Tras la huella de las Guerras tribales del desierto.

Mi primer hallazgo mágico en el desierto, fue una pequeña duna en la que se mezclaba la arena con una enorme cantidad de conchas marinas y de inmediato imaginé que un transeúnte imprudente había contaminado la arena con un vertido descuidado de desechos. Luego entendí, que me encontraba a muy escasos metros por encima del nivel del mar y que el sitio donde me encontraba había estado sumergido bajo el agua en pasados siglos. Esa idea reforzó mucho mi bienestar y autoestima, porque en cierta forma me sentí un respetuoso arqueólogo de las arenas, que ya merecían mi respeto.

Luego el desierto comenzó a mostrárseme en detalles, y un afortunado día, divisé en el horizonte una serie de fortificaciones y atalayas, muy bien conservadas, que de seguro fueron puntos de observación estratégicos, como les muestro en imágenes. Mis pasos al azar me habían llevado a una zona de la geografía del desierto, que en un pasado no distante había estado en disputa. Las fortificaciones que aparecían frente a mí, eran puntos de observación de los beduinos, antiguas tribus del desierto, que durante siglos se enfrascaron a muerte en guerras y disputas territoriales que mucho llanto y luto trajeron a sus familias y clanes originarias.

Antiguas fortificaciones beduinas.

Debía ser precavido, porque las fortificaciones eran madrigueras perfectas para las alimañas, y me encontraba solo y distante de la civilización. Era consciente, que, de ser mordido por una de ellas, nadie vendría en mi socorro.

Pensé hacerme de una vara o madero, para poder defenderme antes de proceder a hurgar los refugios. Craso error de principiante occidental, que no asimila que el desierto es solo arena, nada más, arenas y silencio infinitos, y un hombre en solitario que le ama.

Las atalayas y refugios, lucían como creaciones de la más refinada arquitectura y se integraban con singular belleza al paisaje. Eran edificaciones que semejaban galerías museables a tamaño natural, que el desierto me mostraba a gran escala en todo su esplendor, porque era conocedor de cuanto yo apreciaba su valiosa exhibición particular.

Atalaya abandonada en el desierto de Zekreet.

En días posteriores a estos hallazgos, tras las atalayas defensivas y caminando siempre hacia lo desconocido a través de la arena, se hizo presente un poblado en perfecto estado de conservación, un pequeño y auténtico poblado árabe de piedra caliza, que parecía estar deshabitado y aún conservaba algunas palmeras datileras que le circundaban y le hacían lucir esplendido en medio de su soledad.

Atalaya abandonada en el desierto de Zekreet.

Es entonces cuando me llega a través de los ecos del desierto el llamado a la cuarta oración del día, el Maghrib; y comprendo un tanto contrariado que estoy en el ocaso de la tarde y dispongo del tiempo justo para regresar a casa. Obligado por el tiempo y el miedo a caer atrapado en la noche, parto de retorno a casa, con el firme convencimiento de regresar pronto y seguir describiendo para ustedes y mi nieto, la poética inusitada, que guarda con celos el desierto en sus entrañas.

#LoRealMaravilloso

#DesiertoDeCatar

volfredo.com


4 respuestas a “Tras la huella de las Guerras tribales del desierto.

  1. Amigo gracias por tanta experiencias cierro los ojos y creo que estoy ahí gracias a Dios que te dió la oportunidad de ir a esos lugares maravillosos Gracias por todo bendiciones

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  2. Volfre me impresiona tú anecdóta porque son tus vivencias, algo increible lo que haz vivido. Las enseñanzas que nos transmites eres mi energia positiva por eso miedo al éxito..Cómo temer a un yacarey e hipopotámo de Africa si eres mi genio..miles de gracias por conocer y compartir tú historia tqmn

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    1. Gracias por tus comentarios, todavía faltan muchas cosas que contar del desierto, y al final, prometo que alquilaremos un avión y nos iremos de exploración con todos nuestros seguidores, te aseguro, la vamos a pasar superbién.

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