Atrapados en la mente (2).

Vivir con esquizofrenia

A sus 95 años, la abuela de Søgaard, Inger, recuerda con claridad y se imagina visitando a su hermana pequeña Kirsten en el hospital, después de que los síntomas que empezó a experimentar a los 14 años siguieran progresando.

En una de sus visitas, Inger recordaba: «Kirsten estaba tumbada, completamente apática. No era capaz de hablarnos. … Otro día fuimos a visitarla y ya no estaba en su habitación. Nos dijeron que le había aventado un vaso a una enfermera y que la habían mandado al sótano, a una habitación donde la restringieron con cinturones. No nos permitieron entrar, pero la vi a través de un agujero en la puerta; estaba allí tumbada, atada». Inger se sintió confundida y asustada, dijo, porque podría haber sido cualquiera, incluida ella, la que pudo enfermar.

Cama con correas para restringir pacientes. Museo del hospital psiquiátrico de Oringe. Crédito: Samantha Bresnahan/CNN

En Sankt Hans, uno de los mayores y más antiguos hospitales psiquiátricos de Dinamarca, el Dr. Thomas Werge recorre los mismos terrenos que recorrió de niño, cuando su propia abuela estuvo hospitalizada allí. Ahora dirige el Instituto de Psiquiatría Biológica, donde él y su equipo estudian las causas biológicas que contribuyen a los trastornos psiquiátricos.

«Los trastornos de salud mentales están por todas partes», añadió. «Simplemente no lo reconocemos cuando caminamos entre la gente. No todo el mundo demuestra su dolor al exterior».

Según la OMS, aproximadamente una de cada 300 personas padece esquizofrenia en todo el mundo, pero menos de un tercio de ellas llega a recibir atención especializada en salud mental.

El sufrimiento de Kirsten, durante la hospitalización duró hasta su muerte, luego de finalizada la segunda guerra mundial. Fue un duro golpe en esta increíble historia, y en la larga historia de la atención psiquiátrica en Dinamarca.

Como parte de su tratamiento, Kirsten recibió lo que se conocía comúnmente en Dinamarca como «el corte blanco» (lobotomía). Este procedimiento forma parte de la historia psiquiátrica del país. Durante el tiempo que duró la colección de cerebros, desde los años cuarenta hasta principios de los ochenta, se dice que Dinamarca hizo más lobotomías per cápita que cualquier otro país del mundo.

«Es un tratamiento muy agresivo, porque se destruye una gran parte del cerebro», dijo Wirenfeldt Nielsen. «Y es muy arriesgado, porque puedes matar al paciente, básicamente, pero en aquellos tiempos, no tenían otra cosa que hacer».

Se inserta una herramienta en el lóbulo frontal, raspando tramos de materia blanca, lo que explica el apelativo de «corte blanco». «Las reacciones emocionales… se localizan, al menos en parte, en el lóbulo frontal», explica Wirenfeldt Nielsen, «así que pensaron que amputado el área, se podría calmar al paciente».

Antonio Egas Moniz, Premio Nobel en 1949, por sus investigaciones sobre cortes del cerebro.

La lobotomía prefrontal fue iniciada por el neurólogo portugués, Antonio Egas Moniz en 1949, por ser el pionero de la lobotomía prefrontal. La lobotomía se convirtió en una opción de tratamiento muy popular desde los años 30 hasta principios de los 50. En la actualidad, esta práctica se considera una barbarie.

En el caso de Kirsten, su anciana hermana de 95 años, aún recerda: había destellos de «la antigua Kirsten» antes de que se hiciera la lobotomía, pero después de eso, se había ido. En 1951, un año después de su lobotomía, murió. Solo tenía 24 años.


«La esquizofrenia y la psicosis están relacionadas con la creatividad», afirma Werge. «Así que, cuando se intenta inhibir la psicosis, también se inhibe la creatividad. Medicar a un paciente psiquiátrico tiene un precio… Lo que causa todos estos problemas a los humanos es también lo que nos hace humanos en el buen sentido de la palabra». Dr. Thomas Werge.

Edgar Allan Poe: “El retrato oval”.

Locura y creatividad van de la mano. Inhibir la locura es destruir la creatividad del artista. Veremos que nos dicen a respecto nuestros próximos invitados, comenzando con el escritor norteamericano Edgar Allan Poe: “El retrato oval”, y “Berenice” 1835 o el pintor noruego Edvard Munch: “El grito”, 1893 y muchos otros artistas que han compartido su existencia abrazados a la locura y serán invitados a Lo Real Maravilloso a contar su historia de vida.

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6 respuestas a “Atrapados en la mente (2).

  1. Gracias Volfredo! Sabes? Ya busco tus reseñas ávidamente y, aunque no siempre comente, las considero una importante dosis de conocimiento y placer diario… De nuevo gracias!
    (La historia que relatas es casi increíble en la medicina «desarrollada» del siglo XX… Tuve la experiencia cuando alumno de los tratamientos provocando «comas hipoglucemicos» y electroconvulsivantes «clásicos» sin anestesia/relajantesmusculares, sin dudas otras barbaries avaladas por la ciencia)

    Le gusta a 1 persona

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