En mi primera inmersión en la dimensión cósmica de “Cien Años de Soledad”, allá por los tiempos tórpidos de mi lejana adolescencia, supe de inmediato con la lectura del primer párrafo, que había descubierto un tesoro literario en el Realismo Mágico; un mundo hecho de mitos y leyendas, contados de forma tan natural que resultaban agradablemente creíbles; sin tener que acudir al uso de cotas y citas históricas que, en busca de veracidad, tan solo conseguían arruinar el mundo inverosímil por mi descubierto, un mundo hecho de magias.
Recuerdo cuantas emociones trajo a mis pensamientos, durante mi primera lectura, la llegada «por el mes de marzo, de una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia».
Los pregones de Melquíades en Cien Años de Soledad, son los más hermosos recogidos en la literatura latinoamericana contemporánea, seguido muy de cerca, casi tocándole los pies, por el parlamento poético de nuestros maniseros, campanilla en una mano, y lata hermética en la otra, con brazas de carbón en el fondo, para mantener caliente y siempre crujientes los precisos granos, envueltos en cucuruchos de papel.
Hay tanta elegancia y autenticidad en el pregón del maní, que fue musicalizado y dado a conocer al mundo, por Rita Montaner, alcanzando fama internacional inmediata, y tan es así, que la versión de Antonio Machín, grabada en 1930 en Nueva York, por los estudios de RCA Victor, resultó ser la primera canción de origen latino en superar la venta de un millón de copias.
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Aquí te dejo con el link, no dejes de disfrutarlo, ya verás que en todo cubano corre sangre de manisero. Así somos todos, porque fuimos nacidos entre sones y pregones.
«Maní, maní, manisero se vaaaaa/ Si te quieres por el pico divertir, cómete un cucuruchito de maní/ Qué calentito y rico está/ Ya no se puede pedir más/ Ay, caserita no me dejes ir, porque después te vas a arrepentir, y va a ser muy tarde ya…»
Y qué hay de la “La Guarachera de Cuba”, Celia Cruz, quien también popularizó con su espléndida voz el pregón de “El yerberito”, llevada a tiempo de chachachá por Néstor Mili, en el que recomendaba los más insólitos remedios naturales para muchísimas enfermedades y también para el mal de ojos, y las desgracias interminables: remedios amarres y humo para los santos, para que venga en nuestra ayuda…
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En tiempos de apagones y crisis, recordar resulta un alivio, máxime cuando quien canta el pregón de hoy es nuestra Celia Cruz, porque sin duda alguna: “El manisero se va, se va y se va…».
#LoRealMaravilloso
#HondaDeDavid
#Música
#Historia
Jjjjjj … asi es… y pensar «que la constancia de la cachimba es la que tumba la bemba»
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Sin dudas y me gusta la expresión, y viene bien para pregonarla. Lindo domingo.
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Genial. Alegre domingo.
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Igual para tí querida Azurea: felicidad, amor y vida.
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¡El hechizo de los ritmos cubanos!
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Si, son hechiceros y picarescos, pura sabiduría popular.
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Bien dicho, sabiduría popular.
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Una maravilla la música cubana…
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Qué maravilla y cuanta alegría produce esta entrada que has puesto de dos grandes cubanos, Antonio Machín y Celia Cruz. Su ritmo es contagioso e invita a bailar. Un abrazo!!!
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Bailemos todos, más allá de media noche aunque Cenicienta pierda su zapato de cristal, no importa, ello servirá para que encuentre un príncipe encantador. Feliz semana y tropical abrazo.
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La guarachera de Cuba! La grandísima Celia Cruz! La vi dos veces en EEUU…
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Eres un hombre afortunado, yo nunca la vi en vida, cuando se fue, nunca más regresó a Cuba. Triste es la censura.
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Si, Volfredo, es algo muy triste…
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