A Dios pongo por testigo.

Domingo en la mañana, en pleno verano, y mal humor; porque Silvio, poético como solía ser, ha regresado cargado de iras mientras esputa versos agresivos en lugar de frases amor. Hoy comenzó trovando y quiere exigente, que le justifiquen y entiendan:

Yo no sé
Pero hay días sin reposo
Que lo que tenga cerca lo destrozo

Muy primitivamente
Casi salvajemente
Con odio
Con desprecio
Con rencor

Con palabras hirientes
Garras y con dientes
Con rabia
Con violencia
Con horror


Era un adolescente cuando vi por primera vez “Lo que el viento se llevó”, quedé encantado, no tenía el léxico conceptual para describir lo que había visto, pero algo bien dentro, me decía que estaba en presencia de un una de las obras cumbres de arte cinematográfico, una película icónica que había llegado a mi vida para sentar precedentes, un referente de la cinematografía universal.

Los estrenos solían proyectarlos de corrido durante todo el fin de semana en los destartalados e históricos cines de Macondo, de incómodas butacas de maderas que alguna vez fueron acolchonadas y audio situado justo por detrás de la pantalla, de forma tal, que aquellos que no alcanzaran las primeras filas tenían verdadera dificultad para escuchar, aunque en caso de incendio, al estar más alejados del centro tendrían más posibilidades de escapar de las llamas.

Siempre me he considerado bendecido por Dios, y en aquellos tiempos bien lo era. Vivía con mis padres en una antigua casona colonial situada en la manzana más privilegiada que cinéfilo alguno haya soñado o imaginado jamás. Custodiaban ambas esquinas de la ilustre manzana donde estaba situado mi habitáculo existencial, el Cine Carmen a la derecha y el Cine Principal a la izquierda, de forma tal, que la curiosa y singular cercanía me permitía llegar siempre de primero. Caminando bajo techo, porque Macondo en aquel entonces era conocido como la “Ciudad de los Portales”, sin que impedimentos climáticos o barrera arquitectónica alguna pudiese impedir mi arribo. Luego entraba justo en la apertura en las enormes salas y tomaba asiento presidencial, al frente y en primera fila. No quería perder palabra alguna, aunque fuese en otro idioma, esa condición no importaba.

La presbicia es palabra obscena de adultos agotados y los adolescentes no la sufren, así que no existió subtitulo, por minúsculo que fuese, que escapase a mi aguda mirada. Luego llegaron los enigmas figurativos que configuraban la tramoya: el reloj circula de la derecha, con un halo lumínico donde podía leerse: “Vinagre élite”, y no más y; a la izquierda, una puerta camuflada tras cortinas, mostrando un segundo cartel lumínico, más grande y llamativo, con la palabra “Exit”. Desde entonces he preguntado varias veces a Freud, porque indicar el nombre de la salida de emergencia en inglés, en un poblado pre diluviano donde ese idioma era desconocido por el 99% de sus habitantes. Su respuesta fue contundente y perspicaz:

-Perversiones sádicas Volfredo; perversiones. Algunas personas disfrutan cuando otras mueren achicharradas al no encontrar la salida de emergencia en un cine en llama.

Freud una vez más logró convencerme, no en balde es reconocido como el padre del psicoanálisis.

Luego comenzó la película, “Lo que el viento se llevó”


“Lo que el viento se llevó”, es considerada una obra maestra del cine. Su adaptación de la novela homónima de Margaret Mitchell, narra la historia de amor y supervivencia de Scarlett O’Hara, una joven sureña que vive los cambios sociales y políticos provocados por la Guerra de Secesión y la Reconstrucción en Estados Unidos.

Lo que el viento se llevó (1939), es una de las películas más famosas de la historia del cine, basada en la novela homónima de Margaret Mitchell.

Su producción épica y espectacular, que contó con un presupuesto récord para la época, cuatro directores, miles de extras, escenarios naturales y artificiales, efectos especiales innovadores y una banda sonora inolvidable compuesta por Max Steiner, fue todo un derroche de recursos y modernas tecnologías.

Su reparto estelar, encabezado por Vivien Leigh y Clark Gable, que interpretaron a los icónicos personajes de Scarlett O’Hara y Rhett Butler, respectivamente; logró transmitir la química, el carisma y la complejidad de sus roles, y se convirtieron en referentes del cine clásico. Por otro lado, los personajes secundarios tampoco quedaron atrás, destacándose las actuaciones de Olivia de Havilland, Leslie Howard, Hattie McDaniel.

El rotundo éxito comercial y crítico de la película la convirtió en la más taquillera de la historia, y le valió diez premios Óscar, incluyendo el de mejor película, mejor director, mejor actriz y mejor actriz de reparto. Además, recibió elogios por su guion, su fotografía, su montaje y su dirección artística.

Scarlett O’Hara es una de las protagonistas más famosas y complejas de la historia del cine. Su caracterización se basa en su personalidad fuerte, ambiciosa, orgullosa y rebelde, que la lleva a enfrentarse a las normas sociales y morales de su época. Scarlett es una mujer que lucha por lo que quiere, sin importarle el precio que tenga que pagar o las consecuencias que tenga que sufrir. Ella es capaz de superar las adversidades de la ruina familiar y la derrota ocasionada por la guerra, gracias a su determinación, su ingenio y su capacidad de adaptación.

Scarlett no se rinde ante nada ni ante nadie, y en todo momento, busca la forma de salir adelante y conseguir sus objetivos. Es una mujer valiente y decidida, pero también egoísta, caprichosa, manipuladora y desleal; que no respeta los sentimientos de los demás, ni siquiera los suyos propios, y se deja llevar por sus impulsos y pasiones.

Contradictoria hasta el punto de amar y odiar con igual intensidad, Scarlett es una mujer que representa las luces y las sombras de la condición humana, atada a su férreo propósito de salir adelante y nunca más volver a la penuria y el hambre.

“La escena del hambre”, icónica secuencia de 2.15 minutos, considerada la más impactante en la historia del cine.

“La escena del hambre” es, sin duda, una de las más impactantes del cine en su historia. En ella, vemos a Scarlett O’Hara, desesperada y hambrienta, jurar que nunca volverá a pasar hambre ni ella ni los suyos. La escena es una muestra de la maestría cinematográfica de la película, que combina varios elementos para crear un efecto dramático y emotivo que hace a los más fuertes llorar.

La actuación de Vivien Leigh, que expresa con su rostro, su voz y su gestualidad, el sufrimiento, la determinación y la esperanza de su personaje, logró transmitir la fuerza y la vulnerabilidad de Scarlett, y le ganó de forma convincente el Óscar a la mejor actriz por su papel.

La fotografía de Ernest Haller y Ray Rennahan, utiliza el contraste entre el primer plano de Scarlett y el fondo del cielo rojo para resaltar su figura y su juramento; donde el color rojo simboliza la sangre, la violencia y la pasión que caracterizan la historia.

La música de Max Steiner, que acompaña la escena con una melodía épica y triunfal, no queda atrás, y logra realzar el espíritu indomable de Scarlett y su voluntad de sobrevivir. La música se funde con el título de la película creando un clímax memorable.

Se trata de una trilogía fabulosa donde la actuación, la fotografía y la música de Steiner como respaldo, fueron premiados por con sus respectivos Óscar.

«Pongo a Dios por testigo de que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo, ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡Pongo a Dios por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!».
Scarlett O’Hara

Hoy Silvio ha llegado irritado, desde el principio me percaté de ello, y su trova retadora en esta ocasión ha ido un paso más adelante que el simple desafió. Escribo mientras escucho sus versos de espinos:

El día que me acusen, no me defenderé
Esta culpa es muy vieja
De todos la heredé

Yo no sé
Pero hay días sin reposo
Que lo que tenga cerca lo destrozo

Muy primitivamente
Casi salvajemente
Con odio
Con desprecio
Con rencor.

Mientras, Rhett Butler, también coprotagonista de “Lo que el viento se llevó” y del cual hablaremos más adelante en una entrada próxima que dejo en adeudo, escapa del celuloide y me recrimina mientras pregunta:

«¿Crees que basta con decir lo siento? Y todo el pasado, ¿puede remediarse?».

– Sinceramente Butler, yo cumpliré en breve 70 años, tú eres ya cadáver, y tu icónica película, a punto de cumplir los 90 años de haber salido a la luz, no está dispuesta a perdonar.

– “No basta con decir lo siento”, el pasado no puede remediarse, el tiempo, el infalible, ha transcurrido sin retorno.

En el siguiente link puedes descargar gratis la película:

#LoRealMaravilloso

#CineMágico

#HistoriaMágica

#PeriodismoCrítico

https://www.volfredo.com/


20 respuestas a “A Dios pongo por testigo.

  1. Hoy has elegido un tema que es un autentico tour de force Volfredo. Enhorabuena. Esa escena es la ostia sin dudas. La historia, como sabemos, la escriben los ganadores, pero en el Sur de EEUU tenemos muchos relatos de los horrores y crímenes cometidos por las tropas de la supuesta «union» americana que no soportaban que los Estados Confederados del Sur se les iban adelante y establecían buenas relaciones con países europeos como el Reino Unido. Por eso, con la excusa de abolir la esclavitud, cosa que ellos se pasaban por el morro, atacaron y destruyeron lo que hubiera sido una gran nación. Yo viví muchos años en el Sur de EEUU y digan lo que digan, lo prefiero al norte. Un abrazo.

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    1. Creo tienes toda la razón, fue una guerra innecesaria que produjo ríos de sangre y dolor. Scarlett es un ícono, un referente histórico, una ferrea determinación que no ha muerto. Lo mismo te digo de mi querida patria, donde muchos seguimos a diario con lágrimas, «Lo que el viento de se llevó», A Dios pongo por testigo. Un fuerte y cordial abrazo

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  2. Volfredo, esta publicación me ha llegado a lo profundo por haber conjugado tres elementos que me apasionan: el gusto por el cine, la poesía de Silvio Rodríguez y el interés por los temas sociales que aún nos siguen mancillando la humanidad.
    Recuerdo la única vez que vi «Lo que el viento se llevó»: fue en televisión, a principio de los noventa. El impacto que tuvo en mí la historia de una joven rica y caprichosa que, sin proponérselo, debe enfrentar toda la dureza de la realidad que su posición social le había disimulado solo es comparable con lo que vi y sentí con «Australia» de Baz Luhrmann.
    Gracias por la reminiscencia y las coincidencias.
    Te abrazo en la distancia.

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    1. Buenos días Rod, es un gusto leer tu comentario que precia Lo Real Maravilloso. Lo que el viento se llevó, es una gran película que aumenta sus méritos con el paso de los años, al igual que los buenos vinos. La película hoy, es un referente mundial del buen cine y aparece entre las primeras en todas las listas de preferencias, Australia, no la he visto, pero la voy a localizar, basta que sea una sugerencia tuya, para que la tenga desde ya en cuenta. Feliz semana y cordial abrazo desde Cuba.

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  3. Es una gran verdad, aplastante, demoledora, cuando expresas “que el pasado, no puede remediarse, el tiempo, el infalible, a transcurrido sin retorno”.
    Qué triste mensaje, amigo/vecino…muy duro.

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      1. Pues tienes a un cubano al otro lado del Océano Atlántico que ha seguido tus pasos y no deja de ver una y otra vez la película y disfrutar sus diálogos. Cordial abrazo y feliz día.

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