Geraldito el tonto.

Su nombre era Geraldito, fue o es, desconozco si vive en la actualidad, mi compañero de estudio en primaria, en una época en que los Hermanos Maristas eran maestros y predicaban las ciencias junto con la palabra de Dios.

Colegio Marista, Ciego de Ávila, Cuba.

Geraldito siempre llegaba tarde, redondeado y pulcro, cuidadosamente acicalado con uniformes talla extra, adaptados y readaptados por cuidadosos sastres, que trataban de vestir y ocultar en un solo acto, adiposidades evidentes que colgaban fláccidas y en abundancia de su abultado cuerpo.

La región anatómica que ofrecía más resistencia al enmascaramiento de Geraldito, era el ombligo, que inútilmente trataba de sobrevivir atrapado en un mar de pliegues adiposos que le comprimían hasta la asfixia.  También utilizaba talcos y perfumes caros, rareza en niños educados por jesuitas, adoctrinados desde temprana edad, a la renuncia por vocación de las banalidades humanas.    

Luego de una hora en el aula, el pulcro Geraldito, que ya había transitado por el quinto de sus sueños, se transformaba. La camisa escapaba por encima del pantalón y el ombligo emergía triunfante, haciendo saltar las amarras de los botones que le maniataban a presión ¿Y la corbata blanca?, qué decir de ella, en pocas horas nadaba en babas y salivas, con tiznes de lápices y colores, y cuanta alimaña pudiese contaminar su pulcro color blanco.

Geraldito, era de cuna rica, nieto del Buey del Oro, y todos en la escuela comentaban que su abuelo era el dueño de medio Macondo, colonias cañeras y enormes extensiones de pastizales dedicados a la ganadería. Primogénito, y para que nadie tuviese dudas de la tradición, aquél voluminoso y deshilachado alumno marista, había sido bautizado como Gerardo de Jesús, Gerardo por el abuelo y Jesús, Dios sabrá el porqué.

Aparte de desarreglos y desfachatez innata, Geraldito pronto desarrollo la habilidad de contar las estrellas, facultada envidiable si las hubiese contando en medio de la noche, pero resultó ser, que su don natural se hacía más evidente en la mañana y la tarde, en plena clase. Lejos de mirar hacia el pizarrón, pasaba horas contando estrellas en plena actividad docente y no había castigo o penitencia, que le secará la obsesión.

En algún momento, sus epítetos escolares se combinaron y crecieron, hasta llegar al rimbombante y quijotesco nombre de “Geraldito, el tonto, mira cielo y contador de estrellas”, pero a lo largo del tedioso semestre que no tenía apuros en dar paso a las ansiadas vacaciones, logró rescatar su nombre de pila y una vez más paso hacer “Geraldito el tonto”, a secas. La infancia está poblada de decisiones cripticas y esta es un buen ejemplo.

No obstante, sus muchas tonteras y distracciones, sus notas siempre fueron destacadas, y muchas fueron las medallas doradas recibidas al finalizar el curso. En algún momento, pensé que sus premios procedían de la inmensa fortuna del abuelo, pero al final del largo relato de nuestra historia, la vida me convenció que estaba equivocado.

Aquel gordito colorado y rechoncho, que anticipaba el acné a corta edad en su grasiento rostro, pronto fue el aeropuerto preferido de los abusadores escolares, que encantados le dispensaban un “ralla-fósforo”, cuando desprevenido pasaba por su lado. Los “ralla-fósforos”, según cuenta Homero en la Ilíada, eran la estocada predilecta del valiente Aquiles, que muchos enemigos quitó del camino con su singular uso. Lanzada con los nudillos cerrados, en diagonal, de arriba hacia abajo, en movimiento oblicuo y a presión sobre el cráneo, aquella dolorosa arma devenía en ariete doloroso y mortal, y si no lo creen así, basta con mirar en cráneo enrojecido e iluminado de las victimas luego de recibir el mortífero castigo.

Un buen día, Melquiades el gitano, logró vender una enorme consola automática traga monedas al hermano Sergio, quien fungía en aquel entonces como director de la escuela. El codiciado artefacto dispensaba golosinas y refrescos de forma automática. Un níquel, los refrescos del patio, la Coca Cola dos y el enorme Ironbeer, etiquetado con propaganda de Atlas mostrando desarrollados músculos, costaba una peseta, lo recuerdo. Ni soñarlo, eso no estaba a mi alcance.

Geraldito era otra razón, tenía sus bolsillos siempre llenos de monedas rutilantes y su número era inagotable al igual que su voraz apetito, siempre dispuesto a visitar el enorme dispensador mágico atestados de golosinas, pero los peligros eran muchos tanto, que desaconsejaban la acción en honor a la prudencia.

No hacía más de apartarse de los caminos seguros del recreo, en busca de golosina, y ya ejércitos de abusadores lanzaban sobre el cráneo del rico niño andanadas de “ralla-fósforos” en todas sus modalidades, las más mortíferas de ella eran las dirigidas al centro del cráneo, anatomía infantil conocida como chola.

El azar concurrente de Lezama, quiso que cuando nací fuese de complexión fuerte y precoz, condición que me permitió ofrecer mis servicios a Gerardito como guardaespaldas, en un trabajo simple que consistía en acompañarle y defenderle en sus furtivas visitas al dispensador, a cambio, el compraba abundantes golosinas para los dos. Fue a partir de esta acción, devenida en mi primer oficio, que mi corbata blanca también tomó como premios las manchas de Coca Cola y chocolates, que ante mi economía sostenible me impedía solventar.

El último día de los Reyes Magos, antes de que los tres queridos Reyes Magos extraviaran el camino, aconteció 6 de enero de 1960, y los Hermanos Maristas, una vez más, como era costumbre, abrieron el estadio de la escuela para que todos los alumnos de los primeros años fuésemos a jugar con los recién traídos juguetes, que de forma mágica habían aparecido ese día bajo las camas. Eran tiempos de efervescencia política, y los rebeldes, barbudos admirados por el pueblo, habían bajado de la Sierra Maestra y desfilaban por las calles, en medio de festejos populares espontáneos, donde aquellos hombres de pelo largo y ensortijada barba eran considerados héroes.

Todos llegamos puntuales al estadio, dispuestos a jugar en forma colectiva bajo la atenta y vigilante mirada de los hermanos maristas, que responsables, no quitaban sus ojos de encima al desordenado enjambre. Fue entonces cuando en medio del desorden imperante se hizo el silencio que aprovecha el tigre en sus ataques. Geraldito el tonto, había hecho entrada vestido con casco, uniforme y ametralladora, semejante a los esbirros de la dictatura recién derrocada.

No hubo arbitraje eficiente, y menos parcialidad. Aquel enjambre de niños que jugábamos a la guerra hízose de avispas asesinas y todos partieron en enjambre enardecido contra Geraldito el tonto, bien dispuesto a hacerle pagar la osadía. Mis servicios de guarda espalda resultaron inútiles y mucho fue el látigo que propiciaron los hermanos con los gruesos lazos anudados de sus sotanas, para tratar de disolver la turba que asfixiaba y trataba de aplastar bajo su peso a aquel voluminoso e imprudente tonto.

Luego llegó el ciclón Flora. Sus fuertes vientos y torrenciales lluvias terminaron por arrasarlo todo, anegaron la escuela y sus lodos arrastraron a nuestros queridos maestros rio abajo, hasta hacerlos desaparecer de nuestra vista para siempre.


Medio siglo después, Alberto, el que todo lo sabe, comenzó hacer presencia en Macondo durante la Navidad, llegaba a prisa como ave migratoria, salpicado el ambiente de abundantes cervezas, golosinas y alegrías navideñas.

Reunión navideña de antiguos alumnos maristas y allegados.

Fue en la última de sus curiosas migraciones, que hube de preguntarle por Geraldito, aquel recordado tonto que llevó lejos el ciclón Flora:

  • Alberto, dime algo de Geraldito, qué ha sido de su vida.
  • ¿De su vida?, pero tú no lo sabes. Geraldito es el cubano más rico de Miami, heredó los genes de su abuelo.
  • ¿Siembra caña y es ganadero?
  • – Nada de eso, paga 7 millones por uno de los primeros escaños en la bolsa neoyorquina, donde el enorme y desaliñado gordo, sigue igual que cuando niño, siempre está durmiendo y mirando al cielo, pero cuando abre los ojos ¿Sabes qué sucede?, sólo tiene que decir las compro, las compro todas, y acciones caídas en desgracia y quiebra, pasan todas a su poder.
  • ¿Y entonces qué?  Sigue siendo un tonto….
  • Nada de eso, el siempre adivina. En tres semanas las acciones que compró en baja, suben y suben, ganan millones con tan solo mirar al cielo, nunca se equivoca.

A la memoria de Geraldito Vásquez, esté donde estés, para que no me abandones nunca más, para que no te vayas de mis memorias y recuerdos.

#LoRealMaravilloso

#CiegodeAvila

#LiteraturaMágica

https://www.volfredo.com/


10 respuestas a “Geraldito el tonto.

  1. Hoy Volfredo nos narra una linda historia de su infancia, pero se enfoca más en su amigo Geraldito el tonto. Geraldito era un niño que nació en cuna de oro era nieto del Buey de Oro quien era dueño de medio Macondo poseía grandes colonias cañeras y extensiones dedicadas la ganadería, esté era un niño que poseía una dotada inteligencia sus notas sobresalientes y algunas medallas de oro , por eso yo pienso que ahí existía de cierta manera envidia por su forma de vivir y su inteligencia era un niño noble que desde temprana edad al igual que Volfredo fue educado por Jesuita adoctrinados a renuncia por vocación de las banalidades humanas a pesar de que Volfredo que venía de una familia pobre el por su fortaleza física defendía a Geraldito del bullying que recibía de sus compañeros de clases y llegó a sentirse protegido por Camacho , pero sin embargo los que le pusieron nombrete como “Geraldito el tonto “y “Geraldito el tonto mira cielo contar de las estrellas” eran más tonto que él porque seguro que no todos llegaron. a estudiar y ser profesionales en su vida y Geraldito heredó los genes de su abuelo y llegó a ser uno de los cubanos más rico de Miami, Dios permita a través de las redes sociales que Volfredo y Geraldito se encuentren y reanuden ese lazo de amistad tan lindo que existió hace medio siglo y puedan darse un abrazo fraternal.

    Le gusta a 1 persona

    1. Gracias, Emma es un gusto recibir tus comentarios habituales, que siempre son y serán bienvenidos a mi apagado mundo de Lo Real Maravilloso, donde la luz viene de cuando em cuando y ahora ya no sabemos reconocer cuando es día o noche. Feliz semana.

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s