La ciudad que derribo murallas y creó su Prado.

La fundación de la ciudad de San Cristóbal de La Habana, tuvo lugar bajo una ceiba mítica, en 1519. Este hecho ya fue descrito en “El Templete y la ceiba fundacional de La Habana”, cuyo enlace puedes seguir haciendo clic sobre el vínculo.

La recién fundada villa comenzó a ganar notoriedad debido a su magnífico puerto, que servía de abrigo a los grandiosos galeones españoles. Estos barcos cargados de riquezas que venían de la América continental hacían escala en La Habana para reabastecerse y poder proseguir viaje hasta el viejo continente. Como puerto seguro, la vida en la ciudad floreció y sus riquezas crecieron, por lo que los ataques de corsarios y piratas no demoraron y obligaron a la corona española a proteger la villa con varias fortalezas y una muralla perimetral que rodeaba y guarecía la naciente ciudad.

La Habana quedó dividida en dos partes: intramuros y extramuros. Una alta e inexpugnable muralla dividió a La Habana en dos ciudades, una dentro y otra fuera. Para entrar y salir de la ciudad amurallada, se crearon nueve puertas, algunas con puentes levadizos, cuyo cierre se anunciaba con el disparo de una salva de artillería que se escuchaba en toda la ciudad.

Ceremonia del cañonazo de las 9 en la actualidad. Fortaleza San Carlos de la Cabaña. San Cristóbal de La Habana.

El cañonazo de las nueve es una tradición cubana que se lleva a cabo en La Habana desde su etapa fundacional. Esta ceremonia recrea un desfile militar con atributos y técnicas de la etapa colonial, y concluye con el disparo de una salva desde uno de los cañones ubicados en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, justo a las nueve de la noche.

La tradición del cañonazo comenzó a finales del siglo XVII, cuando La Habana estaba rodeada por una muralla para protegerse de los frecuentes asedios de corsarios y piratas. Para anunciar el cierre de las puertas de la muralla a las ocho de la noche y su apertura a las cuatro y media de la madrugada, se disparaba un cañón desde un buque situado en el puerto. En 1774, al finalizarse la construcción de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, los cañonazos comenzaron a dispararse desde esta fortificación y a partir de 1898, las autoridades decidieron disparar un solo cañonazo a las nueve de la noche, que sonaría de forma ininterrumpida hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Después de la guerra, debido a los reclamos de los habaneros, se restauró la costumbre. La ceremonia del cañonazo es considerada, Patrimonio Cultural de Cuba y forma parte integral de la vida nocturna habanera. El sonido del cañonazo se escucha en toda La Habana y se utiliza como referencia para ajustar los relojes. Se dice que el sonido tarda cuatro segundos en llegar al Capitolio y 13 segundos en llegar a la calle Paseo en el Vedado.


A mediados del siglo XIX, la naciente cuidad de La Habana, con su desarrollo expansivo, desborda sus murallas de piedra y crece extramuros. Se decide entonces, por el gobierno colonial de la época, la construcción de un prado o alameda, que se extendería a lo largo de la muralla terrestre, entre las dos puertas orientales con que contaba la muralla en aquel entonces.

Leones hechos del bronce de los cañones de la guerra de independencia, sobre nichos de piedra, engalanan el Prado.

La cimentación del paseo se hizo con los áridos procedentes de la demolición de la muralla, justo sobre una porción de ella y sus bellos leones y farolas barrocas, con el bronce procedente de los cañones abandonados por los españoles al perder la guerra.

Con el crecimiento de la ciudad, el floreciente Prado comenzó a flanquearse de elegantes mansiones y grandes edificios de enorme valor patrimonial. En 1889 llega la electricidad al naciente paseo, y sus elegantes farolas se iluminaron de luz eléctrica propia, por primera vez la América Latina, hito que marca el rápido y floreciente desarrollo de la ciudad.

El Paseo del Prado realmente lo compone el propio paseo, el Parque Central, la explanada del Capitolio y la Plaza o Parque de la Fraternidad, aunque muchos cubanos piensen que es solo el parque con sus bancos y leones.

El Prado quedó inaugurado el 10 de octubre de 1928, tal como lo conocemos hoy, con su senda central de terrazo, sus bancos de piedra y mármol, sus farolas, y los llamativos ocho leones que lo distinguen.

Farola barroca del Paseo del Prado. La Habana.

En tiempos de guerras activas que enlutan en planeta, qué agradable resulta pensar, que la humanidad retome la pasada decisión de los constructores habaneros y decida fundir el arsenal de guerra para hacer farolas y esculturas de bronce. Se trata de una actitud ejemplar de la cual hago eco y hoy tengo en cuenta.

Como todo en nuestra Habana es magia, realidad y leyenda, me despido con música; porque en Prado y Neptuno, en plena retreta, la Orquesta Aragón, historia dentro de nuestra historia, está interpretando el primer chachachá: “La engañadora”, de autoría de Enrique Jorrín. Se irán tus pies solos al baile y tu pensamiento viajará a los bellos recuerdos. Compruébalo. Aquí te dejo en link:

Téngase en cuenta que la grabación es de 1953.

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15 respuestas a “La ciudad que derribo murallas y creó su Prado.

  1. Qué historia más bonita la del Prado cubano. Aquí tenemos también el Paseo del Prado, donde está el gran museo del mismo nombre, que va desde la Cibeles hasta la plaza del emperador Csrlos V llamada popularmente Plaza de Atocha. Y nos encontramos caminando la plaza de Neptuno. Dos países muy relacionados en su historia. Un fuerte abrazo.

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    1. Es una bella historia, con un mensaje claro: habrá paz y sociuego cuando el bronce de los cañones se utilice para fundir esculturas y hacer buen arte. Sólo así será elegante el paseo por los prados de la humanidad. Un gran abrazo y feliz día.

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