De niño, Toulouse-Lautrec se cayó de un caballo y fracturó un fémur. Ya se había quebrado el otro, unos años antes. En realidad, Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa, ese era su nombre completo, pertenencia a la nobleza de Francia y no se fracturaba los huesos porque era mal jinete, ni siquiera montaba a caballo, sino porque tenía una enfermedad genética, heredada de sus padres que procedían de linajes de alta consanguinidad. Nació en Albi en 1864 en el seno de una familia rica que, al estilo de la época, no quería dividir sus bienes en casamientos extrafamiliares.
Las consecuencias de estos matrimonios eran muy buenas para la economía de la época, pero perjudiciales para la salud de su descendencia. Su hermano, que nació cuatro años después, no sobrevivió y eso, parece, fue el detonante de la separación del conde Alphonse y su esposa.
Henri se quedó a vivir con la madre y, a pesar de los cuidados y consultas, no superó el metro y medio de estatura, sus piernas quedaron acortadas y pasó temporadas postrado, mientras aprendía dibujo y pintaba escenas de caza y caballos. Esos a los que no más volvería a montar.
Toulouse-Lautrec decidió ser pintor, y fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, e hizo amistad con Vincent van Gogh.
En 1884 Toulouse-Lautrec fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Edgar Degas del cual tomó valiosos ejemplos de la estética del movimiento danzario, en su visión personal de bailarinas de cabaret, porque al contrario de su admirado tutor, para Toulouse-Lautrec el ballet clásico poco importaba.
La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salón de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, y el Moulin Rouge. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó el tema principal de su rica obra pictórica.
En sus obras de los bajos fondos de París pintó a todos sus personajes, tanto actores, bailarines, como burgueses y prostitutas. A estas últimas las pintaba en escenas íntimas: mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio, durante el baño, en el vestidor o cuando esperaban una inspección médica.

Al contrario que los artistas impresionistas, apenas se interesó por el género del paisaje, y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial, que le permitían jugar con los colores y encuadres de forma subjetiva. Muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado.
Al contrario que el incomprendido Vincent van Gogh, Toulouse-Lautrec llegó a vender sus obras y fue reconocido en vida, si bien su popularidad radicó en las ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura clásica al óleo.
El mundo del vicio y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones de la alta sociedad, mientras que en Montmartre era todo un respetado personaje que podía dar rienda suelta a su bohemia.
Fueron muchas las mujeres que inspiraron la obra del pintor y cartelista francés Toulouse-Lautrec, durante su agitada vida llena de desórdenes y bohemia, en las noches parisinas de finales del siglo XIX.
La Goulue (Louise Weber) (1866 –1929) fue una bailarina del cancán parisién, inmortalizada por Henri de Toulouse-Lautrec. Apodada «La goulue» (la glotona), fue conocida en la Belle Époque como «La Reina de Montmartre».
Se hizo famosa rápidamente por su desparpajo, extroversión y arriesgada costumbre de vaciar de un trago las copas de los clientes, por eso la llamaron «La glotona».
El pintor Pierre-Auguste Renoir la introdujo al ambiente de Montmartre y al grupo de la Louee (modelos de artistas) donde el fotógrafo Achille Delmaet la retrató desnuda.
A su llegada al Molino Rojo, comenzó bailando chalut, primera versión del can-can, convirtiéndose en una estrella. Se incorporó con facilidad a la gran cuadrilla del cabaret y pronto bailaba sobre las mesas.
En 1895, rica y famosa, decidió alejarse del Roulin Rouge y montar su propio show. El cabaret la reemplazó con Jane Avril.
La empresa resultó un tremendo fracaso y ella desapareció de la vida pública sumiéndose en depresión y alcoholismo. En 1925 la hallaron canosa y desdentada cerca de París, en la miseria total.
Regresó a Montmartre en 1928 como vendedora de cigarrillos y maníes en una esquina cercana del Moulin Rouge.
Murió en 1929, en su lecho de muerte pregunto al sacerdote «Padre, ¿Dios me perdonará? Soy La glotona.
Yvette Guilbert (Emma Laure Esther Guilbert) nació en París el 20 de enero de 1867, fue una cantante de varieté que hoy nadie recordaría, si no fuera porque está joven de generosos escotes y guantes largos, inspiro los retratos que Toulouse-Lautrec le realizó a lo largo de su carrera. Fue una de las muchas mujeres que conoció el artista, esas “mariposas” que poblaban la noche de París.
Con menos de 20 años, Yvette comenzó a cantar en el Théâtre des Variétés, hasta que en 1890 accedió al célebre Moulin Rouge.


En este medio Toulouse-Lautrec conoció a esta joven mujer, frágil y delgada, con sus vestidos ceñidos, y sus brazos luciendo guantes negros y largos, que apenas movía mientras entonaba canciones de amor y pobreza trágica, reflejos de su existencia. Cantaba en tercera persona sobre la prostitución, el adulterio y las adicciones, pero lo hacía sin estridencias ni sentimentalismos, recitaba esos horrores que no escondía tras eufemismos. Los llamaba por su nombre.
Paradójicamente, y a pesar que Toulouse-Lautrec la retrató con frecuencia, Yvette rechazaba esos bocetos que a su criterio la mostraban poco atractiva, casi una vieja.
Jeanne Louise Beaudon (París, 1868 – 1943), fue una bailarina de can-can del cabaret parisino Moulin Rouge, inmortalizada por Henri de Toulouse-Lautrec en sus carteles.
Era hija del marqués italiano Luigi de Font y de su demi-mondaine (amante pagada) conocida como La Belle Elise. Cuando Jeanne nació, el marqués abandonó a ambas.
Atormentada por los maltratos propinados por su madre alcohólica, Jeanne fue internada en una institución mental para menores. En el hospital, comenzó a bailar en los espectáculos que organizaban las internas, despertando admiración. Dada de alta a los 16 años, hizo carrera bailando en el Barrio Latino de París.

En 1888, conoció al escritor René Boylesve (1867–1926) y cambió su nombre por «Jane Avril». Consiguió un contrato en el cabaret Moulin Rouge y luego en el Jardín de Paris, famoso café-concert de los Campos Elíseos. Henri de Toulouse-Lautrec pintó su retrato para un afiche publicitario y alcanzó gran popularidad como bailarina de can-can, lo que le permitió viajar a Londres.
En 1895 reemplazó en el Moulin Rouge a la célebre Louise Weber «La Goulue» con un estilo completamente opuesto.
A los 42 años se casó con el pintor alemán Maurice Biais (c.1875–1926), que dilapidó sus bienes dejándola al morir en la pobreza absoluta.
Murió en un asilo de ancianos en 1943 y está enterrada en el cementerio de Père Lachaise.
Suzanne Valadon, fue una pintora, hedonista y bohemia, uno de los tantos amores de Toulouse-Lautrec, conocida como la “dama libre de la Belle Époque”, periodo de la historia donde los más desmedidos libertinajes eran vistos sin asombros.
Como todas las buenas historias, esta empieza con una ruptura. A los 14 años (corría el 1880) dejó su casa en Bessines-sur-Gartempe, un pueblo de Limosin, y se fue a probar suerte a París. Su madre (costurera y criada) la tuvo sola y nunca se supo de su padre, al menos no hay datos.
Aún conservaba su nombre de nacimiento, Marie-Clémentine Valade, cuando, dos años después, la encontró un acróbata moreno haciendo malabares con unas manzanas que había robado y se la llevó con él al circo. Duró poco como trapecista, el apuro, la valentía arrebatada, y un mal giro le ocasionó un accidente que la alejaría para siempre del circo.
En una de sus presentaciones en el circo Mollier, se encontraba el pintor Toulouse-Lautrec entre el público. ¿Cómo no maravillarse frente a su belleza? Se acercó amistoso después del espectáculo, con su barba, su bastón, su metro cincuenta de estatura y la miró de arriba abajo, la estudió minuciosamente y comprobó lo que había visto desde la tribuna: era preciosa. Entonces le dijo que quería pintarla, que fuera su modelo, su musa, que posara para él.
Durante la Belle Époque, el mundo del espectáculo formaba una unidad y los artistas circenses poca diferencia establecían con las bailarinas de cabaret. En los bares y tabernas, los acróbatas, los pintores y los poetas bebían juntos y brindaban por una Francia más libre. La bohemia era una forma de vida, requería ética y estética, y Suzanne Valadon tenía ambas cosas. Así fue que posó para Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir y Pierre Puvis de Chavannes, entre tantos otros. No había pintor en todo París que no soñara con el desafío de poner en el óleo su belleza irreproducible.
Una noche en el atelier de Toulouse-Lautrec, mientras desnudos bebían vino, recostados sobre el parqué, Suzanne Valadon le mostró sus dibujos. Otra versión asegura que ella se levantó y se fue a algún sitio (el baño, la cocina, la biblioteca), y él revisó su bolso. Allí, encontró un cuaderno con hojas lisas y dibujos a lápiz con formas maravillosas. Toulouse-Lautrec quedó encantado. Tan es así que un día, bebiendo con sus amigos pintores, mostró uno de estos dibujos y, sin decir quién los había hecho, les pidió que adivinaran.
La sorpresa fue saber que la musa, la gran musa guardaba dentro de sí una artista prometedora.
La relación con Toulouse-Lautrec próspero a punto de proponerle matrimonio, pero la promiscuidad en la que ambos vivían hizo que la convivencia no prosperara, y en 1888 terminó el vínculo con un intento de suicidio por parte de Suzanne.
La vida de Suzanne Valadon resulta tan alucinante, que sobre ella continuaremos en el próximo post, entre frustraciones, aventuras y éxitos de la bella época.
#LoRealMaravilloso
#ArtesVisuales
#Historia
Cosa de la vida que nunca antes lo había leído.
«Moulin Rouge» cuando viajé a Londres con mi hijo, me llevó a conocer, por supuesto, lo exterior.
Creo que conservo la fotografía pero tendría que buscarla.
Los artistas y sus diferentes inclinaciones de estilos. Mi gusta Van Gogh.
Buenas tardes, Volfredo.
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Gracias Malania por tus comentarios y feliz tarde.
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Toulouse – Lautrec: An unusual life and unusual art. Thank you for this post, dear Volfredo.
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Thank you dear Olivia, God bless your day abundantly and fill your acts with happiness and bliss.
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The poor devil died young, he did not even reach his 40th birthday. He was addicted to alcohol and had caught syphilis, which was a noncurable venereal disease in his time.
He is the typical product of a degenerate, incestuous, aristocratic family in France, in the 19th century. He probably would not have chosen to be born in this family – but he had no choice.
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Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin and Vincent Van Gogh lived at the same time, shared the same disordered lifestyle, were great impressionist painters and died young, in poverty, as a consequence of their actions. They were the result of the place and the historical moment that they had to live: France during the «Beautiful Times», where the vices and pleasures of the flesh were placed above reason.
I wish you a happy day Olivia, I am very pleased to send you my greetings every morning.
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Thank you, a very pleasant morning to you, too.
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