conocían otra forma de tratar a sus obreros, y exigieron del Capitán General de Cuba la movilización del ejército español para darles caza por toda la isla.

Lápida de Urbano Feijóo de Sotomayor. https://almejeiras.wordpress.com.

Curiosamente, Urbano Feijóo Sotomayor fue elegido en varias ocasiones como Diputado en el Congreso y cobró la subvención de 140.000 pesos que concedía la Junta de Fomento. Hoy sus restos mortales descansan en Viana do Bolo desde el 10 de agosto de 1898, dejando tras de sí un oscuro legado y una triste historia.


No quiero finalizar sin contar, a propósito de esta investigación, mi primera experiencia iniciática como historiador aficionado. Tenía ocho años, pero mi memoria no me ha permitido olvidar el incidente sin contarlo, para hacerlo así, imperecedero en el tiempo.

Crecí en una vieja casa edificada por los españoles en el centro fundacional de Ciego de Ávila, que tenía por vecinas a dos ancianas hija de españoles, aristócratas y respetables, que habían quedados sola, atrapadas en sus recuerdos y vidas, luego de la inmigración apresuradas de su familia hacia Estados Unidos en 1960. Ellas eran Guillermina y Graciela Cabrera, y aún mantenían la propiedad de una quinta, en las afueras de Ciego de Ávila, a la que fui invitado con honores a explorar y colectar mangos, pues aquellas ancianas me querían en serio y hacían cuanto les era posible para tenerme a su lado.

Escoltados por las nobles señoras, un domingo después de la misa, viajamos hacia la quinta, donde un señor muy viejo, al que llamaban el Gallego, me sirvió de escolta y fue encargado de ser mi guía y auxilio en la exploración de la finca.

Luego de múltiples visitas que sucedieron consecutivas domingo tras domingo, el Gallegito, desde mi cariño ya le llamaba en diminuto, me contaba historias de su pasado y vida a las que prestaba gran atención. Supe así, que no tenía familia, que había llegado a Cuba con 14 años, que nunca había regresado de visita a su patria, y el hecho más inverosímil, que desde hacía más de 50 años no había salido de la quinta. Decía tener miedo de la gente y no disponía de ropa ni calzado apropiado y lo que es más triste, había perdido sus credenciales y pasaporte y era un hombre sin identidad. Vivió y murió en el anonimato, en una pequeña choza olvidada en el lindero de la propiedad. Hoy le lloro en el recuerdo, él fue fiel testimonio, de aquellos inmigrantes traídos bajo engaño a la Isla.

La quinta de los Taños a la que hice referencia, estaba ubicada en el terreno que ocupa en la actualidad el Hospital Psiquiátrico de la cuidad de Ciego de Ávila, donde el ojo avispado puede adivinar, alguno de los restos en cimientos de la antigua propiedad. ¿Estará en entre ellos El Gallegito? No importa; dónde quiera que fue y haya partido, Dios le tiene hoy en su Gloria.

Leer más sobre Carmen Mola y “El infierno” habanero en el siguiente enlace.

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16 respuestas a “La incómoda realidad contada en “El Infierno” habanero.

  1. El esclavismo y la trata de personas, pese a que se han intentado difuminar, fueron lacras de las que hicieron fortuna algunas españoles. Dar a conocer esos hechos solo desmerece a quienes actuaron de esa manera vergonzante. Ayer comencé El Infierno, de Carmen Mola, cuya sinopsis ya conocía por una entrevista que les hicieron a los autores hace un par de meses.

    Genial que hayas traído el tema a raíz de la visita del trío Mola a Cuba.

    Salud.

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    1. Se trata de un compromiso con la verdad historica, respetada en «El Infierno» de Carmen Mola, a tal punto, que la narrativa resulta rigurosamente cierta. Los españoles trasladaron a América millones de africanos en calidad de esclavos, luego continuaron con ciudadanos chinos en condiciones de trata humana y no conformes, engañaron a miles de coterráneos y los obligaron a trabajar bajo esclavitud. Muchs de ellos murieron. Esa es la penosa verdad, nuestra investigación es explicitas y sus fuentes aparecen en el texto.
      Es un gusto darte la vienvenida a Lo Real Maravilloso.
      Cordiales saludos.

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    1. Es así, Marcos, mañana continuaré está triste historia, rebelar la verdad historica es una de las formas de evitar que estos tristes hechos se repitan. Antes se llamaba esclavitud, hoy utiliza métodos más sutiles como «tráfico», o «trata». De igual forma, son hechos inmudos. Un cordial abrazo

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