Después de su llegada a la isla de Cuba al final del siglo XVIII, el pianoforte (llamado más tarde piano) se convirtió rápidamente en uno de los instrumentos favoritos de la población. Junto con la humilde guitarra, el piano acompañó a las populares guarachas y contradanzas cubanas (derivadas de las country dances europeas), en los salones de fiesta y baile en La Habana, así como en todo el país (Alejo Carpentier: La música en Cuba. La Habana: Letras Cubanas, 1979, pág. 83).
El origen de la interpretación del piano clásico en Cuba se remonta al siglo XIX. Ya en el año 1832 un programa de actuación en La Habana anunciaba un concierto de canto en el Teatro Principal “acompañado al fortepiano por un distinguido visitante recién llegado”, Juan Federico Edelmann (1795-1848), reconocido pianista, hijo del famoso compositor y pianista alsaciano del mismo nombre.
Edelmann decidió permanecer en La Habana y pronto fue nombrado a una importante posición en la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia. En 1836 fundó la primera “Casa de música y compañía de ediciones musicales” de nuestro país, (Carpentier, p. 142).
Hacia finales del siglo XIX, dos notables pianistas se establecieron en Cuba y fundaron conservatorios que contribuyeron a la formación académica de numerosos pianistas y músicos. Ellos fueron Hubert de Blanck (1856-1932), y un pianista holandés; el profesor asturiano Benjamín Orbón (1874-1914), padre del renombrado pianista y compositor Julián Orbón (1925-1991), un miembro distinguido del “Grupo de Renovación Musical.”.
La pianista y compositora Ernestina Lecuona (1882-1951) comenzó sus estudios musicales en la Academia Musical del Centro Asturiano en La Habana, y continuó en el Conservatorio de París. Como pianista, ofreció numerosos conciertos en Cuba y a través de toda América. Ella enseñó las primeras lecciones de música a su famoso hermano Ernesto Lecuona y fue también la abuela del prestigioso guitarrista y compositor Leo Brouwer.

Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado (Guanabacoa, Cuba, 6 de agosto de 1895-Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 29 de noviembre de 1963). Lecuona muere en Santa Cruz de Tenerife, en las islas Canarias, durante unas vacaciones para conocer la tierra natal de su padre. Sus restos descansan en el cementerio de Gate of Heaven, en Hawthorne, Nueva York. Composiciones para piano clásico destacan: Suite Andalucía, Andaluza, Alhambra, Gitanerías, Guadalquivir y Malagueña (sexto movimiento de la Suite Andalucía, 1933).
El siglo XX fue la consagración del piano clásico cubano, destacando entre sus más nombrados intérpretes un número importante de pianistas que ejecutaban partituras de nuestra música genuina en alternancia con el repertorio clásico internacional. Es en esta fecha, cuando en el país se afianza la interpretación de piano clásico en los principales teatros y salas de concierto.
Uno de los más prestigiosos músicos cubanos de la época fue Ernesto Lecuona (1895-1963), el cual destacó como compositor, director e interprete. Lecuona comenzó a estudiar el piano con su hermana Ernestina y continuó con Peyrellade, Saavedra, Nin y Hubert de Blanck. Fue un niño prodigio que ofreció un concierto cuando sólo tenía cinco años de edad en el Círculo Hispano. Al graduarse del Conservatorio Nacional le fue entregado el primer premio y la medalla de oro de su clase por decisión unánime de la cátedra. Lecuona es el compositor cubano más reconocido internacionalmente y sus contribuciones a la tradición pianística cubana son excepcionales (Orovio, Helio: Cuban music from A to Z. Tumi Music Ltd. Bath, U.K., 2004, p. 122).
Debemos mencionar a tres importantes profesores que realizaron un considerable esfuerzo, desde el principio hasta mediados del siglo XX, por la implementación de los más altos niveles en la formación académica de los pianistas cubanos. Dos de ellos, César Pérez Sentenat (1896-1973) y Margot Rojas Mendoza (1903-1996) vivieron y trabajaron en La Habana, y el tercero, la profesora Dulce María Serret (1898-?) en Santiago de Cuba.
Otros notables pianistas que comenzaron sus carreras antes de la Revolución cubana (1959) fueron ellos: Zenaida Manfugás, Emma Badía, Ester Ferrer, Huberal Herrera, Silvio Rodríguez Cárdenas y Rosario Franco y Ñola Sahig, avileña a la que dedicaremos nuestra próxima publicación.
Después del advenimiento de la Revolución cubana en 1959, varios pianistas recibieron becas para estudiar en la Unión Soviética o en otros países del campo socialista, entre ellos: Karelia Escalante, Nancy Casanova, Cecilio Tieles Ferrer, Jorge Gómez Labraña, Ninowska Fernández-Brito, Frank Fernández, Teresita Junco e Hilda Melis. La siguiente generación de pianistas, la mayoría de ellos formados en la Escuela Nacional de Artes y el Conservatorio Amadeo Roldán incluye a: Alberto Joya, Roberto Urbay, Martha Marchena, Jorge Luis Prats e Ileana Bautista, entre otros.
Al comienzo de la Revolución Cubana, algunos pianistas salieron del país a temprana edad y desarrollaron sus respectivas carreras en el extranjero. Dentro de este grupo podemos mencionar a Horacio Gutiérrez (1950), quien tocó con solo once años junto a la Orquesta Sinfónica Nacional y se radicó en Los Ángeles con su familia en 1962. Santiago Rodríguez (pianista) (1952) llegó a los Estados Unidos a los ocho años a través de la Operación Pedro Pan, y tocó con la Orquesta Sinfónica de Nueva Orleans cuando tenía solo diez años y la pianista Zeyda Ruga Suzuki, la cual comenzó su educación musical en el Conservatorio Municipal de La Habana, Cuba. A los dieciséis años viajó a los Estados Unidos para estudiar en el Instituto de Música Curtis en Filadelfia, donde fue alumna de Rudolf Serkin y Eleanor Sokoloff.
El piano clásico en Cuba tiene su mérito e historia propia, detallarla resultaría interesante, pero sale del contexto de Lo Real Maravilloso, que focaliza su atención en las artes visuales, la literatura y la historia, siempre con la cámara de fotorreportero activa, y la palabra presta a las coberturas noticiosas que se relacionan con las temáticas de nuestro blog.
Propongo entonces hacer una excepción a la regla y valga: mañana hablaremos de una de nuestras pianistas nacionales con la cual Lo Real Maravilloso está doblemente comprometido: Juana María Saínz Sahig, nacida en Ciego de Ávila e hija de inmigrantes libaneses.
(continuará)…
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Me gusta como puedes cambiar los temas y cada vez más interesantes ,muchos profesores de Piano no aparecen como Haydee Hermida y muchos otros que también han formado a muchos pianistas,también hay autodidactas que son grandes pianistas, me encanta
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Buenos días Glice y gracias por la sugerencia. Le acabo de enviar a Haydee y a la hija el post por correo, nosotros somos más que familia. Mañana hablaré de Ñola, para saltar a las pianistas avileñas, y pienso incluir al hijo de Aníbal Cruz, que estudió en Julliard School of Music de Nueva York y es ya todo un concertista. Feliz día.
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Muy interesante el relato Volfredo y ademas, Lecuona, uno de los grandes entre los grandes. Un saludo.
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Si Francisc Lecuona es considerado en la actualidad el mejor de nuestros músicos clásico. Feliz martes
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Feliz día Volfredo.
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