“Aún estoy aquí”: El grito silencioso de Brasil que resuena hacia el Oscar.

En un mundo donde la memoria histórica se ve constantemente amenazada por los vientos de la desinformación y la manipulación, “Aún estoy aquí” (título original Ainda Estou Aqui) se erige como un acto de resistencia que no solo desafía el olvido, sino que también cuestiona el presente. Esta obra cinematográfica, dirigida por el veterano Walter Salles y protagonizada por Fernanda Torres, ha arrasado en Brasil y se perfila como una de las fuertes contendientes en la temporada de premios, con la mirada puesta en la codiciada estatuilla del Oscar.

Walter Salles, a la izquierda, director de la película “Ainda Estou Aqui”, y la actriz Fernanda Torres (AP Foto/Chris Pizzello, Archivo)

Basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, el relato gira en torno a la tragedia personal de Eunice Paiva, quien luchó incansablemente por descubrir el paradero de su esposo, Rubens Paiva, un exdiputado progresista desaparecido en 1971 por las fuerzas armadas durante la dictadura militar en Brasil. Un tema oscuro, de gran calado histórico, que es abordado con una notable sutileza y una estructura narrativa que, lejos de caer en el melodrama, mantiene al espectador inmerso en la densidad emocional de la protagonista.

Desde su estreno mundial en el Festival de Cine de Venecia, donde recibió elogios unánimes y el prestigioso premio al Mejor Guion, la película ha generado una ola de reacciones tanto en su país de origen como en el extranjero. Con tres millones de espectadores en Brasil y una recaudación que se acerca a los 10 millones de dólares, Aún estoy aquí no solo ha logrado una sólida taquilla, sino que ha dejado una marca indeleble en el panorama cinematográfico latinoamericano de 2024. Este es, sin duda, un triunfo que trasciende las fronteras del cine nacional, proponiendo una reflexión universal sobre la memoria, el dolor y la resistencia.

El filme narra la lucha de Eunice Paiva por dilucidar la desaparición de su esposo, el exdiputado progresista Rubens Paiva, secuestrado por las fuerzas armadas en 1971 y cuyo cuerpo nunca apareció.

El filme nos transporta a un Río de Janeiro de la década de 1970, un espacio de contradicciones en el que la luz cálida de las playas de Leblon contrasta con la sombra de la represión política que se cernía sobre el país. Aquí, Salles consigue un delicado equilibrio entre la recreación meticulosa de los años de la dictadura y los ecos del presente, en un juego de paralelismos inquietantes. El tratamiento visual, que en ocasiones evoca la nostalgia de una época pasada, se ve reforzado por una banda sonora cargada de significados y sutilezas. La música popular brasileña de la era tropicalista, con su espíritu subversivo y su melancolía, se convierte en un personaje más, en un medio para entender tanto el contexto como los estados emocionales de los personajes.

El guion, adaptado de las memorias de Paiva, es una obra de gran rigor histórico y emocional. Sin embargo, lo que realmente distingue a Aún estoy aquí es la complejidad de su protagonista, Eunice Paiva, interpretada con una maestría absoluta por Fernanda Torres. La actriz, cuyo talento ya ha sido reconocido en diversas ocasiones, entrega una de las interpretaciones más conmovedoras de su carrera, por la que ha sido galardonada con el Globo de Oro a la Mejor Actriz en Drama. Torres no solo encarna a Eunice; la personifica de manera tan profunda que el espectador no puede evitar sentirse arrastrado por su dolor, su esperanza y su incansable búsqueda de justicia.

La película no solo revisita un capítulo doloroso de la historia brasileña, sino que también plantea preguntas inquietantes sobre el futuro. En un Brasil gobernado por una corriente política que no ha mostrado mayores señales de reconciliación con su pasado dictatorial, la cinta se convierte en un grito de alerta sobre los peligros del olvido. En una conversación con la actriz, Salles mencionaba que, si bien la película nace de la necesidad de mirar atrás, “hoy es también una película para entender el aquí y ahora”. Palabras que encierran una crítica tácita a la polarización política y el revisionismo histórico que afecta a Brasil en la actualidad, pero que no es exclusivo de ese país. De hecho, la película ha encontrado eco en una multitud de públicos internacionales, que se reconocen en la fragilidad de sus democracias y en los retos a los que se enfrentan sus sociedades frente al autoritarismo.

Es precisamente en ese cruce entre el pasado y el presente donde Aún estoy aquí logra su mayor impacto. El filme, si bien se fundamenta en la historia personal de una familia, trasciende los límites de lo anecdótico para convertirse en un testimonio universal de la resistencia humana ante la adversidad. La lucha de Eunice Paiva por encontrar la verdad sobre el destino de su esposo, la desaparición forzada y el legado de la dictadura, resuenan con una fuerza conmovedora en un mundo donde las cicatrices del autoritarismo siguen abiertas.

Aunque la película se mueve en terrenos de tragedia, no deja de ofrecer momentos de esperanza. A través de la resiliencia de Eunice y sus hijos, y la alegría que persiste incluso en medio del sufrimiento, Aún estoy aquí deja claro que la vida, aun cuando se ve arrebatada por la violencia, siempre encuentra una forma de resistir, de seguir adelante. La imagen final de Eunice, sonriendo con dignidad y fortaleza, es un testamento a esa resistencia, una de esas sonrisas que no se olvidan fácilmente.

A lo largo de los años, Walter Salles se ha consolidado como uno de los cineastas más importantes de Brasil, con una filmografía que abarca desde el icónico “Diarios de motocicleta”, hasta la aclamada Estación central. En Aún estoy aquí, Salles regresa a su propio pasado, a sus propios recuerdos de adolescencia, para crear una obra que no solo nos recuerda la importancia de la memoria, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo las cicatrices del pasado siguen marcando nuestro presente.

El éxito de Aún estoy aquí no es solo un triunfo para el cine brasileño, sino un recordatorio de la vitalidad de un arte que, en su capacidad de mirar el pasado, puede iluminar el camino hacia el futuro. Mientras la película sigue su camino hacia el Oscar, lo que verdaderamente importa es el impacto que ha tenido y seguirá teniendo en quienes se atreven a mirar en su interior y enfrentar la historia, por dolorosa que sea. Y en ese sentido, esta obra ya ha ganado su batalla más importante: la de la memoria.

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6 respuestas a ““Aún estoy aquí”: El grito silencioso de Brasil que resuena hacia el Oscar.

  1. Bom dia, só o professor Camacho, para ter esse olhar tão aprofundado do filme. Parabéns. Uma curiosidade, a Fernanda Torres é a filhia de Fernanda Montenegro ( super boa), quem tambên obteve um globo de ouro há 20 anos atrais. Abração

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    1. La pelicula es genial, veráz y realista hasta el horror, unarra un suceso que no ha desaparecido de nuestra América, en las muchas de las hiistorias escalofriantes de las dictaduras militares, mal que padecemmos y lamentablemente,no ha llegado a su fín.Un abrazoy feliz inicio de semana.

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