Un tesoro escondido en un comentario inesperado.

Un pequeño mensaje, inesperado y anónimo comentario, acaba de llegar a nuestro blog, que hoy habla sobre un monumento histórico, situado en Cayo Paredón, al norte de Ciego de Ávila. Son palabras simples, cargadas de amor y un sentimiento sincero y anónimo, que me ha conmovido en lo más profundo.

«Querido avileño», comenzaba el mensaje, «soy una anciana avileña de 86 años que resido en Miami. Viviendo en Ciego conocí a tu familia, solo quiero decirte por qué no me es fácil…».

Las palabras se iban desplegando como pétalos de una críptica e indeleble flor ancestral, revelando recuerdos y emociones que me transportaron a un tiempo y un lugar donde mi familia y este admirable anciano o anciana que no preciso a identificar, se habían encontrado. La distancia y los años habían separado sus caminos, pero el hilo invisible de la memoria los mantenía unidos.

Más allá del amor: el tesoro de la gratitud.

En este mundo que corre a mil revoluciones por minuto, donde el tiempo se nos escapa entre los dedos como arena fina, a veces olvidamos el valor incalculable de la gratitud. Es un sentimiento tan simple, tan puro, que muchas veces lo pasamos por alto, sin darnos cuenta del poder que tiene para transformar nuestras vidas.

El mensaje de esta anciana avileña me ha hecho reflexionar sobre la importancia de agradecer, no solo las cosas grandes y espectaculares, sino también los pequeños detalles, los gestos amables, las historias que nos conectan con nuestro pasado y nos enriquecen como personas.

Los ancianos, esos seres venerables que han recorrido el camino de la vida con paso firme y corazón abierto, son tesoros vivientes de sabiduría y memoria. Son faros, al igual que el antiguo gigante otrora luminoso, que hoy he descrito en su agonía existencial. Ellos iluminan nuestro camino con sus experiencias, sus consejos y su amor incondicional.

En una sociedad que muchas veces relega al anciano a un segundo plano, es nuestro deber honrarlos, escucharlos y aprender de ellos. Son la base de nuestra historia, la fuente de nuestra identidad y la brújula que nos guía hacia un futuro mejor.

Reconozco y agradezco de forma pública, el mensaje del anciano o anciana avileña que llegó hasta mí como un regalo inesperado; una caricia al alma que me ha llenado de gratitud y me ha inspirado a escribir estas palabras. Se trata de un sentido recordatorio de que el amor, en su forma más pura, que trasciende el tiempo y la distancia uniendo corazones y creando lazos que perduran para siempre.

Gratitud: una flor que solo crece en el corazón.

Agradezco de todo corazón a esta anciana avileña por su mensaje, por su historia y por su legado. Agradezco a todos los ancianos del mundo, por su sabiduría, su fortaleza y su amor incondicional.

Que la gratitud sea la flor que llene con los colores de la actual primavera nuestros corazones, iluminando nuestro camino y recordándonos la belleza de la conexión humana.

Agradezco a Dios, la capacidad emocional que he heredado, la cual me permite valorar y agradecer cada instante, cada palabra amable, cada gesto cariñoso, porque son esos pequeños tesoros los que hacen que la vida sea verdaderamente valiosa. El resto de las glorias, se disuelve en el ir y venir de las olas, erosionadas por el salitre de nuestro intenso y caribeño mar.

Volfredo J. Camacho Assef.

#LoRealMaravilloso


9 respuestas a “Un tesoro escondido en un comentario inesperado.

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