José Luis Sampedro, aquel economista que escribía como poeta y pensaba como sabio, no necesitó levantar catedrales ni oficiar sermones para fundar su fe. Su credo —laico, sereno y luminoso— no se reza de rodillas, sino caminando con la mirada en alto. Es una oración sin altar, pero con horizonte; una letanía sin incienso, pero con aroma a tierra húmeda y espíritu indomable.
En estos tiempos donde el mundo parece empecinado en despeñarse entre índices bursátiles, discursos huecos y dogmas reciclados, las palabras de Sampedro resuenan como una profecía necesaria y urgente. Su Credo no tiene santos ni pecadores, pero sí Vida en mayúscula para todos.
El Credo
José Luis Sampedro
Creo en la Vida, Madre Omnipotente,
Creadora de los cielos y de la tierra.
Creo en el Hombre, su hijo,
Concebido en creciente evolución,
Progresando a pesar de los Pilatos
Que inventaron sus dogmas reaccionarios
Para aplastar la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
Y el Hombre sigue en marcha hacia el futuro.
Creo en los horizontes del Espíritu
Y en la energía cósmica del mundo,
Creo en la Humanidad siempre adelante,
Creo en la Vida perdurable.
Amén
Hay textos que no se leen: se respiran. El Credo de José Luis Sampedro es uno de ellos. Doce versos que no caben en ningún misal, que no exigen genuflexiones, sino pies firmes en marcha. No es súplica ni jaculatoria: es manifiesto. No invoca a divinidades con toga y trono, sino a esa divinidad impertinente y persistente llamada Vida, que insiste en brotar aún entre las ruinas y las cenizas.

Sampedro nos deja una fórmula de fe en tiempos descreídos. Desde el primer verso —»Creo en la Vida, Madre Omnipotente»— asienta un principio radical: la Vida como origen, sustancia y destino. No una vida idealizada, ni domesticada, sino la vida real, contradictoria y asombrosa, que tropieza, pero avanza, que sufre, pero insiste, que muere, pero resucita.
Al evocar a los «Pilatos que inventaron sus dogmas reaccionarios», Sampedro nombra —con elegante contundencia— a los fabricantes de cruz y sentencia, a los guardianes del inmovilismo disfrazado de orden, a los patriarcas del miedo y el castigo. Los Pilatos del ayer y del hoy: políticos con manos lavadas, burócratas del espíritu, profetas de la resignación.
Los Pilatos de nuestro tiempo.
En este breve y poderoso texto, los «Pilatos» no son solo figuras bíblicas ni sombras del pasado: son presencias actuales, camufladas bajo nombres rimbombantes y cargos respetables. Están en los púlpitos que predican intolerancia, en los gobiernos que legislan desigualdades, en los mercados que reducen al ser humano a una curva de consumo.
Son esos dogmas que nos dictan cómo vivir, qué soñar, a quién temer. Dogmas religiosos que castigan en nombre del amor, ideologías que venden libertad y entregan servidumbre, sistemas económicos que adoran al becerro de oro mientras condenan al hombre al yugo del endeudamiento eterno. Están también en los prejuicios que nos separan, en los muros que nos dividen, en las etiquetas que nos reducen a estereotipos.
Pero a pesar de ellos —o quizás por ellos— el Credo de Sampedro proclama una verdad inapelable: la Vida siempre resucita. El ser humano sigue en marcha, a veces a tientas, pero con el impulso de algo que lo empuja desde dentro: su capacidad de imaginar, de amar, de crear. La esperanza no como ilusión pueril, sino como forma de resistencia.
Una fe sin dogma.
El Credo de Sampedro no impone, no amenaza, no exige sacrificios. Propone. Invita. Inspira. Y por eso crece con los años. Porque no es una oración para repetir, sino para encarnar. No promete paraísos más allá de la muerte, pero sí dignidad aquí y ahora. No clama por redención celestial, pero sí por una humanidad más justa, más libre, más consciente de su poder creador.
Quizás por eso sigue vigente. Porque, en un mundo cada vez más tentado por la desesperanza, hace falta recordar —como nos recuerda Sampedro— que somos hijos de la Vida, no del miedo; del asombro, no del dogma; del devenir, no del encierro; y que el verdadero «Amén» no se dice: se vive.
Para seguir leyendo a José Luis Sampedro:
- La sonrisa etrusca: la novela donde convirtió la muerte en poesía.
- Las fuerzas económicas de nuestro tiempo: para entender su mirada lúcida sobre el mundo.
- Cuarteto para un solista: su testamento vital, escrito a cuatro manos con Olga Lucas.
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Bello questo credo dove la vita risorge sempre nonostante tutto. Buona giornata Achille
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Grazie mille, Aquiles. È un piacere averti come ospite su Lo Real Maravilloso, il blog dove la realtà diventa magia e risuona con le onde del Mar dei Caraibi. Buona giornata e un caldo abbraccio.
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Un ejemplo de persona y más.
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Y mucho más, tienes toda la razón. Lindo día querida Azurea.
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Siempre fue y es un placer lleno de sentido leerle y o escucharle, deberíamos como sociedad animar y dar mas visibilidad a personas así…
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Das Leben beinhaltet alles was der Mensch, in seinem Individuellen Glauben, sich der Wirklichkeit von Welt vorstellt und darin wohnt und lebt. Es unverschämt, mit einer Ideologie, das wirkliche Leben als goldenes Lamm, das ein wie Götze verehrt und angebetet wird, damit zu erklären. Unser Leben beginnt aus Asche und Erde und wird an seinem Ende wieder darin zurück kehren.
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Un «Maestro» para la Vida. Gracias por acercarnos a él con tus palabras. Un abrazo
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Me encanta
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