Muchas de las novelas de Leonardo Padura (La Habana, 1955), son de tipo policíaco, con el investigador Mario Conde como protagonista de todas ellas. Además de esta zaga detectivesca, el escritor cubano tiene otras tres ficciones que se alejan de la novela negra: “La novela de mi vida” (2002); “El hombre que amaba los perros” (2009), y “Personas decentes” (2022). Sobre todas ellas daremos nuestra crítica.

“El hombre que amaba a los perros”, narra la historia de dos personajes históricos reales: León Trotski y Ramón Mercader, haciendo precisiones y revelando detalles, hasta entonces inéditos y mantenidos a la sombra en nuestro país.
Iósif Stalin fue un dictador soviético que gobernó la Unión Soviética desde 1924 hasta su muerte en 1953. Su relación con Troski fue de enemistad y rivalidad, ya que ambos aspiraban a suceder a Lenin como líder de la Revolución Bolchevique. Troski era un intelectual y un revolucionario que defendía la idea de la revolución permanente y el internacionalismo proletario, mientras que Stalin abogaba por el socialismo en un solo país y el culto a la personalidad. Stalin logró apartar a Troski del poder y del Partido Comunista, y lo expulsó de la Unión Soviética en 1929. Troski se convirtió en el principal crítico de Stalin y de su régimen totalitario, y fundó la Cuarta Internacional, una organización de partidos comunistas opuestos al estalinismo. Stalin lo persiguió por todo el mundo, enviando agentes secretos para asesinarlo. Finalmente, uno de ellos, el español Ramón Mercader, logró matarlo en México en 1940, clavándole un piolet en la cabeza.
La historia, de rigurosa raíz documental, ocupa en un segundo plano la novela, haciendo de ella un objeto de curiosidad ante lo desconocido y nunca antes publicado, que te prende a la lectura e impide salirte de ella. En tal sentido, podemos considerar que “El hombre que amaba a los perros”, te ata y obliga a leerle de un tirón.
La novela se divide en tres partes que alternan las voces y las historias de vida de: Iván Cárdenas Maturell, veterinario y escritor frustrado que vive en la Cuba de los años setenta y ochenta. Jaime López, seudónimo utilizado por un misterioso hombre que padece una extraña enfermedad crónica que lo debilita de forma progresiva y mantiene una rara y misteriosa estancia en Cuba desde finales de los años 60, y León Trotski, político, militar y revolucionario ruso de origen judío, que junto a Lenin lideró la llamada Revolución de Octubre o Revolución Rusa.
El título de la novela hace referencia al misterioso hombre (Jaime López), que paseaba en las tardes acompañado de dos galgos rusos por la playa y se hacía acompañar de un chofer negro que le servía de guardaespaldas. Tras varios encuentros, al principio fortuitos y luego concertados, Jaime le confía a Iván que su verdadera identidad era Ramón Mercader, el hombre que mató a Trotski con un piolet en 1940 y luego guardo prisión en México por 20 años.
Historicidad: los personajes de la novela, están bien caracterizados y resultan fáciles de entender, desde su realidad revelada en detalles.
Iván Cárdenas es un escritor frustrado que conoce por casualidad a un misterioso hombre que pasea a dos galgos rusos por la playa de La Habana. Este hombre resulta ser Ramón Mercader, el asesino de León Trotski. A través de sus encuentros, Iván va descubriendo la historia oculta de Mercader y su relación con el estalinismo.
Iván se convierte así en el depositario de un secreto que lo atormenta y lo fascina al mismo tiempo y, lo hace buscar el sentido a su existencia en la escritura de una novela que nunca podrá publicar. Su vocación literaria se ve truncada, una vez más, por la censura que lo obliga a escribir panfletos ideológicos mientras su salud se deteriora por el estrés y la depresión.
Ramón Mercader, el hombre que paseaba a los perros y mató a Trotski, tuvo en la vida real fuertes vínculos con Cuba, aspecto que confiere bases testimoniales a la novela
La mamá de Mercader, nombrada Caridad del Río Hernández (nombre de soltera), nació en Santiago de Cuba en 1892, donde su padre era gobernador. Estudió con las monjas del Sagrado Corazón de Jesús de Barcelona, París y Brighton. Y luego se casó con Pablo Mercader, un empresario textil catalán, con quien tuvo cuatro hijos.
Durante la Segunda República y la Guerra Civil Española (1931-1939), Caridad del Río se alejó de su familia burguesa y se convirtió en una ferviente estalinista y agente del servicio secreto soviético (NKVD). Más tarde, convenció y colaboró con su hijo Ramón para asesinar a León Trotski, principal opositor político de Stalin, que vivía exiliado en México.
Ramón Mercader nació en Barcelona en 1913. Fue reclutado por su madre para la misión de asesinar a Trotski como parte de la “Operación Pato” y para ello adoptó varias identidades falsas, como Jacques Mornard, Frank Jackson y Ramón López, hasta lograr, a base de habilidades y falsas identidades, infiltrarse en los círculos trotskistas. Con marcada pericia sedujo a Sylvia Ageloff, una de las secretarias de Trotski, y ganó a través de ella, la confianza del revolucionario.
El 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader golpeó a Trotski con un piolet en su residencia de México y mientras Caridad, su fanática progenitora, le esperaba en un auto cerca del lugar. Sin embargo, Ramón fue detenido y condenado a 20 años de cárcel, mientras que Caridad pudo escapar a la URSS. Estos hechos son rigurosamente ciertos y aparecen detallados en la novela
Caridad del Río recibió la Orden de Lenin y el título de Heroína de la Unión Soviética por su papel en el magnicidio. Vivió en Moscú hasta su muerte en 1975. Su hijo Ramón también murió ese mismo año en La Habana, donde había sido acogido por el gobierno cubano después de salir de prisión.
Argumento: extraditado y amenazado de muerte por el dictador soviético Iósif Stalin, León Trotski llega finalmente a México, tras una serie de gestiones realizadas principalmente por el pintor mexicano Diego Rivera ante el presidente Lázaro Cárdenas, quien en 1936 le concedió el asilo político. A su llegada el 9 de enero de 1937, Trotski fue recibido en el puerto de Tampico por Frida Kahlo, esposa de Rivera, y transportado hacia la ciudad de México a bordo del tren presidencial.

Vivió en la «Casa Azul», morada de Frida y Diego en Coyoacán, hasta la ruptura política con el partido comunista de este último, hecho que se dio en 1939. En ese año, cambió su residencia a la Calle de Viena también en Coyoacán, donde vivió hasta el día de su muerte.
En esa casa, Trotsky sufrió dos atentados descritos de forma detallada en la novela. El primero de ellos ocurrido en mayo de 1940. Durante la madrugada del día del atentado, un comando de veinte hombres armados comandados por Leopoldo Arenal Bastar, y entre los que se encontraba su cuñado el pintor David Alfaro Siqueiros, logró penetrar a la casa con la complicidad de Robert Sheldon Hart, un guardaespaldas de Trotsky que era un agente doble. Los intrusos dispararon cerca de 400 tiros con armas de grueso calibre. El propio Siqueiros disparó contra el lecho donde supuestamente dormían Trotsky y su esposa Natalia Sedova, sin lograr asesinarlos, pues lograron resguardarse junto a una pared, al lado de su cama. Los guardias de Trotsky repelieron a los intrusos y estos tuvieron que huir sin lograr su cometido.
Unos meses más tarde, el 20 de agosto de 1940, Trotsky sufrió un segundo atentado en esa misma casa, que le costó la vida.
Stalin había dado la orden de asesinar a Trotski. El agente de la NKVD, Kótov, encargado de las operaciones contra éste en México, se valió de dos comunistas españoles, Caridad del Río y Ramón Mercader (madre e hijo), para llevar a cabo el plan. Ramón Mercader se había trasladado a Nueva York y de allí a México con el pasaporte de un brigadista canadiense fallecido, Frank Jackson, en septiembre de 1939.
Aunque la casa en la que vivía Trotski estaba fuertemente custodiada, Ramón Mercader (conocido con el alias de «Jacques Mornard») lograría infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las secretarias de Trotski, Silvia Ageloff, con la que incluso mantuvo un noviazgo formal premeditado y planeado para perpetrar el magnicidio. Conoció a Trotski a finales de mayo de 1940 y visitó a la familia en una decena de ocasiones, haciéndose pasar por un simpatizante algo escéptico.
A pesar del refuerzo de la seguridad tras el atentado de mayo, Trotski no seguía las normas de seguridad y permitía a Mercader, que se había ganado la confianza de la familia, penetrar en el complejo residencial sin que fuera sometido al normando y minucioso registro por el que todo visitante debía pasar.

La tarde del asesinato, Trotski se encontraba trabajando en su despacho cuando Mercader apareció con mal aspecto alrededor de las 17:20. A pesar de quejarse de sed, llevaba sombrero y portaba un abrigo. Solicitó ver a Trotski para mostrarle un artículo. Con este pretexto subió al despacho y, mientras este se hallaba sentado, se acercó a él por la espalda y le clavó salvajemente en la cabeza un piolet que extrajo de un bolsillo del abrigo. El grito de Trotski se oyó como un estruendo en toda la casa; sus custodios acudieron rápidamente pero no se pudo hacer nada. Trotski logró derribar a su asaltante, salir de la habitación y comunicar a su esposa la identidad del asaltante antes de caer desvanecido. Cayó en coma y falleció al día siguiente, 21 de agosto de 1940, en un hospital de la Cruz Verde. Cabe señalar que, a sus exequias, celebradas en la capital mexicana, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de habitantes. Su asesino fue condenado a diecinueve años de prisión; y luego de liberado en 1960, la Unión Soviética le otorgó la condecoración de Héroe de la Unión Soviética.
“El hombre que amaba los perros” es una novela de rigurosidad histórica impresionante, contada a través de sus protagonistas, personales reales que poco tienen de ficción, y forman parte de un relato que no presume de ser histórica, aunque de hecho lo es.
La trama transcurre en múltiples escenarios y locaciones: la Unión Soviética especialmente (aunque no exclusivamente) en los años de Stalin, y países como Turquía, Francia, Noruega, y por supuesto Barcelona, México y la ciudad de La Habana. Cubre, además, casi 100 años de historia mundial, que van desde la llegada al poder de Stalin, la Guerra Civil española y el involucramiento de la Unión Soviética en el conflicto, el ascenso del nazismo, el gobierno del general Cárdenas, en México, quien le otorga asilo político a Trotsky, la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Cubana el denominado “período especial” (1990 – 1994) hasta finalizar a principios del siglo XXI.
Leonardo Padura, a través de las motivaciones, conflictos y contradicciones de los protagonistas de la novela, en el contexto histórico y político específico que los rodea, logra un retrato magistral de la condición humana, de la pasión y la traición, de la ideología y la utopía, de la violencia y el amor. “El hombre que amaba los perros” es una crítica lúcida y valiente al totalitarismo y al dogmatismo, al mismo tiempo que una reivindicación de la libertad y la dignidad de los individuos.
La novela constituye una joya indiscutible de la novelística latinoamericana contemporánea, que no debes dejar de leer cuando un buen día, el azar concurrente y la magia de lo maravilloso, hagan que esta preciada obra literaria llegue a tus manos. Soy consciente de cuán difícil y tortuoso es el empedrado camino de la censura.
Nuestra historia continuará…
#LoRealMaravilloso
#LiteraturaUniversal
#PeriodismoCrítico
#Historia
Interesantísimo artículo, una joya, la descripción de la muerte de Trotsky.
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Y 100% real, no hay nada de ficción en la descripción de Padura, he comprobado la autenticidad de las citas en varias fuentes independientes. Feliz semana.
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Interesante tema,gracias
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Gracias Glice y feliz semana.
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querido Volfredo, la novela a la que te refieres es una joya rara… en el momento de su lectura disfruté palabra a palabra de ya una conocida historia por múltiples encuentros con amigos ingleses y españoles continuado por tres décadas… este tema es complejo y quizas no se adapte al interes de los lectores del blog -quizas algún dia lo podramos hablar en vivo, quizás!- … de nuevo gracias por el acercamiento a lo mejor en literatura, arte en general e inteligencia al presentar los temas todos de gran interes y garra… espero tus comentarios anunciados sobre la obra de Padura… un fuerte abrazo!
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Estimado amigo y hermano, esto se ha puesto en caliente como diríamos en nuestro antiguo lenguaje de intensivista. Zona roja y área en caliente, los comentarios llueven tanto por Fb y el correo de nuestro blog que con mucho gusto le envío: lo.real.maravilloso.blog@gmail.com .
Creo que Padura llego a nuestro blog para quedarse, hay mucha tela para cortar. De momento lo dejo con un fuerte abrazo y el deseo de que disfrute una excelente semana. Seguimos en línea…
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Querido Volfredo, genial entrada escribiendo de la historia contemporánea a través de la obra literaria de Padura. He disfrutado mucho recordando cuando estuve en México, en la Casa Azul, Coyoacán, y también toda la detallada descripción de Ramón Mercader, comunista español.
Deseando seguir leyendo. Un fuerte abrazo. 😘😘😘😘
#LoRealMaravilloso
#LiteraturaMágica
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Gracias Marylia, que gusto saber que me lees y apoyas nuestro blog, que gana «maravillas». con tu entusiasta presencia. Feliz noche y un gran abrazo.
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Gracias a ti. Besossss😘😘😘😘😘
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Un idolo desde los setentas,perseguiamos el Juventud de los domingos,asi que…¿como no adorar su obra literaria?.Lo que mas me gusta del escritor es que escribe como habla,como hablamos los cubanos,creo que tambien eso forma parte de su exito.
Te envio por messenger un fragmento de la presentacion de «Como polvo….»,novela cuyo final me sorprendió,como casi todos los finales de Padura y aunque larga,mantuvo mi atencion todo el tiempo.
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Gracias muchas Gladys, con gusto leeré tu correspondencia y trataré de conseguir la novela «Cómo polvo…»., para leerla. Feliz tarde y abrazo grande.
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Una vez más ha sucedido, me quedo sin respiración… ¡¡¡Fascinada!!!
¡Qué poder de narrativa, en sus sinopsis del libro!
¡Qué temas elegidos!
¡Qué maravilla hacerle conocido! ¡¡¡Qué grande!!!
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Literatura de la buena, tangible y vivencial; fuiste atrapada por la magia; igual me sucedió a mí. Cordial abrazo y seguimos en línea, queda mucha buena prosa por recorrer y se “hace camino al andar”. Bendiciones
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