Fabelo en Nueva York: el susurro visual de una isla del Caribe.

El Instituto Cervantes de Nueva York presenta la exposición Fabelo. Estados críticos, una selección de trece obras del insoslayable artista cubano Roberto Fabelo, bajo la curaduría de Mario José Hernández. Este conjunto invita al espectador a sumergirse en un universo inquietante, donde lo real y lo fantástico conviven en un equilibrio tan precario como fascinante.

Roberto Fabelo (Camagüey, 1950) es uno de los artistas contemporáneos más importantes de Cuba. Su trabajo, que abarca la pintura, la escultura y la ilustración, ha sido expuesto en museos y galerías de todo el mundo.

Fabelo ha sabido hurgar en la espesura de lo imaginario para extraer de ella criaturas imposibles: mujeres con patas de ave, rinocerontes flotantes, peces de labios humanos, jaulas vacías que parecen haber liberado no pájaros, sino enigmas. Su pincel parece haberse mojado en los sueños de Borges, en los monstruos de Goya, y en la ternura herida de un país que se ha acostumbrado a soñar despierto… o a fingir que no sueña.

Inspirado en Goya y en la literatura del realismo mágico, su obra se distingue por su virtuosismo técnico y su capacidad para narrar historias visuales que oscilan entre lo fantástico y lo grotesco.

Fabelo no pinta lo que ve, sino lo que intuye. No describe, deforma. No critica, transforma. Sin embargo, su obra es una forma de resistencia visual: no estridente, no militante, pero sí profundamente reveladora. Detrás de cada criatura fabulosa acecha una metáfora, una verdad que no puede decirse en voz alta, pero que tampoco se puede callar.

Hay quienes ven en sus mujeres con alas de insecto una alusión a la fragilidad del cuerpo; otros perciben una elegía al deseo. Los más cínicos leen en esas figuras la imagen disimulada de una sociedad que ha aprendido a volar con una sola ala, o a caminar con piernas prestadas de otra especie.

El universo de Fabelo es profundamente cubano, no porque recurra a símbolos nacionales, sino porque emana del desconcierto y la ironía. Es tropical sin caer en el folclor, fabuloso sin rozar la ingenuidad. Como si el realismo mágico hubiera hecho escala en La Habana y, entre escalas, se hubiese emborrachado de ron y metáforas.

Su trazo nos recuerda que, incluso donde la libertad es un bien racionado, el arte conserva permisos que la realidad no concede. La metáfora —ese salvoconducto del alma— le permite decir sin decir, mostrar sin señalar. Tal vez por eso sus cuadros se exhiben en salones internacionales sin que sean leídos por lo que realmente son: espejos deformantes donde la censura se disuelve en belleza.

Como los antiguos juglares medievales, Fabelo nos narra lo que ocurre en el reino sin mencionar al rey. Nos muestra la desnudez sin señalar al desnudo. Y en esa habilidad para deslizar lo subversivo bajo una capa de prodigios, reside su genio.

No es casual que lo hayan comparado con Dalí, Bosch o Magritte. Pero Fabelo no imita: reinventa. A diferencia del surrealismo europeo, donde el inconsciente brota como un grito, en su obra todo parece contenido, domesticado por una estética que honra el claroscuro, la línea, el detalle. Es un caos disciplinado, una locura elegante, un animal con corbata.

Sus instalaciones —como ese ejército de cucarachas de bronce que invade bibliotecas— no agreden: inquietan. No insultan: incomodan. Lo suyo no es la provocación vulgar, sino la insinuación perversa. Como los grandes artistas de todos los tiempos, Fabelo no explica: sugiere. Y al proponer, despierta. El espectador no sale de sus exposiciones con certezas, sino con preguntas:

¿Qué soy? ¿Qué me han hecho ser? ¿Qué parte de mí es pájaro, qué parte jaula?

En su obra habita el espíritu de la isla: bella y contradictoria, domesticada y salvaje, resignada y rebelde. Una isla que ha aprendido a sobrevivir como esos personajes suyos que flotan en sillas imposibles, que cargan una casa a cuestas o que nadan por los techos como si fuera lo más natural del mundo.

Roberto Fabelo, demiurgo de nuestras pesadillas más hermosas, nos recuerda que la imaginación también es una forma de libertad. Que hay verdades que no pueden gritarse, pero pueden dibujarse. Y que el arte, cuando es verdadero, no necesita permiso para decir lo que todos saben y nadie se atreve a nombrar.


Para acceder a imágenes de alta calidad de las obras de Roberto Fabelo, te recomiendo visitar su sitio web oficial, donde puedes descargar catálogos completos de su obra: Googlear /Descargar catálogo de Roberto Fabelo en alta calidad/.

Este catálogo incluye una amplia selección de sus obras, presentadas en alta resolución y con información detallada.

Además, puedes explorar más imágenes de sus obras en las siguientes plataformas:

Artsy – Roberto Fabelo: Galería en línea que presenta una variedad de obras de Fabelo, incluyendo pinturas y esculturas.

Pan American Art Projects – Roberto Fabelo: Galería que exhibe y vende obras del artista, con imágenes y detalles de cada pieza.

Pinterest – Tablero de Roberto Fabelo: Colección curada de imágenes de sus obras, útil para inspiración visual.

Si estás interesado en imágenes específicas de la exposición «Fabelo. Estados críticos» en el Instituto Cervantes de Nueva York, puedes consultar su página oficial: Instituto Cervantes Nueva York – Fabelo. Estados crítico. Allí encontrarás información sobre la exposición y, en ocasiones, imágenes de las obras presentadas.

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