El soldado más disciplinado del mundo (2).

Corría el 9 de marzo de 1974 y parecía ser un día más en Filipinas. Sin embargo, esa fecha sería recordada como uno de los capítulos más insólito de la historia y, en concreto, de la Segunda Guerra Mundial. Aunque puede parecer mentira, casi treinta años después del fin del conflicto bélico, un soldado japonés seguía en pie de lucha, oculto en plena jungla, luchando por el honor de su país; confiado que sus superiores irían a buscarle al lugar donde fue destinado cuando comenzó la guerra. Esta es la increíble historia de Hiroo Onoda.

Nacido en Kamegawa el 19 de marzo de 1922, Onoda comenzó a trabajar con solo 17 años como obrero en la China ocupada por el ejército imperial, pero tres años después cambió su vida de forma radical. Con 20 años, tras conocer que Estados Unidos había entrado en la Segunda Guerra Mundial, Hiroo Onoda no dudó en alistarse en el ejército. Tras dos años de entrenamiento, fue enviado en 1944 a la isla filipina del Lubang. Allí comenzó su misión en el conflicto bélico, sin imaginar que iba a pasar gran parte de su vida escondido en la tupida selva, sin aceptar la capitulación de Japón.

Cuando llegó a Filipinas, la misión principal que Onoda recibió, fue tratar de destruir todas las instalaciones y comunicaciones, tanto marítimas como aéreas, de la isla de Lubang. Durante varios meses, ese fue su cometido principal hasta que, repentinamente, sus superiores cambiaron las órdenes: ya no había que debilitar al enemigo. Al acercarse la capitulación incondicional, el objetivo principal de Onoda quedó centrado en preparar la evacuación de todas las tropas japonesas de la isla.

En febrero de 1945, los norteamericanos llegaron a Filipinas, y aquellos soldados que no fueron evacuados, de inmediato quedaron prisioneros.

Sin embargo, Onoda recibió un extraño mandato: el mayor Yoshimi Taniguchi, jefe inmediato superior, le ordenó que se escondiera en la isla y que siguiera luchando hasta el final de su vida, prometiéndole que en algún momento volverían para rescatarlo. Dicho y hecho, Onoda se escondió en la jungla con otros tres soldados japoneses, cuyo objetivo principal consistía en hacer pequeños actos de sabotaje. Así, la Segunda Guerra Mundial finalizó oficialmente en septiembre de 1945, mientras el pequeño grupo de cuatro soldados continuaban luchando por Japón escondidos en Filipinas.

En los años posteriores a la capitulación; Japón, consciente de que contaba con numerosos grupos de soldados como el de Onoda repartidos por diversos puntos del planeta, comenzó una campaña de comunicación para hacer saber a sus soldados que había terminado la guerra. Onoda recibió la noticia, pero no se la creyó, pensando que se trataba de propaganda norteamericana para acelerar su rendición. Por esa razón, siguieron robando alimentos, saboteando puntos estratégicos y eliminando enemigos. Se calcula que el grupo de Onoda acabó con la vida de unos 35 aldeanos.

Era el año 1950, cuando uno de los tres soldados a las órdenes de Onoda decidió huir de su grupo y entregarse a las fuerzas filipinas, convencido de que había finalizado la contienda. Tras dar a conocer la existencia de su grupo, los soldados filipinos no dudaron en buscar a los otros tres miembros del comando que permanecían refugiados en la selva. Fue en 1954 que consiguieron abatir a un segundo miembro del grupo e increíblemente, no fue hasta 1972 que las fuerzas armadas filipinas consiguieron acabar con la vida del tercero de los soldados, quedando, desde entonces, como único sobreviviente en combate, Onoda, oculto en la jungla y dispuesto como el primer día a continuar la lucha.


En 1974, un japonés llamado Norio Suzuki, amante de este tipo de historias bélicas, decidió emprender un viaje hacia Filipinas para tratar de descubrir si Onoda existía o no y no solo lo descubrió, sino que fue capaz de encontrarle. Tras comunicarle que la Segunda Guerra Mundial había acabado casi 30 años antes, el soldado nipón se negó a abandonar el lugar hasta que su superior diera la orden. Por esa razón, Suzuki tuvo que volver a Japón en busca del mayor Taniguchi, a quien llevó a Filipinas para dar la orden: «Soldado, deponga las armas, la guerra ha terminado».

El lugarteniente Hiroo Onda abandonó la jungla de Filipinas en 1974.

Tres décadas después, Onoda regresó a Japón, donde comprobó con estupor que aquel país que había dejado en 1939 había cambiado por completo: rascacielos, vehículos, tecnología, calles abarrotadas… Su país había perdido los tradicionales valores y había pasado a ser más material, menos imperial, algo que no fue capaz de asimilar. Esta situación le decidió a irse a vivir a Brasil, donde estuvo trabajando durante unos años como granjero e incluso llegó a casarse. Años después, ya anciano, decidió regresar a Japón y reiniciar una segunda vida en su país natal.

De vuelta en Japón, decidió sacar provecho de sus vivencias durante la Segunda Guerra Mundial. Así, en primer lugar, creó una escuela de supervivencia enfocada hacia los más jóvenes, donde les enseñó las técnicas que él utilizó durante más de tres décadas para sobrevivir en los lugares más peligrosos y solitarios del mundo; poco después, decidió escribir una autobiografía llamada «Sin rendición: mi guerra de 30 años», en la que contaba su experiencia vital.

Hiroo Onoda fue el último soldado japonés en rendirse tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Murió en Tokio en 2014, a los 91 años de edad, por insuficiencia cardíaca. Sus restos fueron cremados y sus cenizas enterradas en el cementerio de Chidorigafuchi, donde yacen los soldados japoneses caídos en la guerra.

En 2021, fue estrenada la película «El último soldado imperial» dirigida por el cineasta japonés Takashi Miike. El cortometraje trata sobre la vida de Hiroo Onoda y se puede descargar o ver en línea a través de la plataforma de streaming Netflix, siempre y cuando se tenga una suscripción activa. No obstante, nuestro blog es mágico y a continuación dejo el link para descargar gratis la película, hablada en japonés y subtitulada en español. Tal y como la prefiere el excelente abogado Oscar Reinaldo y otros buenos amigos cinéfilos.

«El último soldado imperial». Director: Takashi Miike. 2021

#LoRealMaravilloso

#PeriodismoCrítico

https://www.volfredo.com/


20 respuestas a “El soldado más disciplinado del mundo (2).

    1. Espero por tu opinión, la película no es muy buena, pero hay mucho material fílmico en la web y YouTube sobre nuestro increíble soldado. Gracias por tus comentarios y me mantengo a la espera de tu publicación anunciada: “Tierra arrasada”, ya tengo ansías por su lectura. Feliz fin de semana.

      Me gusta

      1. Buenas tardes, mi publicación sobre ‘Tierra Arrasada’, tardará bastante, si es que edito una entrada sobre el libro. Pues sería hacer un ‘spoiler’ a los futuros lectores.

        Como dicen mis maestros, si alguien no comprende una idea que has dicho, es porque no te has sabido expresar con claridad. Lo que quise decir con la entrada esa de contenido, ya está publicada en el blog. Es el título ‘Presentación del libro’. Y lo que trataba es de exponer mis emociones al estar, por primera vez, en una presentación oficial. Lo que me hizo mucha ilusión es que compré el libro para mandárselo a Cuba. Por ello en la dedicatoria del autor pone ¨Para ‘Volfredo’, un compañero, al otro del Atlántico´´
        Sé que gusta mucho de la lectura y que era difícil conseguir libros ahí, así es que me pareció una muy buena idea, además de comprar mi ejemplar, otro para poder enviarle físicamente. ¿Dónde? ¿Un apartado de correos, una dirección de algún local? …no sé, eso espero que me diga.
        Un abrazo y feliz fin de semana.

        Le gusta a 1 persona

    1. Estimada Bárbara, los japoneses son muy distintos a nosotros, pero no por ello dejan de ser admirables. Aparte de su honor y disciplina, que son únicos e irrepetibles, tienen otras muchas características que los distinguen. Tengo ocho seguidores japoneses que son los primeros en llegar cada mañana, con ellos me comunico utilizando en traductor inmersivo de Edge, que hace la traducción simultánea. Uno de ellos, tiene un blog y un trabajo muy singular: labora en una pequeña parcela de su propiedad cultivando flores y plantas exóticas de lunes a jueves y durante los fines de semana recibe de tres a cuatro turistas no más, que pagan por ayudarlo a cultivar sus flores, escuchar sus consejos sobre horticultura y hacen fotos para publicar en sus blogs sobre los avances diarios de las floraciones. Esa actividad la ha llevado sin variaciones durante decenios y se declara así mismo un hombre fui feliz y realizado. Al menos yo le creo, aplaudo y sigo.
      Feliz fin de semana y cordial abrazo caribeño desde Cuba.

      Le gusta a 1 persona

      1. La felicidad en las pequeñas cosas… no está nada mal como lección de vida. Tengo una amiga fantástica que alquiló un huerto y me confiesa lo bien que se lo pasa cultivando hortalizas. Creo que hemos perdido el contacto natural con la tierra que es algo que nos enriquece. Al final la ciudad puede llegar a aislarnos. Yo también les aplaudo. Feliz finde y un fuerte abrazo mediterráneo.

        Le gusta a 1 persona

      2. Por favor Barbara, no pierdas el post de mañana, te juró que escribí con nostalgia, sin ser una entrada autobiográfica. Bello fin de semana, pido a Dios que tu huerto de flores para ti en mi nombre, no tengo otra forma de hacértelas llegar. Un abrazo

        Le gusta a 1 persona

  1. Que buen regalo para el Fin de semana, me apasiona ese tema, sabía por ejemplo, que existían varios pilotos norteamericanos, que fueron derribados en Vietnam y decidieron quedarse en la selva y crearon felices familias, con las que actualmente viven y no aceptaron retornar a su país, cuando le ofertaron la posibilidad de hacerlo, a través de armisticios firmados entre EE.UU y Vietnam. Pero, este caso, en particular, no lo conocía y hoy lo descubrí, gracias a Lo Real Maravilloso, que como ya es práctica habitual, lo acompaña de un complemento audio-visual, que recrea esta inverosímil historia de lealtad y resistencia. Gracias reiteradas Camacho.

    Le gusta a 1 persona

    1. Querido amigo-vecino: Japón ocupa un lugar muy importante en nuestro blog, porque desde que el gitano Melquiades trajo los primeros libros sobre su historia a Macondo en su viejo e inlúbrico carromato, no dejo de leer sus historias con avidez y las más de las veces –y no es para asombrarse-, acabo reflexionando y publicando sobre ellas.
      Algunas veces escribo en abundancia y desbordo; y en otras; soy escueto cual parca sequía, como sucedió con Murakami: pasé una semana leyendo todos sus libros, vi sus tres películas y al final sólo reservé fuerzas para llegar a la socorrista orilla, agarrado de una escueta esquela que intitulé, “Cerrar los ojos, no va a cambiar nada”, disponible en https://volfredo.com/2023/06/11/cerrar-los-ojos-no-va-a-cambiar-nada/.
      Quedan muchas más cosas por contar, nuestro blog -usted forma parte de su tripulación-, me ha pernito entablar amistad con ocho japoneses que son los primeros en llegar cada mañana con sus likes. Ellos me han hecho reflexionar con sus entradas y prometo compartirlas pronto. Feliz fin de semana y un abrazo.

      Me gusta

    1. Son únicos y yo diría más, irrepetibles. Si no tuviese en mi poder videos y fotos, así como un facsímil del manual de supervivencia, hubiese jurado que era mentira, pero no lo es. Es honor y disciplina japonesa de la buena. Feliz noche y dulces sueños.

      Le gusta a 1 persona

    1. Es una historia increíble desde el punto de vista occidental, la disciplina y el sentido del honor de los soldados japoneses es un mérito a tener en cuenta, en independencia de quién cuente la historia. Gracias por su comentario y afectuosos saludos.

      Le gusta a 1 persona

Replica a Photography Cancelar la respuesta