Lo Real Maravilloso

“La Rebelde”, es quizás la última expresión de la pintura social de las desarrolladas por el artista valenciano Antonio Fillol Granell durante décadas. Esta obra nos traslada a un campamento gitano en medio del campo, un clan de una familia errante. La improvisada tienda del fondo es la única referencia al campamento comunitario.

El cuadro representa una escena de violencia familiar e intransigencia de género, entre un grupo de gitanos que expulsa a una de sus mujeres que siente el anhelo de libertad en la sangre y se enfrentan al orden establecido; en este caso el paternalismo machista y la tradición represora que le impide decidir el propio camino.

El argumento de “La Rebelde”, parece ser el de la joven gitana que se ha enamorado de un payo y es agredida y expulsada del campamento. No faltan las notas de cierta caída en el melodrama, como la actitud del hermano o del padre que es retenido para que no llegue a más la violencia, mientras la mujer mayor, con un niño en brazos, increpa a la expulsada por deshonra.

El cuadro era todo un despliegue de un particular tecnicismo y buen hacer; si bien en un momento en que todo este arte tocaba a su fin. “La Rebelde” fue presentada a la Exposición Nacional de 1915 junto con el lienzo “Pepa la Crespa” que es un retrato de tipo popular. Fillol no recibió ninguna de las medallas, pero el cuadro fue adquirido por el Estado, y permaneció durante décadas en oscuros almacenes.

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“La Rebelde” ha sido objeto de polémicas a lo largo de un siglo y ha sido tomada como argumento por los movimientos feministas iberoamericanos que luchan en favor de los derechos plenos e igualitarios de las mujeres y su empoderamiento social,

Transcripción del texto:

«Me siento más cómoda mirando esta obra porque, en la representación de un grupo de personas de etnia gitana, hay una mujer que sale de la comunidad. Como muchas veces hemos hecho las mujeres a lo largo de la historia, damos ese paso hacia el futuro. Creo que siempre las mujeres en todas las culturas hemos dado ese paso para romper con ciertas cosas con las que no nos sentimos bien a pesar del dolor que nos causa».

«Entonces me gusta esta obra por eso. Lo que no me gusta es la idea del pintor de que esta ruptura que hace esta mujer con este mundo es por la ancestralidad y las costumbres atávicas de la comunidad gitana. Porque eso me plantea la cuestión de que solo las minorías étnicas, los grupos que han estado fuera del poder, tienen costumbres ancestrales atávicas».

«La sociedad dominante ha tenido iguales costumbres atávicas con respecto a las mujeres y esas costumbres no se presentan en las obras de esa manera. Aquí hay violencia explícita, hay una idea de presentar a este grupo como un grupo violento que está expulsando a una mujer de él».

«Prefiero mirar esa mirada cómplice de la otra mujer. En cierta manera, ella acompaña con la mirada a la mujer que sale del grupo con cierta admiración porque realmente hay que tener mucha fuerza y determinación para romper con un pasado que no sirve para lo que queremos las mujeres. Pero eso no ocurre solamente en los grupos minoritarios, eso no ocurre solamente en el mundo de los gitanos, eso ocurre en todos los mundos».

«Pero la forma de representarlo está incidiendo probablemente más en la violencia que en lo que las mujeres gitanas son hoy. Unas mujeres que realmente han dado el primer paso y lo siguen dando para mostrar que en todos los lugares hay cambios. No hay ninguna sociedad que se mantenga atávica. Esa idea colonialista de pensar que solo las culturas occidentales avanzan y que el resto de los grupos se mantienen atados en la historia hay que desmontarla de una manera radical y cuanto antes».

«También hay que producir otras obras que muestren otras cosas, porque también de nuevo tenemos aquí una obra que hace una pedagogía casi de la violencia en el mundo gitano. Y, por el contrario, no hace pedagogía de la fuerza y de la determinación de las mujeres gitanas para caminar y hacer su propio camino, como esta mujer que ha decidido ocuparse de ella misma y hace lo que tenemos que hacer siempre las mujeres: romper y caminar».

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