Los nenúfares, con aproximadamente 250 obras, constituyen una nutrida serie de pinturas al óleo que el pintor impresionista Claude Monet ejecutó al final de su vida, sobre amplios paneles, algunos de proporciones colosales que llegan a medir 219 × 602 cm.
Monet, considerado como uno de los grandes maestros del impresionismo, dedicó casi tres décadas de su vida a una serie de pinturas que se ha convertido en un ícono del arte: los Nenúfares, inspirados en el jardín estilo japonés de su hogar en Giverny. Destacan entre ellos los lienzos monumentales que hoy se encuentran en el Museo de La Orangerie de las Tullerías en París y el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En 1947, Marc Chagall declaró: «Monet es para mí, el Miguel Ángel de nuestra época»; opinión que reforzó de forma definitiva André Masson en 1952, cuando llamó a los grandes óleos dispuestos de forma elíptica en una amplia vista panorámica de 360 grados en el Museo de La Orangerie: «la Capilla Sixtina del impresionismo», consideración que parte de la experiencia única de su observación, que resulta en una invitación a conectarnos con la esencia misma de la vida.
En 1921, el Estado francés vendió el edificio de la La Orangerie al Subsecretario de Bellas Artes. Construido para resguardar la orangerie del intenso frío del invierno; Orangerie en francés se traduce como “naranjal” en español y en un contexto más amplio significa un lugar protegido, a menudo un invernadero, para cultivar naranjas en climas fríos. El objetivo era transformar el antiguo edificio en un espacio de exposición de las obras de los artistas de la época. Georges Clemenceau propuso entonces instalar en el espacioso edificio los ocho grandes lienzos de la serie Nenúfares, que Monet pintó y ofreció como donación al Estado poco después del final de la Primera Guerra Mundial.
Claude Monet tenía una idea precisa de cómo quería exhibir sus Nenúfares y el espacio que los albergaría; y no obstante su ya avanzada edad, se implicó a fondo en el proyecto de reforma liderado por Camille Lefèvre, para que todo saliera como él lo había imaginado.
Los ocho paneles, de casi dos metros de altura y 91 metros de largo, quedaron dispuestos en dos salas ovaladas sucesivas, que forman el símbolo del infinito. Se accede a ellos a través de un vestíbulo, que forma la transición entre el mundo exterior y el interior. La orientación este-oeste de las dos salas sigue el curso del sol y el eje principal parisino, que va desde el Louvre hasta el Arco del Triunfo. Finalmente, la luz natural que viene del techo de cristal busca sumergir al visitante en un estado de gracia; tal y como lo disfrutó el pintor al contemplar su paradisiaco jardín.
El «Museo Claude Monet» fue inaugurado por Clemenceau el 17 de mayo de 1927, pocos meses después de la muerte del artista, y posteriormente fue nombrado Museo Nacional de la Orangerie de las Tullerías.
A partir de la década de 1930, el museo comenzó a presentar importantes exposiciones temporales, además de tener como atracción permanente y principal las Ninfas de la serie Nenúfares Monet, la atracción estrella del museo hasta el día de hoy.
La última transformación del Museo Nacional de la Orangerie tuvo lugar entre 2000 y 2006. Las habitaciones construidas en el nivel superior de la entrada han sido eliminadas y la luz natural ha vuelto para iluminar a las Ninfas.
El museo reabrió sus puertas el 17 de mayo de 2006 y sigue desarrollando una ambiciosa política de exposiciones temporales de obras de arte impresionistas y postimpresionistas; con obras de artistas como Picasso, Renoir, Matisse y Modigliani.
Después de la muerte de Monet, veintidós paneles fueron instalados en paredes curvas en el Musée de l’Orangerie en París: un regalo del artista a la nación de Francia. Los lienzos restantes permanecieron en sus estudios hasta finales de la década de 1940, cuando los coleccionistas y los curadores del MoMA comenzaron a interesarse por ellos.
En el Museo de Arte Moderno de Nueva York, otro tríptico nos recuerda la magia del paisaje natural del jardín de Giverny, cuidadosamente diseñado y cultivado por Monet al estilo y usanza de los jardines japoneses tradicionales. El pintor, devenido también en obrador y jardinero por vocación espiritual, nos invita a cruzar el pequeño puente de madera y a sumergirnos en la quietud del estanque. Los nenúfares flotan, suspendidos en el tiempo, como si el mundo se detuviera para admirar su belleza.
La nomenclatura de este deslumbrante tríptico aparece nominada indistintamente como: “Reflejos de las nubes sobre el agua” (Reflections of Clouds on the Water); o “Nenúfares” (Water Lilies).
En la sala 515 del Museo de Arte Moderno de Nueva York, cuelgan los Nenúfares de Monet, en un ambiente cuidadosamente elaborado, desde el color de las paredes, tono Farrow & Bal (una especie de desaturación del color en términos de la visualización de la paleta), hasta el experimental ángulo recto en el que se colgaron los cuadros que conforman la trilogía. Se añade al refinado ambiente, la disposición de las poltronas circulares en las que los huéspedes pueden sentarse a admirar las pinturas a través de una amplísima panorámica visual. Ese enfoque axial de la instalación expositiva es algo que ha interesado mucho, por crear una placentera sensación de inmersión y desarrollo.
El Museo de Arte Moderno de Nueva York dispone en sus inventarios de un grupo completo de pinturas tardías de Claude Monet en la colección. Estos incluyen un tríptico de tamaño mural “Nenúfares”, (1914-26) y una pintura de un solo panel “Nenúfares”, (1914-26), nenúfares en el estanque de estilo japonés que Monet cultivó en su propiedad en Giverny; así como “El puente peatonal japonés” (c. 1920-22) y “Agapanthus” (1914-26), que representan las majestuosas plantas en las cercanías del estanque. Estas pinturas han tenido durante mucho tiempo un estatus especial entre el público del Museo y, proporcionan un oasis moderno en el centro del centro de Manhattan.
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Recorrer los paneles de las «ninfeas» de Monet es casi mágico. Un lugar inolvidable lleno de emoción. La forma redonda de la sala contribuye al recogimiento. Un abrazo.
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Imagino cuanta emoción, estimada Barbara, el efecto de esos magníficos murales es mágico, y se mantiene aún en las visitas virtuales. Feliz inicio de semana.
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Anotada queda la sala 515 del Museo para la próxima visita a Nueva York. la sala 515 del Museo de Arte Moderno de Nueva York🎨
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Anotado, gracias.
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La mejor sala para unos de los grandes pintores de la historia de este arte.
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Sin duda alguna, realmente bella.
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Una maravilla…
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Sin dudas, querida Elvira.
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Gracias, querido Volfredo.
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Muchas gracias por compartirlo, un fuerte abrazo
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Muchas gracias por tus comentarios y apoyo. Un abrazo y feliz día.
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Nice 👌
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Muchas gracias, amigo.
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Thank you very much, dear friend.
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Tuve la suerte de ver una exposición en Madrid en otoño pasado de 50 obras de Monet procedentes del Musée Marmottan de París. Comparto mi absoluta admiración por Monet. Excelente post. Un abrazo.
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Muchas gracias estimado amigo, sin duda alguna tuvisteis una excelente oportunidad de disfrutar de la mejor pintura impresionista de la historia, toda una grata experiencia. Cordial abrazo y feliz mes de mayo.
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