La divisé solo unos segundos y de inmediato quedé impactado por su imagen, era un video de la autoría de Mónica Moltó, unos fragmentos de secuencias que transcurrieron durante breves instantes, fueron suficientes; de inmediato partí tras ella.
Con premura descargué el video en la máxima resolución disponible, fui a la imagen que tan poderosamente me llamó la atención; la capturé y luego la salvé con la extensión propia de una fotografía. Ya era mía, la había raptado.
Aunque apasionado y ferviente, debo reconocer que mi acción carece de originalidad, y el rapto que lleve a cabo, el hecho en sí, ya poseía antecedentes en la plástica cubana, porque en 1938, ese torbellino de acuarelas, conocido como Carlos Enríquez, se me había adelantado con sus pinceles y transparencia, en el «El rapto de las mulatas», el cual constituyó su credo artístico.

Las redes tienen sus misterios que discurren como tentáculos. Le escribí con urgencia a Mónica y le pregunté ¿quién era ella?, quién era aquella modelo calidoscópica a la que nunca había visto con anterioridad y desconocía todo acerca de ella.
Mónica me respondió con premura y femenina curiosidad, porque ambos amamos la fotografía y las artes digitales de edición.
Su nombre era Anays, ya alcancé a identificarla, esa fue nuestra presentación, aunque su nombre me impresionaba ajeno. Esperaba que se llamase África, Kenia, o Nairobi, haciendo honor a sus raíces y la fortaleza expresiva de su rostro.
La imagen secuestrada era un tanto movida y débil, recuerden que era la captura de una imagen de video, razón por la que hube de multiplicarla, fusionarla y hacer los colores saturados e intensos.
El primer resultado me satisfizo mucho, porque tenía ante mis ojos una bella mujer, que a todas luces había posado de forma virtual para mi cámara, pero yo quería más:

Dupliqué la imagen y la puse en movimiento para darle la oportunidad de escapar. Pero no lo hizo, ella prefirió mantenerse quieta y desafiante, era una retadora.

No era mi intención perderme en distracciones, y el color engañaba de forma sutil mis sentidos, por lo que decidí desaturarla, pasarla al blanco y negro, a los tonos duales, y los contrastes fuertes, hasta que finalmente opté por preservar el bronceado de la piel y privar de color el entorno, un recurso estilístico que evita que el observador se distraiga y olvide centrar su atención.

Decidí pincelar la imagen, para valorar el peso de la silueta en la composición, y fue en ese momento que pude percatarme, que el alma de la modelo escapaba hacia el observador desde uno de sus ojos, el izquierdo.

La razón se impuso, podía prescindir del entorno e ignorar el encanto de su piel cobriza y el pelo rizado, pero sería blasfemo si descartaba su mirada, porque en su forma desafínate y a la vez ingenua de mirar, radicaba su fuerza y alma.
Me sentí satisfecho, porque había encontrado la esencia, la particularidad enigmática de aquella imagen que tan inquietante me resultó desde un principio, entonces hice perder el enfoque de la imagen de forma concéntrica, menos los ojos, que permanecieron nítidos, desafiantes, porque ellos radicaban las claves del acertijo.

Falta rebautizarla para los medios, ella era un ave rara y a la vez un enigma, y así afloró su nombre de entre las aguas de la pila bautismal. Iba a darla a conocer como “Rara Avis”, solo así quedé satisfecho.
La edición digital es un arte, que introduce variaciones en las imágenes fotográficas a favor de la experiencia creativa. Con “Rara Avis”, me propuse demostrar las posibilidades de la plástica digital utilizando el lenguaje técnico de los programas y la poesía que desprende su accionar.
La patela de imágenes que adjunto, contiene 17 variaciones sobre una captura intencionada, realizada sobre un video de Mónica Moltó. Es una modesta rapsodia digital, dedicada a la emprendedora y youtuber habanera, a la que admiro y nunca he visto en persona.
“Rara Avis”, galería.
#LoRealMaravilloso
volfredo.com
La modestia te embarga absolutamente, habrás empezado jugando, pero, hoy eres todo un artista de la fotografía digital. Califico a Rara Avis, a la que yo nombraría El Rapto de Anays, como una obra maestra de la fotografía digital y si no, pídele su criterio al respecto, a Mónica Moltó. Este giro en tu vida, ha sido genial. Muchas Gracias, Dr C. Camacho.
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Gracias hermano y vecino, siempre tus comentarios resultan positivos y alentadores. Seguiremos adelanteeeeeee
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Bellísima imagen . Muy vehemente tu relato .
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Gracias Reina, siempre es un gusto darte mis buenos días.
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Excelente articulo y in extraordinario artista de la fotografia digital todo sueño es posible Cuándo lo convertimos en una meta se convierte en prioridad..bella foto
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Si la edición digital tiene sus encantos y me hace feliz te haya gustado mi trabajo.
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