Los Sorolla de Cuba: “Entre naranjos”, 1903.

Entre 1902 y 1907, Sorolla realizó una serie de pinturas dedicadas a los naranjos, el árbol frutal más típico de su tierra natal, Valencia. La mayoría de estas obras las pintó en Alzira, una ciudad ribereña donde tenía amigos y familiares.

“Entre Naranjos” es una de las obras más famosas de esta serie. Se trata de un gran lienzo de 100 x 150 cm, que representa una escena festiva ambientada en un huerto de naranjos. En el centro, una pareja de jóvenes baila al son de una guitarra, rodeada de otros personajes que observan o participan en la fiesta. El color y la luz son los protagonistas de la composición, que refleja la alegría y el dinamismo de la vida valenciana.

Sorolla pintó “Entre Naranjos” por encargo de un coleccionista argentino, que le pidió una escena alegre y típica de Valencia. El pintor aceptó el reto y se trasladó a Alzira, donde encontró el escenario perfecto para su obra. Allí contó con la colaboración de su amigo Teodoro Andreu, un pintor local que le ayudó a seleccionar los modelos y los trajes.

La obra fue un éxito y se vendió por 10.000 pesetas, una cifra muy elevada para la época. Sorolla quedó tan satisfecho con el resultado que hizo una réplica para su propio estudio. Actualmente, el original se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, Cuba, y la réplica en el Museo Sorolla de Madrid.

“Entre naranjos”, 1903 Óleo/ tela; 100 x 150 cm Firmado en extremo inferior izquierdo: «J. Sorolla y Bastida 1903/ Alcira, Valencia» Inv.: 93-153.

Durante el verano de 1902, Sorolla viajó con su familia a León y Asturias, donde realizó una serie de espléndidos paisajes de naturaleza, de perspectiva muy abierta, que continuaría en 1904. Entre diciembre de 1902 y el verano de 1903, pintó también otro tipo de paisajes en la huerta de Alcira –comarca cercana a la ciudad de Valencia y célebre por el cultivo del naranjo–, en los que ensaya la relación de la luz solar y los follajes.

Muy relacionada con estos estudios paisajísticos, el Museo de La Habana conserva una obra firmada por Sorolla en 1903 titulada “Entre naranjos” (MNBA). Se trata de una escena de costumbres ubicada en el interior de un naranjal, en la propia huerta de Alcira, que retoma un tema festivo vinculado al folclore local, tratado por el pintor a su regreso de Italia hacia 1889 en un estilo más naturalista, pero igualmente interesado en el dinamismo compositivo y caracterizado por un tono de expresión sensorial. Quizás en esta obra la sensualidad se haga mucho más evidente y desenfadada que en aquellas realizadas un decenio atrás. También el uso de la luz filtrada había sido ensayado por el pintor en algunas piezas de la década de 1890, pero entonces mayormente a través de cañizos y hendijas en paredes formadas por tablas, y asociadas a entornos costeros y al trabajo de los pescadores.

“Entre naranjos” permitió a Sorolla desarrollar su técnica para representar la iluminación natural en un ambiente campestre, proyectada a través de las ramas de los árboles, que incorpora un interés de orden paisajístico diferente. La presencia de los naranjos ocupa un espacio considerable en la representación y permite un tratamiento de la luz que el pintor cultivará en obras posteriores.

Contexto histórico y social.

Los naranjales de Valencia en el año 1904 eran una fuente de riqueza y de belleza para la región. La naranja valenciana, de origen asiático, se había adaptado perfectamente al clima y al suelo mediterráneos, y se había convertido en un producto muy apreciado en el mercado nacional e internacional. Los naranjales ocupaban unas 37.000 hectáreas, sobre todo en la zona de la Ribera Alta, donde se encontraba Alzira, el lugar que inspiró a Sorolla para pintar su serie de cuadros dedicados a los naranjos.

La vida social en Valencia en el año 1904 estaba marcada por el ambiente político y cultural de la época. Valencia era una ciudad moderna y cosmopolita, que había experimentado un gran crecimiento demográfico y urbanístico a finales del siglo XIX. La burguesía valenciana, influida por las corrientes europeas, impulsó el desarrollo económico, industrial y comercial de la ciudad, así como la creación de instituciones culturales, educativas y artísticas. Valencia era también un foco de agitación política y social, donde convivían diferentes ideologías y movimientos, como el republicanismo, el socialismo, el anarquismo, el regionalismo y el nacionalismo. Las manifestaciones, las huelgas, los mítines y los duelos eran frecuentes, y algunos de ellos tuvieron como protagonista al escritor Vicente Blasco Ibáñez, amigo de Sorolla y autor de la novela «Entre Naranjos».

Si quieres saber más sobre este pintor y su obra, puedes visitar los siguientes enlaces:


Los títulos de las pinturas, tradicionalmente sostenidos por el MNBA de Cuba, han sido rectificados a partir de su contraste con los que aparecieron en los catálogos de exposiciones personales realizadas en vida del pintor –París, 1906; Berlín, 1907; Londres, 1908; Nueva York, 1909; Chicago, 1911– y en las catalogaciones realizadas por algunos estudiosos del artista –Rafael Doménech, Madrid, 1910; Bernardino de Pantorba, Madrid, 1953; Felipe Garín, Madrid, 1984; Florencio de Santa Ana, Madrid, 1995; Blanca Pons-Sorolla, Madrid, 2009 y Dallas, 2015–. En tales casos, los títulos anteriores aparecen entre paréntesis a continuación del nuevo.

Agradecimiento especial: A Manuel Crespo Larrazábal; curador de la Colección de Arte Español del Museo Nacional de bellas Artes de Cuba.

#LoRealMaravilloso

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10 respuestas a “Los Sorolla de Cuba: “Entre naranjos”, 1903.

  1. Hace unos años me han invitado a La Habana, a presentar un trabajo que había realizado respecto de un payador, un tal Santos Vega, icono de nuestra cultura gauchesca argentina de la primera mitad del s XIX. Como en todo pueblo o ciudad que he conocido, me gusta hablar con la gente común, creo que es donde uno conoce, lejos del «city tour» tradicional. En La Habana, más allá de algunos periplos migratorios, logré hablar con algunas personas comunes de la calle, como cualquiera de nosotros. Noté algún recelo para responder algunas de mis preguntas, que no tenían otra intención que conocer de primera fuente historias que sospechaba que a Argentina habían llegado distorsionadas, víctimas de «un relato», como quién dice. Me fue muy bien, entre tantas cosas pude apreciar pinturas, museos (recordé aquello al ver tu posteo), hablar con artesanos, historiadores, pescadores y hasta alguno medio prófugo de la ley. Desde allí traje varias historias que luego mixturé con mi imaginación, y se hicieron historias noveladas, de esas que nadie lee ni interesa, pero quedan como testimonio de un tiempo vivido. Tengo un gran recuerdo de Cuba y La Habana, en particular. Desde entonces, cuando en cualquier calle de Buenos Aires veo a pseudos guerrilleros del Che con iPhone y medicina prepaga, invocando a Fidel y a Camilo, sé que lejos está La Habana, y Cuba, de reivindicar cuestiones que en su nombre se reivindican a muchos kilómetros al sur. Abrazo, y salud por la gran y bella cultura cubana.

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    1. Querida amiga, la cultura y personalidad de los cubanos están profundamente influenciadas por un sincretismo que se manifiesta tanto en lo étnico como en lo religioso. A lo largo de la historia, Cuba ha sido un crisol de culturas debido a la colonización, la esclavitud y la inmigración. Los colonizadores españoles trajeron el catolicismo, mientras que los esclavos africanos aportaron sus tradiciones religiosas y su musicalidad. Otras culturas también han emigrado a la isla y mantienen fuerte presencia, tal es el caso de los árabes y chinos.
      Los cubanos somos, con orgullo, un mosaico vibrante de personalidades y características culturales y nos gusta recibir a los amigos con calidez y amabilidad, entonando en ocasiones exaltados parloteos que nos ha etiquetado de escandalosos en más de una ocasión.
      La música fluye en nuestras venas. El son, la salsa, el bolero y otros géneros llenan las calles y los hogares a pesar de los desafíos económicos, que a día de hoy hacen todo lo posible por amargarnos la existencia, no obstante, siempre tramos de encontrar razones para celebrar la vida y hacemos de las fiestas, los bailes y las reuniones parte de nuestra rutina.
      De igual forma valoramos las relaciones familiares y comunitarias. Las familias antes extensas y ahora menguadas por la emigración masiva en busca de mejoras económicas, se reúnen o se reunían para celebrar ocasiones importantes, haciendo gala de la solidaridad que caracteriza nuestra idiosincrasia.
      Me llena de orgullo que hayas podido comprobar cuanto te digo en tu visita a Cuba, a la vez que me hace orgulloso, muy orgulloso diría para ser preciso; conocer que eres mi amiga y siempre has estado del otro lado de la web. Cordial y eterno abrazo.

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  2. Thank you, Wolfredo, for introducing me to the work of such an interesting artist.
    The perspective and color scheme of this painting is mesmerizing. The image draws the viewer deeper into the plot, and it is impossible to get enough of these bright colors and happy faces.
    This is an image of boundless happiness that fills our souls.

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    1. It is a pleasure to receive your comments, dear friend. Sorolla is a painter who knew how to capture light and movement in his vibrant paintings of life. In Cuba he has been highly appreciated and our National Museum of Fine Arts has the most important collection of his paintings outside of Spain. I will gradually comment on them one by one, I have the honor and satisfaction that the curator and main expert of the museum’s Spanish collection is my personal friend since childhood. I wish you a beautiful and happy day as you well deserve.

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