Gustave Courbet, un revolucionario peligroso.

Gustave Courbet ha ganado ya su espacio en las páginas culturales de Lo Real Maravilloso. Nacido en Francia, el 10 de junio de 1818, fue un pintor francés, fundador y máximo representante del realismo, y comprometido activista republicano, cercano además al socialismo radical. Conocido por sus posiciones desafiantes y provocadoras, Courbet fue etiquetado en vida de «revolucionario peligroso».

En 1855 expuso algunas de sus obras en el Palacio de las Artes de la Exposición Universal de París, pero al ver el rechazo del jurado hacia algunos de sus cuadros, decidió inaugurar una exposición individual propia, en las proximidades del campo de Marte, a la que bautizó con el nombre de «Pabellón del Realismo«. Esta iba a convertirse en una de las primeras muestras de autonomía e independencia artística del siglo, abriendo una vía para las iniciativas de difusión gestionadas por los propios artistas. Entre las obras que exhibió en dicho lugar cabe mencionar “El taller del pintor”, en el que retrataba a todas las personas que habían ejercido cierta influencia en su vida.

La escena tiene lugar en el taller de Courbet en París y se divide en tres partes: en el centro, el artista, con una modelo desnuda detrás de él; a la derecha, los «simpatizantes», y a la izquierda, «los que viven de la muerte y la miseria». La intención de Courbet era hacer desfilar por su lienzo a toda la sociedad humana contemporánea y criticarla o alabarla sobre la base de su criterio personal, en ese sentido, el cuadro puede considerarse una especie de Juicio Final, ejecutado por el pintor.

“El taller del pintor” (L’Atelier du peintre) de Gustave Courbet. Fechado entre 1854-1855. Estilo: Realismo. Género: pintura alegórica. Óleo sobre lienzo. Localización: Museo de Orsay.

En este sentido, el “Pabellón del Realismo”, se adelanta con mucho y sirve de semilla al “Salón de los Rechazados” (Salon des Refusés), formado por decreto del Emperador Napoleón III para mostrar la obra de los artistas no admitidos por el Salon oficial, que cerraba sus puertas, desde su rancio academicismo, a toda innovación creativa.

En los años 1830, las galerías de arte de París ya montaban exposiciones privadas a pequeña escala, de las obras rechazadas por los jurados del Salón. El evento clamoroso de 1863 fue de hecho patrocinado por el gobierno francés. Ese año, los artistas protestaron porque el jurado del Salón había rechazado más de 3.000 obras, mucho más de lo normal.

«Deseando que el público juzgue la legitimidad de las quejas contra los autócratas del Salon», el emperador Napoleón III proclamó, mediante decreto oficial, que los artistas rechazados podían exponer sus obras en un anexo al Salón oficial. El camino hacia la aceptación general no resulto fácil, muchos críticos, y el público general, ridiculizaron a los rechazados (refusés), que incluían pinturas tan famosas como el “Desayuno sobre la hierba” de Édouard Manet y la obra de James McNeill Whistler “Chica de blanco”. Pero la atención de la crítica también legitimó la emergente vanguardia pictórica y animados por Manet, los impresionistas expusieron sus obras con éxito fuera del Salón a partir de 1874.

De forma sucesiva, se organizaron otros “Salon des Refusés” en París, en 1874, 1875, y 1886, momento en el que el prestigio y la influencia del histórico Salón de París disminuía apreciablemente, mientras las nuevas tendencias se abrían paso.


Los desnudos fuertemente provocativos de Gustave Courbet, a día de hoy, aún despiertan controversia por su crudo realismo y la inclusión de escenas lésbicas y otras muchas imágenes calificadas de obscenas por la crítica convencional.

La representación sin tapujos de la desnudez en las obras de Courbet fue recibida con escándalo e indignación por gran parte del público y la crítica conservadora falsamente austera. Su pintura más famosa, «El Origen del Mundo» (1862), que muestra los genitales de una mujer de manera realista y directa, fue considerada obscena y provocó un gran revuelo. Courbet fue acusado de inmoralidad y su obra fue censurada en varias ocasiones.

Sin embargo, Courbet no se inmutó por la controversia. Defendía su enfoque realista del arte, argumentando que su objetivo era representar la vida tal como era, sin idealizaciones ni velos. Sus desnudos, lejos de ser eróticos, eran una crítica a la hipocresía de la sociedad de su época, que ocultaba la sexualidad bajo una capa de moralidad y decoro.

Con el tiempo, los desnudos de Courbet comenzaron a ser apreciados por su valor artístico y su importancia histórica. Su enfoque honesto y directo de la sexualidad humana desafió las normas de su época y allanó el camino a las corrientes pictóricas de vanguardia que ya comenzaban a manifestarse. Hoy en día, Courbet es considerado unos de los padres del realismo pictórico y sus desnudos se encuentran entre las obras más importantes e influyentes del siglo XIX.


«El origen del mundo» (1861) en la actualidad:

En su época, la obra generó escándalo y una gran controversia debido a su representación explícita de los genitales femeninos, algo completamente inusual en el arte de la época. Fue considerada obscena e inmoral por muchos, y Courbet fue criticado por su falta de decoro.

Sin embargo, algunos artistas y críticos, como Charles Baudelaire, elogiaron la obra por su realismo y su audacia. La consideraban una ruptura con las convenciones artísticas tradicionales y un paso hacia una representación más honesta de la sexualidad.

Debido a su carácter controvertido, la obra no fue expuesta públicamente durante la vida de Courbet y solo pudo ser apreciada por unos pocos coleccionistas privados. En la actualidad; «El origen del mundo» es considerada una de las obras maestras del realismo francés. Es admirada por su técnica magistral, su representación honesta de la anatomía femenina y su desafío a las normas sociales de la época. Actualmente, la obra se encuentra expuesta permanentemente en el Museo de Orsay de París, donde sigue siendo una de las obras más populares y controvertidas.

Valoración contemporánea del“El sueño” (Le Sommeil),1986.

Creada por el pintor francés Gustave Courbet en 1866. Esta obra es una representación altamente erótica y sensual de dos amantes lesbianas. Su impacto se debe tanto a su gran tamaño como a la lujosa claridad de la imagen.

En su época (siglo XIX), “El sueño” generó controversia debido a su tema explícito y su representación de la intimidad entre dos mujeres. En una sociedad conservadora, esta obra desafiaba las normas y expectativas. Solo algunos críticos la consideraron audaz y provocativa, mientras que otros la vieron como inapropiada o escandalosa.

Con el tiempo, “El sueño” ha ganado reconocimiento como una obra maestra del realismo y una exploración valiente de la sexualidad femenina. En la actualidad, se aprecia su representación honesta y sensualidad, así como su desafío a las convenciones sociales y artísticas de su época.

“El sueño” de Gustave Courbet (1866). Titulo original: Le Sommeil. Estilo: Realismo. Género: desnudo. Óleo sobre lienzo. Localización: Museo del Petit Palais. París

“El sueño”, también es conocido como “Las durmientes”, o “Pereza y lujuria” o “Las amigas”. Se encuentra en la actualidad en el Museo de Bellas Artes, de París, (Petit Palais), Francia. Esta tela, al igual que El origen del mundo, fue encargada por el diplomático turco Jalil-Bey.

Se trata de un cuadro de carácter sensual, propio de algunas de las obras que el autor pintó durante el Segundo Imperio. Protagonizan el cuadro dos figuras femeninas desnudas durmiendo, que recuerdan a las figuras de diosas mitológicas de la escuela veneciana. Trataba un tema morboso para la época en que vivió el artista: la relación sexual entre dos mujeres. “El sueño”, a día de hoy, sigue siendo objeto de debate: ¿Se trata de representar el sueño inocente de dos amigas? o ¿Se trata de una obra sobre el amor lésbico?, Cierto es, que, a día de hoy, la respuesta a estas preguntas poco afecta la valoración artística de la obra, considerada sin prejuicios, un referente obligado en la historia del realismo en el arte.

Gustave Courbet tuvo fama de arrogante y efectista; y solía afirmar: «si dejo de escandalizar, dejo de existir». Mientras, solo algunos críticos hacían justicia, y reconocían que sus desnudos provocaban, escándalos solo para entretener a las clases biempensantes y que, en realidad, su arte se mantenía fiel a cierta exquisitez formal. Sin embargo, otras voces como Delacroix lamentaban que Courbet malgastaba su habilidad, al elegir temas sin un contenido «elevado» y sin «cribar» de ellos muchos detalles «innecesarios».

Courbet fue uno de los artistas más influyentes de Francia durante el Segundo Imperio y a pesar de las polémicas en las que se vio envuelto, le fue otorgada la medalla de la Legión de Honor, la cual rechazó. Afirmaba que quería morir «como hombre libre, sin depender de ningún poder ni religión», y fiel a su prédica a su palabra, solo accedió a participar en el breve gobierno de la Comuna de París de 1871.

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Gustave Courbet; un pintor desesperado.

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